Un viaje a la infancia de cuatro niños que afrontan un verano a mediados de los 80 que sirve para retratar la Euskadi más profunda, rodeada de terrorismo, droga, paro y música punk, en la que los pequeños esperan a que se apaguen los contenedores, la Ertzaintza desaparezca y acaben las carreras y los golpes para recoger las pelotas de goma para poder jugar. Ése es el origen de Érase una vez en Euskadi, la primera película de Manu Gómez (Mondragón 1973) que se presentó ayer en el Ópera Prima de Tudela y que apoyándose en acontecimientos autobiográficos, rebusca en sus recuerdos de la infancia para dibujar aquella Gipuzkoa desde los ojos de 4 niños. "La droga, el terrorismo, el paro... todo aquello formaba parte del decorado y cuando echas la vista atrás dice qué infancia más particular y diferente. Había momentos en que estabas jugando al fútbol con los amigos, ibas a la fuente a beber agua y había dos o tres jeringuillas. Esa infancia fue mi verdadera patria, más allá de cualquier bandera". La película estuvo a punto de titularse Maqueto o Once upon a time in Euskadi.

El film, que se estrena el 29 de octubre, cuenta además la visión de los emigrantes en Euskadi, familias andaluzas que llegaron al País Vasco y que fueron clave en su crecimiento económico. "Me apetecía hacer un homenaje a mi infancia y a la vida de mis padres y tanta gente que por circunstancias (la guerra o la pobreza) tuvieron que emigrar para buscar una vida mejor y ayudar a que la Euskadi de hoy en la que se ha convertido lo sea gracias a ellos y a tanta mano de obra".

Manu Gómez, se inicia en la dirección de largometrajes a sus 48 años, pese a que lleva décadas trabajando en el mundo del cine donde sí había dirigido capítulos de varias series. "No hice el guion desde la ortodoxia estrictamente dicha. Se puede decir que fue una especie de tripi, en el sentido de que mi viaje empezó con la imagen de varios niños que esperábamos a que los enfrentamientos en las calles acabaran para buscar algo que para nosotros era un juguete. Ahí empecé y no hice un recorrido lineal, por eso el drama y la comedia conviven tan bien, es un trozo de la vida de cuatro niños, con sus familias, problemas e historias". Para Gómez, se trata de un Frankestéin de historias, dado que se ha dedicado a recoger acontecimientos vividos por él, por sus amigos o por gente cercana para diseñar la historia de los cuatro amigos rodeados de una sociedad que está cuajada de peligros y problemas.

Pese a que al espectador le puede parecer que las situaciones dramáticas son excesivas, el director lo tiene claro, "no analicé por qué vienen las muertes o si sobran o no. Dos de ellas están jugando con fuego, y es fácil que lleguen, y la otra es inesperada y en la vida siempre hay una muerte que sorprende a todo el mundo".

Destacan en el largometraje el trabajo y la interpretación de los cuatro niños Asier Flores, Aitor Calderón, Miguel Rivera y Hugo García a los que escogió de entre un casting de 500 niños en Madrid. "Tras diversos cortes me quedé con ellos cuatro y se dedicaron 2 horas a vacilarme. Sabía que había acertado, tenían la valentía y el macarrismo que buscaba". Su profesionalidad llegaba a tal extremo que uno de los niños se emocionó al rodar una escena, se perdió lo rodado y volvió a llorar al repetir la escena, "¿cómo lo has hecho?, pues pensando que mi hermano pequeño se moría", contestó.

"Es un homenaje a mis padres y a quien tuvo que emigrar para buscar una vida mejor en Euskadi"

Director de 'Érase una vez en Euskadi'