Fecha: 22/12/2021. Lugar: Navarra Arena. Incidencias: Concierto de India Martínez celebrado en formato "Navarra club" (esto es, con el público de la pista sentado alrededor de decenas de mesas y taburetes). Alrededor de mil personas.

l concierto de India Martínez en Pamplona estaba anunciado para agosto, dentro de la programación del festival Flamenco on Fire, pero tuvo que ser pospuesto. El pasado miércoles, por fin, pudo celebrarse, pocas horas después de que se anunciase la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores y con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas en forma de nuevas (o no tan nuevas) restricciones sanitarias. Esperemos que, en caso de que estas lleguen a materializarse, se encuentre la fórmula para que el sector cultural pueda seguir desarrollando su actividad de forma segura. Ojalá la experiencia acumulada nos permita encontrar soluciones eficaces e imaginativas que no asfixien a nadie. El panorama es bien sombrío, pero, precisamente por eso, el público que se acercó al Navarra Arena (unas mil personas) se dedicó a disfrutar del espectáculo de manera ejemplar, como debe ser en estos tiempos: con alegría y responsabilidad, y con la urgencia que produce el saber que, quizás, y ojalá no suceda así, dentro de pocos días no sea posible hacerlo. Como si fuera esta noche la única vez, podríamos decir.

Es de suponer que India Martínez era consciente de lo especial del momento cuando subió al escenario del Arena. Por eso, su concierto tuvo, si cabe, un punto mayor de emotividad. La cordobesa se encuentra en plena gira de su último álbum, Palmeras, en el que evoca el barrio en el que pasó su niñez. A diferencia de otras veces que nos había visitado, en esta última ocasión el formato de su actuación fue más íntimo: cajón flamenco, bajo, dos coristas y un piano, siendo este último el instrumento primordial de la velada, marcando las melodías y los estilos hacia los que se iban acercando cada una de las canciones. El principio fue solemne, con La saeta y Todo no es casualidad. Escenario sobrio, muy buenas luces, con focos de colores iluminando a la artista y a sus músicos. Y gran sonido, que permitía escuchar los matices de los instrumentos y la soberbia voz de India.

Se mostró agradecida, y no era para menos, con su público, por apoyar la música en directo en unos momentos críticos. Tras varias de sus impecables baladas, el primer punto álgido llegó con Convénceme, cuya versión de estudio canta con Marc Anthony. Después, un tramo más aflamencado, con India sentada al cajón e impregnando su voz con el olor de su tierra (qué bien sonó El aire y el baile, y qué exhibición cuando se puso a cantar sin micro).

Fueron sus dos coristas las que cantaron Vida mía para que, después, la cordobesa se recostase encima del piano para sorprender con algunas versiones: Como una mujer, de Parrita, Un ramito de violetas, de Cecilia... En la recta final llegaron algunos de sus temas más populares, que el público, totalmente entregado a la causa, coreó y aplaudió efusivamente: Ángel, sentada al borde del escenario, Olvidé respirar, 90 minutos (esta última por aclamación popular)... Incluso villancicos flamencos hubo, que para eso estábamos a dos días de la Nochebuena.