a canción de Enrique Iglesias Experiencia religiosa viene como anillo al dedo para resumir la experiencia televisiva protagonizada por Kiko Rivera de la mano de Jesús Calleja, en una noche de tele plagada de emociones, vibraciones, y situaciones vibrantes, de intensas emociones de dos tipos desnudos ante las cámaras en los paisajes emocionantes de Nepal. Noche de tele construida sobre un guion de carne y hueso en espectaculares escenarios con animales de la jungla, rodada en el circo natural de las tierras de Katmandú, con la pandemia amenazando, y Kiko y Jesús dejándose llevar por la narración mediática entre un chamán de la tele y un muchachito azotado por la vida, la familia y la droga. La droga, el personaje oculto de una hora larga de tele que no se olvidará fácilmente. Kiko Rivera convoca a Jesús Calleja para descubrir los secretos del correcto caminar humano, en una experiencia televisiva. Y Jesús acude en ayuda del hijo de la Pantoja y el torero, hecho éste un lio de experiencias vitales, compañías poco sanas y líos mediáticos sin fin y mucha plata. Busca el atribulado Kiko sanamiento de sus males de espíritu y vida, y quiere el avezado periodista ayudar al muñeco televisivo en un trance complicado de su existir. Jesús supo tratar al personaje con distancia, prudencia, empatía y conmiseración para trasladar a la audiencia un muñeco que lucha por recuperar su dignidad y abandonar la droga en figura de diablo asomado a sus hombros, rigiendo los destino de su existir. El espectacular marco de la geografía tibetana facilitó el encuentro de Kiko y sus demonios vitales a los que empezó a dominar con la ayuda del singular periodista. Fue una experiencia para recuperar las personales claves vivenciales, en medio de la naturaleza salvadora. Lo dicho, una experiencia casi religiosa que Kiko soportó con entereza, madurez y valentía, rompiéndose en ocasiones, al reconocer una vida destrozada por la golfería, mal hacer y compañías insalubres a punto de reventarle la vida.