inco días en los que el arte bulle en Madrid, se cuecen proyectos, contactos, ventas en el mejor de los casos, y la obra de los artistas se muestra ante una gran cantidad de público nacional e internacional. ARCO es mercado y, para los creadores, sobre todo, “encuentro” ilusionante -y más desde la pandemia- con mucha gente del sector.

'Narciso', de Greta Alfaro, que expondrá la galería Rosa Santos. Fotos: Cedidas

Ángel Bados, Leopoldo Ferrán, Agustina Otero, Isabel Baquedano, Javier Balda, Asun Goikoetxea, Dora Salazar, Paco Polán, Juan José Aquerreta, Dick Rekalde, Txuspo Poyo, Koldo Chamorro, Alfonso Ascunce, Elena Goñi, Florencio Alonso, Pedro Salaberri, Elena Asins, Fernando Pagola, Miren Doiz, David Rodríguez Caballero, Carlos Irijalba, Greta Alfaro, June Crespo, Fermín Jiménez Landa, José Castiella... son nombres de artistas navarros que han participado y/o siguen participando a día de hoy en la gran cita con la creación contemporánea que es ARCO. ¿Cómo ven la feria?, ¿hasta qué punto es una plataforma de impulso y proyección de su trabajo? Seis creadores reflexionan en este reportaje sobre ello y comparten cómo viven y sienten la feria.

Carlos Irijalba (Pamplona, 1979) acude este año con Moisés Pérez de Albéniz, la galería Juan Silió de Santander y, por primera vez, también con la galería Pelaires de Mallorca. Para él, que reside en Nueva York, ARCO supone retomar “muchas relaciones” con España. “Por un lado la feria significa las transacciones que se solidifican en estos días que pueden venir de conversaciones anteriores, las que se puedan producir de forma espontánea, y las que se generan en la propia feria”, comenta. Por cuestiones personales -la pandemia y su reciente paternidad-, Irijalba no ha podido acudir a las dos últimas ediciones de ARCO, aunque su trabajo sí ha estado presente. Este año sí irá. “El mercado sigue muy vivo y los coleccionistas están con muchas ganas de descubrir y reafirmar intereses. Creo que será una muy buena edicion”, dice este artista, que ve en la feria “comunidad del arte y conexión con profesionales y artistas” con los que comparte generación o contexto, “lo que genera ventas y proyectos y si lo manejas de una forma sana, es muy positivo”, dice.

En cuanto al momento que vive la venta de arte, Irijalba considera que “el coleccionismo de calidad español todavía es muy reducido, pero en el otro lado del espectro, coleccionistas más jóvenes viajan y se interesan por contextos como el español”. Así que espera “que de forma creciente el coleccionismo de España se nutra de más coleccionistas locales de diferentes generaciones y también internacionales”, así como que se mantenga “el foco en el arte y no en el ruido y la parafernalia superflua”.

Un gran escaparate sin las condiciones óptimas

'Shape of thought', de Carlos Irijalba. Foto: Cedida

Para June Crespo (Pamplona, 1982), la semana de ARCO es uno de los momentos más interesantes del año en Madrid, junto a la apertura de galerías en el mes de septiembre. La artista navarra, que acudirá este año con las galerías Carreras Múgica de Bilbao, Heinrich Ehrhardt de Madrid y Nordenhake, con sede en Estocolmo, Berlín y México, valora la feria no solo como una “posible entrada económica”, sino también como “lugar de reunión que tiene algo de festivo”. “Esa capacidad de generar encuentro entre gente del sector, no solo coleccionistas, también comisarios, instituciones, amigos, y de impulsar programas comisariados o paralelos, es lo mejor de ARCO. Es un gran escaparate, y una ventana a proyectos posteriores que pueden hacer que crezca tu trabajo. Y si además se producen ventas, mejor”, apunta esta artista que ve que ahora mismo están activos casi con la misma fuerza “los dos tipos de coleccionistas: privados e institucionales”. Crespo, que participará en la próxima Bienal de Venecia de la mano del programa Zabal del Instituto Etxepare, alude al hecho de que “a veces se ve más en ese momento puntual del año tu trabajo que en exposiciones de museos el resto del año”.

