Las ganas estaban en todo su apogeo después de tres años sin que la Federación Navarra de Caza (FNC) celebrara su prueba de perros de rastro atraillados sobre jabalí salvaje, la única de este tipo que se realiza tanto en la Comunidad foral como en buena parte del norte de España. Por esa razón, cazadores de regiones como el País Vasco, Cantabria o Asturias se acercaron el sábado 16 de abril hasta la finca de Sabaiza, en el municipio de Ezprogui (en la merindad de Sangüesa), para demostrar la gran conexión que poseen con sus canes y la pericia de sus animales para hallar sobre el terreno las marcas de los jabalíes.

La entidad había fijado un tope máximo de 20 participantes, para que la competición no se alargara en demasía y todo el mundo disfrutara de un día animado. Las previsiones se cumplieron con celeridad y los organizadores tuvieron que cerrar la lista de inscritos, debiendo dejar fuera de ella a algunos cazadores que pidieron apuntarse cuando ya se había llegado a esas dos decenas de personas. El interés que mostraran los aficionados iba a servir también para decidir si se retomaba la periodicidad anual de este torneo, por lo que desde la FNC se muestran muy complacidos con la asistencia y consideran que hay muchas posibilidades de que, en el 2023, se programe una nueva jornada de perros de rastro atraillados sobre jabalí salvaje.

La del día 16 era, como así lo atestiguaron muchos de los competidores, una cita única dentro del calendario de eventos de este tipo en España, ya que la inmensa mayoría de estas competiciones se llevan a cabo con jabalíes adiestrados. Por ello, los mejores perros de rastro de toda la zona norte del país se dieron cita en Sabaiza, un enclave que acogió a los ya mencionados cazadores asturianos, cántabros, vascos y navarros, que hicieron las delicias de un numeroso grupo de espectadores que no quisieron perderse el espectáculo. En algunos de los momentos más relevantes de la jornada, hasta 150 personas se congregaron en la finca, entre participantes, organizadores y público.

El deseo de estos últimos era el de ver sobre el terreno y en acción a buenos perros, ya que se sabía que hasta Navarra iban a llegar animales de gran nivel. Desde la FNC apuntan que no se recordaba una edición con tanta expectación y asistentes arribados a Sabaiza, una finca que es patrimonio forestal de Navarra y que cuenta con una superficie de 3.300 hectáreas. Debido a su condición especial, acoge una importante cabaña de ungulados, principalmente, jabalíes y corzos.

LOCALIZACIÓN DE LOS RASTROS Nada más despuntar la mañana, miembros de la federación, con integrantes de la cuadrilla de caza de Oronoz-Mugaire y Eugi, comenzaron a localizar los rastros, para que todo estuviera dispuesto y preparado a la hora convenida. La competición arrancó con un número considerable de rastros detectados, que fueron controlados por dos de los mejores jueces de ámbito nacional, los cántabros Manuel Borbolla y José Luis Varela, que viajaron hasta Navarra para arbitrar el torneo. De hecho, la región cántabra tiene a un gran colectivo de cazadores asiduos a los perros de rastro atraillados, ya que se trata de una prueba muy practicada en toda la cornisa cantábrica. En esos lugares, de hecho, se empezó a desarrollar con jabalíes salvajes, precisamente, porque era muy complicado dar con estos animales. En Navarra, no es esa la situación, ya que existe una alta población de estos ungulados, pero el romanticismo asociado a esta disciplina, una de las más similares a la caza, hizo que la FNC se animara a sacar adelante esta prueba hace ahora siete años.

En Sabaiza, se organizaron dos campos y, tras sortear el orden de los participantes, se procedió a realizar las tandas clasificatorias. Cada uno de los perros de los cazadores debía localizar el rastro del jabalí, seguirlo sin perderlo en ningún momento, y confirmar en al menos dos ocasiones que continuaba sobre el mismo. Los jueces valoraban esta labor y, más en concreto, que exhibieran el corte correcto, la constancia sobre el rastro, que evitaran pérdidas o que las corrigieran rápidamente, la frecuencia de la voz, la fijación y adhesión al rastro...

VICTORIA ASTURIANA Como era de esperar, los participantes llegados de la cornisa cantábrica demostraron su nivel y dos de ellos consiguieron clasificaron para la final. Los otros cuatro cazadores en entrar en esta última fase fueron dos vascos y dos navarros. Para la última tanda de la competición, se escogió un rastro duro, ya que no era muy reciente, por lo que los finalistas tuvieron que emplearse a fondo.

El vencedor fue el asturiano Iván González, con su perro Rumbo, un cazador traillero de reconocido prestigio, que ha ganado en varias ocasiones el Campeonato de España. En el podio, lo acompañaron el alavés Gustavo Angulo, con su perra Niña, y el vecino de Oitz Fermín Goizueta, junto a su perra Xana. En cuarta posición se quedó el cántabro Francisco Álvarez, con su perro Judas, seguido por el guipuzcoano Arkaitz Etxarri, con Zeus; y el navarro Iñaki San Martín, con Aru.

Una vez concluida la competición, organizadores, participantes y asistentes se sentaron a las mesas para degustar una paella y cuajadas. La jornada terminó con un homenaje a Juan Joxe Braña e Íñigo Celayeta, a quienes se agradeció su inestimable colaboración para sacar adelante esta prueba.