Todo el mundo miente, son mentiras cotidianas, que facilitan el día a día, sin consecuencias ¿o sí? Es lo que trata de averiguar la obra Mentiras cotidianas, que trae al escenario de La Cava una cita con cuatro amigos y mucho vino a través de una comedia ácida y contemporánea creada y dirigida por Ana Maestrojuán.
¿Qué va a ver el público en Mentiras cotidianas?
–Mucho vino, y mucha palabra; muchas dobles intenciones, mucha ironía. Situaciones reconocibles del día a día y relaciones que se van enquistando a lo largo del tiempo.
¿Qué le llevó a crear esta obra?
–Como creadora, me gusta trabajar a partir de emociones de algo que me ha ocurrido o que he visto; que me mueve de alguna manera. Mentiras cotidianas nació de una doble vertiente: me apetecía trabajar un texto muy contemporáneo y del día a día y quería que el tratamiento fuera de comedia francesa: amigos que se juntan, hablan mucho y callan mucho. Me apetecía mucho jugar con esa idea a nivel dramatúrgico. Esta obra reflexiona sobre cómo afecta a los demás lo que hacemos, la consecuencia que tienen los actos. Tenemos que ser conscientes de que nuestras acciones o inacciones tienen consecuencias.
¿Por qué decidió centrar la obra en el tema de la mentira?
–Surgió por una observación de mi entorno. A lo largo de los años la mentira se va instalando en el día a día; cuando alguien te pregunta qué tal, si le dices la verdad lo planchas. Reducimos las cosas al “estoy bien” y no contamos qué pasa. Son omisiones de la realidad y de la verdad, y me apetecía trabajar el concepto de verdad, de mentira. Y crear estos personajes, que tienen un poquito de mí pero muchísimo que no es mío, como autora te permite jugar muchísimo; son otras vidas que dicen cosas que tú no dirías. Desde el punto de vista artístico es muy placentero y te hace reflexionar sobre tu vida y la de los demás.
¿Qué mensaje transmite la obra?
–Es un poco abofetear al espectador para decirle que viva la vida. Es un canto a que viva la vida que puede, que no seamos nosotros mismos los que nos cortamos al elegir una vida plena. Que no mintamos a los demás y no nos mintamos a nosotras.
Cuenta con un elenco a tres voces muy interesante. ¿Cómo ha sido trabajar con estos actores?
–Empezamos este proceso de producción en plena pandemia, y eso ya era trabajar en contra. Pero la obra cobró unas dimensiones que yo no esperaba. Marta, con Ángel y Asier hicieron un equipo muy bueno y nos reímos muchísimo. Y me encanta decir esto. Daba la sensación de que estaban bebidos, llegaban a emborracharse de lo que estaban haciendo, de la situación. Es muy chulo y muy interesante. Y no es tanto la presencia del vino, sino lo que supone liberarse con estos placebos. Era la excusa para poder soltar la lengua. Fueron unos ensayos embriagadores. Marta es una gozada, es una todoterreno de la escena; es muy divertida pero tiene mucha profundidad, pocas actrices llegan a comprender tanto las emociones de los personajes. Ángel es el contrapunto, tiene un personaje muy difícil pero es el catalizador de las energías. Y Asier hace de un cínico estupendo y un caballero atractivo de mediana edad. Todos entraron muy bien en el juego. Creo que es el secreto –a voces– de esta profesión: tener un equipo consolidado y no solo de actores, sino de todo. Entender el teatro como un trabajo colectivo es esencial; si no, desde la dirección y la dramaturgia te quedas a medio camino. Hay que entender que es un trabajo hecho en equipo con profesionales que te cuestionen y te aporten sus ideas.
Como directora, ¿qué supone llevar su obra a este Festival?
–Siempre es un placer. Es jugar en casa, pero en casa grande. Y volver siempre a Olite da mucho gusto, es un reconocimiento para las compañías navarras, debemos estar ahí y es un referente dentro y fuera de la comunidad que te posiciona en el mapa. Es algo necesario y da mucho gusto.
¿Qué le gustaría aportar personalmente a este festival?
–Es mi trabajo y quiero aportar lo mejor de mí. Hacemos muy buenos trabajos en esta comunidad y quiero que se vean, aportar visibilidad como creadora, como directora y como compañía. Visibilizar que aquí se hacen muy buenos trabajos.
¿Qué papel juegan el teatro y la comedia en la sociedad?
–El teatro enriquece la visión de la vida, da la posibilidad de vivir en comunidad –porque el teatro es comunidad con el público–, de ver y sentir otras vidas y otras realidades. Aporta puntos de vista y creo que es necesario a la hora de crear una sociedad mejor y aportar belleza a ciertas realidades que a veces nos superan. La comedia te da la posibilidad de transmitir mensajes o decir cosas que desde algo más dramático costaría más. Creo que es un vehículo fabuloso para decir ciertas verdades que pueden ser incómodas. Y te permite ser irónico, tener dobles sentidos. A mí me gusta mucho la comedia en la que se juega con el lenguaje y las intenciones. A lo mejor no una comedia muy evidente, sino más retardada. No es de carcajada, pero sí de media sonrisa. Y te sientes identificada. La comedia sirve para identificarse con el espectador y el espectador con lo que está ocurriendo en escena.
¿Qué futuro le espera a la obra después de pasar por Olite?
–Giras pensamos muchas. Mentiras cotidianas tiene ya funciones en otoño, estamos girando también otras obras que tenemos en repertorio y es un trabajo constante. En Navarra ha girado bastante, pero todavía le queda vida. Yo diría a la gente que aproveche ahora, Olite es un enclave único y que vayan en masa a verla. Van a bajar las temperaturas y se va a quedar una deliciosa noche de verano. No se me ocurre un plan mejor.