Aunque es consciente de que en ARCO la obra “no se muestra en las condiciones óptimas, porque hay muchísimas cosas, poco espacio, es una saturación enorme como visitante. La feria reúne esas dos características, es paradójico”, dice. Por otro lado, valora el hecho de que citas internacionales como ésta “muchas veces nos animan a los artistas a crear obra para la feria; ARCO también tiene ese aliciente, de mostrar algo reciente”. De esta edición, espera que “la feria pueda volver a ser lo que era”. “Tenemos esa sensación, y eso hace que vayamos con una ilusión especial”.

Un aliciente y “un estrés” para los artistas

David Rodríguez Caballero (Pamplona, 1970) repite este año en la feria con Marlborough (Madrid) y con Polígrafa Obra Gráfica (Barcelona). Para él, ferias como ésta “son positivas porque difunden obra y son un lugar de encuentro internacional donde uno interacciona con el conjunto de los agentes de la cadena del arte”, destaca, sin perder de vista que las ferias, a la mayoría de los creadores, les suponen “un estrés, ya que no somos sujetos muy sociales pero somos muy conscientes de la importancia que tiene participar en ellas”.

En concreto sobre ARCO, cree que “ha habido ciertos cambios en el país que la feria ha sabido utilizar. El principal ha sido el desembarco de la sociedad latinoamericana. Por circunstancias políticas y sociales los latinos han descubierto Madrid como una ciudad para sus inversiones inmobiliarias y su disfrute personal. Por lo que muchos coleccionistas importantes han continuado sus colecciones en España y eso ha llevado a un levantamiento del coleccionismo internacional y a un modelo nuevo de referencia para los españoles”. En cuanto al perfil del coleccionista de arte en la actualidad, considera que “es muy variado. Desde empresa corporativa que ha visto la remuneración del objeto artístico además de su utilidad como imagen proyectada ante los demás, hasta el pequeño o gran coleccionista”. Aunque reconoce que “en España el número de coleccionistas importantes no es muy alto”, celebra que “afortunadamente hay arte y clientes para todos los gustos y bolsillos”.

Hacia lugares clave como Londres

Para José Castiella (Pamplona, 1987), que este año vuelve a estar presente con obra en el estand de Ponce+Robles (Madrid), ARCO es “un gran escaparate” de lo que se hace en España y fuera. “Suelen surgir muchas oportunidades y proyectos en esta semana. En ella conoció mi trabajo Ian Rosenfeld y posteriormente se animó a trabajar conmigo en Londres, lo que ha supuesto un gran impulso en mi carrera. Este próximo septiembre presento con ellos un proyecto en el Armory Show en Nueva York junto a Keita Miyazaki”, cuenta el artista pamplonés, quien tiene claro que “las ferias no ayudan a la contemplación”. “Son espacios enormes con muchísima obra donde todo sucede rápido. Sin embargo, en España, sucede que ARCO acaba siendo la cita anual del arte y es una buena excusa para reunirte con agentes y artistas desperdigados por el mundo. Yo he tratado de acudir desde la universidad. Era una especie de obligación, querías enterarte de qué se hacía, ver en directo a artistas que apreciabas y encontrarte con colegas y amigos”, cuenta.

Sobre el perfil del coleccionista de arte hoy, cree que es “tan variado como las almas”. “Supongo que los puntos de unión pueden ser el apreciar la belleza y el querer vivir rodeada de esta. A veces sin mucho dinero pero con mucha gracia. Es bonito ver como el arte transforma los espacios”, valora.

ARCO es una feria, no una exposición

Fermín Jiménez Landa (Pamplona, 1979) tiene con ARCO “una relación de amor y odio, pero, francamente, mucho más de amor”, dice. Desde que empezó a estudiar arte ha acudido a la feria prácticamente sin faltar un año. “Era uno de esos estudiantes sin dinero, con bocadillos en papel de plata y los ojos rojos que se tropezaba con las esculturas. Hoy más o menos también... He conocido la obra de muchísimos artistas que no llegaban a España en otro formato. Cuando empecé a exponer por supuesto no empecé a vender pero es una plataforma bestial respecto al resto de plataformas en España”, valora.

“En general a mí me funciona mucho más como lugar de encuentro y difusión. ARCO es reencuentro con coleccionistas pero también con colegas artistas, comisarios, críticos, gestores, donde surgen ideas y proyectos. Por otro lado, no lejos pero no cerca del glamour y la alta alcurnia hay una generación intergeneracional de pequeñas ratillas adorables intentando conseguir cervezas gratis en la zona vip y quedando para cenar por la noche en un restaurante chino de malasaña”, apunta.

