Los escenarios, las barras y las carpas vuelven a Villava después de dos años de ausencia. El Hatortxu Rock, que echó a andar hace ya 23 años, se propone celebrar su 26ª edición a lo grande y de forma especial, con un formato al aire libre y en dos días, el 29 y 30 de julio, para compensar los últimos dos años sin festival. 

Para ello, desde el 15 de julio 1.350 voluntarios trabajan en un montaje que ocupa también, como novedad, el parque junto al río Arga. A pocos días del pistoletazo de salida, solo quedan por dar los últimos retoques de esta edición tan esperada. Des-Kontrol, The Baboon Show, Gatibu o Non Servium son algunos de los grupos que protagonizan un cartel en el que actúan codo con codo veteranos y grupos jóvenes y emergentes. 

Tras la cancelación y la alternativa audiovisual de la edición de 2020 y la suspensión de última hora de la de 2021, el Hatortxu llega con ganas de retomar su formato habitual, pero con dudas debido a los cambios que trae. “Solemos hacerlo en diciembre, y cuando te sales de tu fecha siempre tienes esa duda, pero decidimos que teníamos que tirarnos a la piscina”, explicaba Aitor Agirrezabal, miembro de la organización. “Ahora competimos con otros festivales a la hora de atraer grupos y gente. Aún y todo, la respuesta de la gente ha sido buenísima”, añadió. 

Dos años que pasan factura

“La gente está respondiendo”, afirmaba Agirrezabal, miembro de la organización de un festival en el que casi todo depende de la voluntad de la gente. “La pandemia no ha ayudado, han sido dos años de desconexión absoluta y engrasar la máquina, recuperar las dinámicas cuesta. Además, la forma de militancia y participación va cambiando”, explicó. La organización del festival acusa ahora el vacío que les han dejado estos dos años de inactividad, tras los cuales “es difícil retomar”. Sin embargo, reunir a tanta gente en torno a una causa tan conocida como la del festival “es el gran tesoro”. 

“Nuestro gran tesoro es la voluntad. Eso no ha cambiado, y este año se ha demostrado que lo sigue siendo”, apuntó el organizador. Y es que el hecho de que un festival contra la dispersión de los presos políticos consiga atraer a tanta gente año tras año es una hazaña “impresionante” que mantienen con una venta de entradas que ya alcanza las cinco cifras. 

Además de la ampliación de la duración, también se ha querido ofrecer, aparte del recinto habitual, una zona donde “poder oxigenarse”, ya que desde la organización se buscaba, “más allá de la noche, dar un espacio extra”. 

En el cartel se destaca la presencia de grupos como los suecos The Baboon Show o los madrileños Non Servium, que darán su penúltimo concierto antes de retirarse. “Intentamos ofrecer algo especial que no se vaya a ver en otros sitios”, afirmó Agirrezabal. “Hemos hecho un cartel para gustos muy distintos, con estilos muy diferentes”, apuntó sobre un cartel “muy especial”, que también acoge a bandas de casa. “Queremos darles esa oportunidad a grupos navarros que están creciendo, porque tenemos cierta responsabilidad”, manifestó, ya que “el Hatortxu se ha convertido en algo grande y es una referencia musical”.

La clave del festival, como contó Agirrezabal, es la mezcla “indispensable” entre la experiencia de los veteranos que montan esto “con los ojos cerrados” y las ideas de los jóvenes que vienen “sin pautas marcadas”.  

Hatortxu Rock mantiene su mensaje a favor de los derechos humanos y su objetivo de acabar con la política de dispersión. A ese respecto, Agirrezabal afirmó que “se han dado pasos muy importantes en los últimos años, pero no se acaba ahí”. Así, el mensaje de este año es que se ha avanzado, “pero todavía queda trabajo. Y mientras quede trabajo, nosotros tenemos que seguir aquí”.