on la publicación de su libro de fotografía Me confunde todo pero sobre todo me confunde el mar, editado en 2020 gracias a unas ayudas del Gobierno Vasco, Elba Martínez (Pamplona, 1974) vio claro que cerraba un ciclo y que, lo que viniese a partir de entonces, sería diferente.

Y así es. La creadora navarra ha dado un giro total y se demuestra en la exposición de su obra más reciente, que acoge hasta el 25 de febrero el espacio Apaindu de la calle Curia. Pintura, escultura e instalación a base de sugerentes textos plasmados en atractivas telas que lucen como tendidas al sol, se dan cita en esta muestra que nace de procesos intuitivos y vivenciales, experimentados por Elba pintora de una manera diferente a como lo hacía Elba fotógrafa.

"A la publicación del libro de fotografías siguió la pandemia, y ya no tenía esa energía para salir a la calle, hablar con la gente, sacar fotos tirando de la experiencia, hacia afuera, algo que he hecho de 2007 a 2020. Entonces sentí lo contrario: una necesidad de recogimiento, de estar en casa tranquilamente pintando", cuenta la artista, que se enfrenta al cuadro en blanco sin bocetos ni ideas preconcebidas. "Sí con una disposición: así como antes estaba dispuesta a salir a la calle a sacar fotos, ahora estoy dispuesta a estar con el cuadro en blanco para seguirlo. Es una energía muy distinta", apunta.

Empieza con un color, el que le apetece en ese momento, y sigue pintando, para un lado, para otro, y surge una forma, otra forma, quizá le da la vuelta al cuadro, lo gira, y así hasta que intuye un final. "Son decisiones que tomo sobre la marcha, así que el proceso es totalmente intuitivo", dice sobre estas coloridas pinturas en acrílico sobre madera preparada, algunas más gestuales que otras, que comparte con el público en Apaindu. Junto a ellas, sugerentes frases de cosas que llaman su atención, como la extrema sensibilidad de los delfines; que siente o vive en un determinado momento -ligando por Tinder, por ejemplo-, y que recogen la temperatura de lo humano, esos pulsos vitales y anhelos universales como el de seguir soñando siempre. "Soñar es algo muy evocador, que a todos nos pasa, todos hemos soñado con algo, y lo alcancemos o no, seguimos en ello; me parece la clave para continuar algo vital, y sobre todo en el terreno artístico, donde todo es tan ambiguo y subjetivo", apunta la creadora pamplonesa afincada en Donostia desde 2007, y para quien el arte es "una manera de ser", además de fuente de "energía transformadora" y una experiencia con un sentido terapéutico. "Ponerme a pintar, a trabajar, o tener una idea en la cabeza para plasmar, me hacen sentirme mucho mejor", asegura esta creadora multidisciplinar que de ahora en adelante, de momento y ojalá por mucho tiempo, se sigue viendo en la exploración del terreno pictórico y de la palabra. Recuperándose constantemente de las sensaciones que le marcan para volver a estar siempre dispuesta a empezar de nuevo. A llenar el blanco.

Quizá inconscientemente, quizá no, Elba Martínez aporta con esta colorida muestra alegría y vitalidad; delicadeza, fragilidad y dureza; humanidad, al fin, a este momento de incertidumbre y tristeza en la atmósfera.

Son obras directamente ligadas a estados anímicos puntuales y en las que lo arriesga todo. En las que se siente frágil y fuerte. Al límite. En la cuerda floja que es la vida. Obras cuya esencia late en este poema, uno de los muchos que Elba Martínez tiene escritos y espera poder publicar este 2022:

El universo está vacío / sólo quedan las cajas / vacías de los grillos / aquel verano de sudadas camisetas/ aquel helado lamido / por múltiples lenguas. / He tirado el 'Quosque Tandem' / a la basura / El 'Quosque Tandem' y malas formas / que llega el verano y sólo quiero / crema, motos, ensaladas.

"Desde la pandemia he sentido una necesidad de recogimiento, de pintar tranquilamente en casa"

Artista plástica