A él personalmente le gustaría “que se desvinculara de ARCO una inversión muy fuerte de dinero público que pasa por IFEMA en forma de viajes organizados a comisarios internacionales que vienen a conocer el arte español, premios al arte joven, etc..., que son proyectos geniales pero que pasan por empresas privadas que hacen un primer filtro sobre quién sí y quién no. Por lo demás, voy ilusionadísimo por esos encuentros y por un montón de grandes galerías que traen arte de gran calidad que hay que saber ver desde el prisma de una feria, no de una exposición”, comenta Jiménez Landa, quien este año acudirá a la cita como visitante.

Asegura que la feria ha cambiado, y él también. “ Es un lugar en el que confluyen varias velocidades, pasan cosas extrañísimas. Puedes acabar a empujones con un agente de la casa Real mientras hablas con una activista feminista, por decir algo. Hay gente anclada en la baja edad media junto a arte absolutamente contemporáneo y comprometido”, destaca. Y en cuanto a los coleccionistas, “también existen varias velocidades. El coleccionista es escaso y no lo conozco demasiado para mi desgracia. Puedo decir que conviven desde gente joven más o menos acomodada que compra obra pequeña (no es tan caro comprar arte) a millonarios extranjeros que cierran acuerdos con obras que ni siquiera vemos los paseantes de la feria”.

Fuera del circuito queda el buen recuerdo

Esculturas de Dora Salazar junto a una pieza de Paco Polán en el estand de la Galería Windsor en la edición de ARCO 2007. Foto: Diario de Noticias

Dora Salazar (Alsasua, 1963) fue durante muchos años a ARCO, principalmente con la galería bilbaína Windsor Kulturgintza, hasta que ésta, a partir de 2010, dejó de participar. Y guarda un buen recuerdo. “Gusta estar ahí, en un espacio común de encuentro con muchas actividades. Son unos días en que Madrid tiene mucha vida, tienes oportunidad de ver obra de artistas internacionales y de coincidir con creadores que te pueden interesar mucho, con cosas nuevas de gente joven... Estar como artista es una gozada”, asegura.

Sobre si la feria es germen de futuros proyectos, cree que “sí, es un continuo; si estás ahí es por algo, y entonces suceden cosas también”. En los últimos años, la escultora alsasuarra apenas se ha dejado ver por ARCO. “Recuerdo ir un año en que ya no participaba y que la feria coincidía con los Goya, y nos invitaron también a la gala del cine”, dice. Este año tampoco irá. “Estoy ya un poco más fuera del circuito, me informo pero de una manera más suave. Tengo una vida mucho más relajada últimamente. Llega un momento en que te das cuenta de que se te pasa la vida y aunque es verdad que el mundo del arte forma parte de tu manera de entender la vida, hay otras cosas que están al lado que son también muy importantes”, cuenta.

Sobre el coleccionismo en la feria, apunta que “Arco siempre ha pecado un poco de que íbamos muchos a ver y pocos a comprar. Se inauguró en un momento en que no había mercado para hacer mercado, fue como una ficción. Era un evento cultural. Al cabo del tiempo la han ido puliendo para que se convierta más en lo que es una feria. Pero lo del coleccionismo, es muy escaso. Mira lo complicadísimo que es vivir siendo artista... No debería ser así, debería haber más cuidado y protección por parte del Estado”, reivindica. Más presencia del arte en la educación, “pero se hace al contrario, se eliminan asignaturas de carácter creativo...”. “Cuando el arte aporta una manera de entender el mundo más abierta, de más lugares, más conciliadora, porque no es desde una racionalidad plena. Y esa manera de ver el mundo es importante, no solo la manera científica y económica. Pero se margina”, lamenta.

“Lo mejor que tiene ARCO es la capacidad de generar encuentro entre gente del sector”

Artista

“ARCO es una gran cita que a los artistas nos supone un estrés, no somos sujetos muy sociales”

Artista

“Hace años que no voy a la feria, pero mi recuerdo es que estar

como artista

es una gozada”

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“Desvincularía de ARCO la fuerte inversión de dinero público en forma de viajes para comisarios”

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“Las conexiones en la feria generan proyectos, ventas; si las manejas de forma sana son muy positivas”

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“ARCO ha supuesto un gran impulso en mi carrera, allí conoció mi obra Ian Rosenfeld”

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