Tras su presentación en Bilbao, esta tarde llega a Pamplona (Nuevo Casino, 19.00 horas), La frontera lleva su nombre, cuarta novela de la periodista y escritora bilbaína, Elena Moreno Scheredre, editada por Grijalbo. Asegura la autora que es aquí donde más siente el peso de la responsabilidad, porque está más cerca del origen de la historia de todas aquellas mujeres que entre 1870 y 1940 atravesaban los Pirineos, en un viaje de ida y vuelta, para trabajar en la industria de la alpargata de Mauleón (Francia) y contribuir a la subsistencia familiar.

Su nueva obra es un relato de cuatro generaciones de mujeres desde 1913 hasta la actualidad con base en la historia de las golondrinas. ¿Qué le lleva a ello?

-Llego de una manera casual y me quedo pillada. La historia se apodera de mí desde el primer momento. Podría decirse que fue un amor a primera vista. Me quedo impresionada, comienzo a buscar sobre el tema y veo que no hay nada de documentación. Es como si no hubieran existido o existido solo para los suyos. Y sigo buscando.

¿Qué le hace entregarse a ello?

-Encuentro la tenacidad necesaria para escribir sobre el tema en el hecho de que trabajaban y no podían cambiar su dinero en Francia, solo compraban cosas para su ajuar. Ahora no podemos ni plantearnos esas cosas. No dejaban rastro económico en ninguno de los dos países, ni huella en la historia. Tan solo restos en tesis de descendientes españoles. Me pareció terrible. Me rompió el corazón.

Sin fuentes documentales, ¿en que se basó para crear una novela de 500 páginas?

-Sin documentación no podía escribir. Yo he trabajado por libre durante dos años, pero esta carencia me creaba mucha inseguridad , así que me lancé a la búsqueda de fuentes primarias, referentes en los pueblos que visité poco a poco. Tuve la suerte de encontrarme con hijos de españoles en Francia que querían ayudarme a toda costa. Me dieron su visión y yo he construido la mía propia. A este lado de las montañas, tengo que nombrar a Iñaki Ayerra, que me atendió maravillosamente en Burgui, y al investigador de Isaba, Fernando Hualde, que hoy me acompañará en Pamplona y hablará sobre las golondrinas.

¿Una historia de ficción jalonada con hechos, personajes y espacios reales?

-Sí. Yo soy novelista, no historiadora. Me di cuenta de que necesitaba la historia para sujetar todo aquello. Me producía satisfacción que fuera una novela didáctica, dar a conocer la historia de las golondrinas, una realidad histórica. Me parecía casi revolucionario. La historia levanta acta de los hechos. Yo escribo un acta emocional de las golondrinas. En ellas encontré una plataforma maravillosa para levantar acta emocional del siglo XX.

A través de la vida de cuatro mujeres de una misma familia, desde 1913 hasta la actualidad.

-Sí, con lo que le tocó vivir a cada una. En mi libro están los tres grandes conflictos bélicos del siglo, las dos guerras mundiales, y la civil española, con las heridas que dejaron; los campos de refugiados, los pasos de la frontera y el primer mestizaje verdaderamente importante para Francia, el exilio republicano, cuestiones que unen para siempre a pueblos y habitantes a los dos lados de los Pirineos.

La narradora es Esperanza Ayerra, bisnieta de la golondrina burgiarra Esperanza Escaín.

-Sí, es la que puede desvelar los silencios y los secretos familiares. Es joven, tiene 36 años, libre y actual, investiga y recupera la memoria de sus antepasadas, su vida que no pudieron contar. Esperanza Ayerranos lleva del presente al pasado, rompe el silencio y sana las heridas.

Como autora, ¿ha puesto su alma de mujer?

-Digamos que he dado fuerza a mis personajes, son mujeres a mi imagen y semejanza. Es lo bueno de la imaginación. Cuatro generaciones de mujeres de ficción que han existido y prestan su carácter y su coraje, ávidas de saber y de libertad Sin embargo, les tocó vivir de manera relegada en sus hogares y en sus tareas familiares. Aporta una visión femenina y es un reconocimiento a esas mujeres invisibilizadas durante décadas para que ocupen el lugar que les corresponde en la historia.

¿Qué más aporta su novela a la historia de las golondrinas?

-No se sabía nada de ellas, solo que salían en octubre de Burgui, de Roncal o de Ansó hacia Mauleón, y regresaban a sus valles en primavera. Pienso que con este libro se sabe más. Es como la recreación de una película, la ficción de una realidad. He representado la realidad que vivieron, sobrecogidas por el miedo en las montañas, sorprendidas por las luces de Mauleón, el disfrute de un café o la posibilidad de aprender a leer unas con otras. La generosidad y el apoyo de las mujeres. Las golondrinas sobrevivieron porque fueron solidarias entre ellas.

¿Es una obra feminista?

-Por su contenido y temática, yo la considero universal, para todo tipo de público, independientemente de género y edad. De hecho, en estos días estoy recibiendo más feedback masculinos, y son buenos. Dicen que la novela engancha.

¿Como la cataloga su autora?

-No es una novela romántica, aunque el hilo conductor es el amor, tampoco es histórica. No pertenece a ninguno de los dos géneros. Tiene un poco de todo.

La editorial Grijalbo y el grupo Penguin Random House han apostado fuerte por su novela.

-Así es. Han hecho una apuesta impresionante, con una tirada más grande de lo habitual y confían con que esta historia apasione. Yo espero haber sabido transmitir esas historias para mí apasionantes.

De su obra se ha dicho que tiene gran calidad literaria y el éxito asegurado, y que se perfila como una de las novelas para realizar una serie de televisión. ¿Qué opina?

-Ya veremos. Igual tiene posibillidades de acabar así. Todo el mundo dice que esto es una serie. Y claro que me gustaría que llegara a serlo. Para mí sería estupendo y para los valles pirenaicos sería muy bonito, porque muestra toda su belleza.

¿Usted los conocía antes de escribir La frontera lleva su nombre?

-No, tengo que confesarlo. Había llegado al Valle de Arán, pero no a estos pueblos de Roncal, ni a Burgui ni a Mauleón.

¿Las golondrinas le han traído?

-Sí. Las golondrinas nos traen y nos llevan a Rocnal a Mauleón y al pasado siglo XX. Volemos con ellas. Ese es el poder de los libros, que nos llevan con la imaginación a otras vidas y a otros mundos.