Un encuentro íntimo entre una bailaora y una actriz para abordar un sentimiento universal: la alegría que brota de la admiración; de ese momento en que reconocemos una excelencia ajena que, de alguna manera, también resuena en quien la mira y admira.

Es lo que propone Naranjas, naranjas. Limones, limones, el espectáculo de danza-teatro que llega este viernes 10 de octubre (19.30 horas, 16 y 18 euros) al Teatro del MUN (Museo Universidad de Navarra), en el marco del ciclo Museo en Danza.

Una producción alumbrada de manera conjunta por la bailaora Lucía Campillo y la actriz María Jáimez, dos profesionales que se admiran en todas sus facetas, que resuenan la una en la otra con alegría, pasión y el deseo de conectar con tantas miradas desconocidas como se posen en ellas este viernes en Pamplona.

Un encuentro en el pasado,el presente y el futuro

“Esta pieza es un encuentro en el presente, que sucederá en el escenario, frente a la mirada del público; un encuentro que surgió en el pasado, desde que Lucía y yo nos conocimos, y que surgió mucho antes de saber cada una de la existencia de la otra”, cuenta María Jáimez, aludiendo a que cuando las dos artistas se encontraron por primera vez, en 2022 con motivo de su trabajo conjunto en la primera obra de Lucía Campillo en solitario, Un Lucero, y empezaron a hablar de sus infancias, descubrieron que había “un paralelismo” asombroso entre ambas.

“Buceando en nuestro referentes, nos dimos cuenta de que de niñas nos gustaban las mismas cosas, teníamos vivencias muy muy parecidas, había frases que nos terminábamos la una a la otra...”, cuenta María Jáimez, apuntando que el espectáculo que presentan en el MUN es también “un encuentro en un futuro posible”, en el que vislumbran “qué puede pasar” con su relación.

Todo eso bañado de baile de diferentes palos –danza española y flamenca que pasa por el zorongo, la soleá, los tangos y las bulerías–, de temas musicales “muy especiales” para las intérpretes, y de textos propios y de filósofos y poetas, Lorca entre ellos, que han sido de alguna manera claves en los encuentros entre ambas artistas.

La admiración, un "abandono feliz"

“Hay mucha palabra que nosotras mismas recitamos, incluso hemos compuesto una sevillana. Lo bonito de este viaje es que estamos interpeladas la una por la otra constantemente”, dice sobre este espectáculo que aborda la admiración.

Ese sentimiento de alegría que brota a la vista de alguna excelencia ajena y provoca el deseo de imitarla y de desarrollar las mejores posibilidades humanas, porque a través de ella, cada cual vislumbra y quiere su mejor yo.

“Lo bonito de este viaje es que estamos interpeladas la una por la otra constantemente”

María Jáimez - Actriz y directora

El espectáculo invita al público a admirar y dejarse admirar, y a recordar a las personas a quienes admira. “Nos interesa esa pureza en la mirada del que admira, eso que sucede ahí, porque al final admirar tiene que ver con que hay algo en ti que resuena con eso que admiras”, aseguran Lucía Campillo y María Jáimez, apuntando que las veces que han interpretado este espectáculo se han quedado “con una sensación muy bonita, porque la gente sale recordando o pensando quiénes son esas personas a las que admira y qué hay de esas personas en ellas”.

“El admirar a alguien te hace bañarte de esa persona también un poco. Lo decimos en la obra, que la admiración es un abandono feliz. Es abandonarte a ti mismo de una manera feliz y humilde para que lo de fuera te inunde, te bañe, te nutra y te haga crecer”, dicen.

“Nos exponemos con nuestra alma abierta”

Naranjas, naranjas. Limones, limones se creó para ser representado en un espacio no convencional de Madrid, la escuela de danza LaFiguranta de Marta Otazu, donde se estrenó dentro del ciclo Las Noches de la Tora, así que la cita de este viernes 10 de octubre supondrá la readaptación de la obra a un espacio propiamente escénico.

“Sentimos que la obra estaba preparada para dar ese salto y lo estamos deseando. Tenemos la respuesta de un público de un espacio no convencional, en el que la mirada del espectador es muy cercana, hay mucha interacción con el público, pero estoy segura de que hemos conseguido que por momentos esa cuarta pared también desaparezca y quien venga a vernos no solamente esté observando sino que se sienta parte de”, dice Campillo.

