Como boca de pez interrogante es el “viaje temporal” que la escritora navarra Itziar Ancín (Pamplona, 1977) vivió tras su regreso de Marruecos, donde trabajó durante un año, y que marcó el comienzo de este viaje que realiza en forma de poemario, con prólogo de Tere Irastortza y editado por Pamiela.

Contaba la autora que el proceso para escribir el libro ha sido “muy largo”. Hay algunos poemas que fueron escritos hace quince años, y otros hace cinco, por ejemplo, aunque los hay más recientes. En 2017 el libro estaba organizado, pero durante todo este tiempo Ancín se ha dedicado a retocar algunas partes y reescribir otras.

“Entiendo que el libro ha evolucionado conmigo”. No lo ha escrito “del tirón”, sino que el trabajo se ha basado en recopilar las piezas y organizarlas en torno a este viaje interior del que se habla. Preguntada por su relación con la obra en la actualidad, decía que se sigue identificando con lo escrito “y es que sino, no lo publicaría”, zanjaba. En este proceso ha dejado algunos poemas fuera y ha reducido otros, alguno de varias páginas a solo un párrafo.

Las fases

Cada una de las partes en las que se divide el libro hace referencia a un momento vital, a diferentes conceptos de ese vuelo del que habla Ancín. El primer capítulo, bajo el titulo Las esferas ralentizan sus órbitas blancas, hace referencia al amor, a la felicidad. “Cuando vivimos en ese estado, nuestra percepción del espacio y el tiempo cambia. No lo percibimos de la misma manera”, explicaba. En cambio, el siguiente apartado del libro: Maletas de viento, trata de todo lo contrario, porque es el momento en el que esa percepción del espacio y tiempo de la que se habla durante el enamoramiento, se detiene. Y entonces aparece el dolor, el sufrimiento y eclipsa esa sensación de felicidad. “Se ve como extraño y ajeno”, señalaba.

Portada del poemario, publicado por la editorial Pamiela.

Por el precipicio de círculos concéntricos es el tercer capítulo, en el que la escritora se asoma al abismo que genera ese dolor presentado en los anteriores capítulos. Es, de alguna forma, una consecución de esas Maletas de viento y de la sensación de dolor. Por último, Las escamas del enigma, el cuarto capítulo, es una reflexión, llegar hasta el autoconocimiento. Una etapa en la que después de todo este recorrido se llega a un vacío, a un momento de pensar, considerar.

Referencias artísticas

El vacío es un elemento que se repite a lo largo de la obra, y es que el libro en sí es un homenaje, “a mi manera”, según la poetisa, a la obra del artista y también poeta Jorge Oteiza, a quien le dedica la pieza Lenguaje del vacío.

Contaba cuánto le marcó la primera visita que hizo al Museo Oteiza, como una experiencia cautivadora por la propia atmósfera del sitio, del ambiente que se crea en torno a sus obras. “Me gusta su pensamiento, su filosofía. Sus poemas”, decía. Tanto es así que organizó y coordinó un recital homenaje en el museo de Alzuza por el 25 aniversario de la publicación del poemario Itziar Elegía, en honor a la mujer de Oteiza.

Itziar Ancín ha vivido en Marruecos, India o Uruguay, a las que se refiere de forma clara en sus poemas. De hecho, escribió Rabat-París-Madrid en el viaje de vuelta de Marruecos: “La niebla ha retrasado este vuelo interior, y sin saberlo, me dirijo hacia mí, para nunca volver”, dice el poema.