Imagen de un ensayo de 'Naranjas, naranjas. Limones, limones', cuyo título alude a una escena del propio espectáculo. Cedida

Sobre la música que acompaña el baile, cuenta que se trata de “piezas grabadas, algunas de las cuales hemos creado nosotras mismas durante la construcción de la obra; hay piezas de mi primer espectáculo, Un Lucero, de lo que hicimos juntas en él; y aportaciones de amigos músicos que han querido colaborar con nosotras y nos han prestado su arte, como Aroa Fernández, El Peli yJesús Carmona, que ha hecho arreglos musicales de ideas que teníamos en la cabeza”, cuenta la bailaora, apuntando que hay un par de piezas interpretadas en directo.

“La danza es un medio para iluminar el alma, nos permite desconectar y conectar a la vez”

Lucía Campillo - Bailaora

“Es una obra valiente”, dicen sus creadoras. “Ahí nosotras nos exponemos con toda nuestra alma abierta para dar lo mejor que sabemos o que podemos hacer. Hemos intentado abrirnos en canal en todo lo que somos, en todo lo que nos construye, nos motiva, nos apasiona y nos aporta. Somos muy generosas a la hora de sacar la emoción hacia afuera, y procuramos que eso sea lo primero en nuestra lista. La honestidad, la sinceridad, la autenticidad al trabajar”, aseguran, muy ilusionadas de darse a conocer con esta propuesta en Pamplona, de conectar “con gente que no nos conoce”, y hacerlo “con mucho juego y con mucho humor, porque en esta obra hay mucho humor”.

El poder de la danza

En estos tiempos convulsos que vivimos, Lucía Campillo cree que el público necesita más que nunca “que el arte en general lo inunde”.

Y la danza, asegura, “es un medio para iluminar el alma, para sentir ganas de volar, de hacer un viaje emocional, y para que el público, aunque no tenga la capacidad de bailar o de expresarse así, entre en el espectáculo y salga de allí con un peso menos, en su cuerpo y en su alma. El arte en general, y la danza en particular, como el humor, hacen mucha falta hoy, porque nos permiten desconectar y conectar a la vez”.

FICHA TÉCNICA

  • Idea original, dirección y creación: Lucía Campillo y María Jáimez.
  • Baile e interpretación: Lucía Campillo.
  • Dramaturgia e interpretación: María Jáimez.
  • Diseño de iluminación: Leticia Karamazana.
  • Diseño de sonido: Nico Basterrechea.
  • Producción ejecutiva y distribución: Marta Otazu - La Figuranta Producciones.


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Las artistas

  • Lucía Campillo: Bailarina de Danza Española natural de Murcia, ha trabajado en el Ballet Nacional de España y las compañías de Antonio Gades, María Pagés, Rojas y Rodríguez y Jesús Carmona, así como en los tablaos de flamenco más reconocidos de España. Con su pieza La Imperfecta, obtuvo el premio a “Bailarina Sobresaliente” en el Certamen de Danza Española y Flamenco de Madrid. También recibió el premio Única, otorgado a mujeres relevantes de la región de Murcia, y en 2023 el premio Alfonso X de Cultura de Murcia por Un Lucero, su primer espectáculo en solitario, el cual fue coproducido por Flamenco Festival y con el que ha actuado en el Festival de Jerez o la Suma Flamenca de Madrid, entre otras plazas.
  • María Jáimez: Actriz y directora granadina, actualmente gira con su monólogo La Tuerta (premio MAX’24 a autoría revelación) dirigida por Jorge Usón y con Cucaracha con paisaje de fondo (premios MAX’23 a obra revelación y autoría revelación). Ha formado parte del elenco de La voluntad de creer de Pablo Messiez y de Manolita Chen - un cuento chino de Jose Troncoso. Ha estrenado Los años nuevos de Rodrigo Sorogoyen. Ha participado en series como Machos Alfa, Amar es para siempre, Madres: amor y vida o Los pacientes del doctor García. En 2023 dirigió la dramaturgia de Un Lucero de Lucía Campillo.