El filósofo Francisco Jarauta (Zaragoza, 1941) se reconoce como un “escéptico apasionado”. Cuenta que tiene “la gran suerte de seguir siendo docente”, en un posdoctorado en la universidad Humboldt de Berlín. “Eso me da un vida extraordinaria”, comenta. Cada mañana dedica una hora a repasar cinco periódicos: The Washington Post, Süddeutsche Zeitung, The Guardian, La Repubblica, y El País. Lectura que complementa y profundiza los fines de semana. Este martes en Baluarte, Jarauta conversó con su colega y amigo Massimo Cacciari sobre el futuro de Europa. El italiano tuvo que intervenir vía streaming por la covid. Un diálogo “difícil”, incluso “dramático”, dijo Jarauta, cuando de nuevo las bombas acaban de caer sobre Kiev, Zaporiyia y otras ciudades ucranianas, “convirtiéndonos en espectadores de un horror y de una violencia que la guerra siempre conlleva”. Sin embargo, esa pregunta sobre el día después del conflicto bélico se la hace a diario “casi toda la prensa alemana”, relató.

La impotencia anida en Europa. La guerra en Ucrania va a más.

-Vivimos una época en la que las incertidumbres se han ido acumulando. Somos un mundo de perplejos. Nos faltan mediaciones políticas que orienten el camino de la humanidad hacia ese utópico lugar donde domine la paz y se garantice la libertad humana. Hoy asistimos a un mundo roto, con condiciones de vida muy difíciles, cada vez más complejo y con instituciones políticas más frágiles y débiles, lo que hace más difícil la gobernanza. Hay que reconocer que en Naciones Unidas, el secretario general, António Guterres, interviene permanentemente en los conflictos, pero con una estructura como la del veto, auspiciado por el viejo statu quo, no vamos a ninguna parte. Europa se constituyó cada vez más como una isla, fiel a su historia, a sus ideales éticos, a los originarios de la Ilustración, pero sin olvidar que tuvo un siglo XX con dos guerras, y dos genocidios, se llamen gulags o Auschwitz.

“La resistencia ucraniana ha sido sorprendente, favorecida por la desorganización del ejército ruso”

¿Tres con el capítulo de la antigua Yugoslavia?

-Se podría hablar también, efectivamente, de los Balcanes. Dos Guerras Mundiales dieron como resultado la Guerra Fría, que posiblemente no se cerró bien. Y hoy pagamos una de las respuestas no deseadas a ese cierre que no fue bien hecho. La presión permanente de la OTAN hacia la captación de países que pertenecían a la esfera de influencia y de control político de Rusia, ha funcionado lentamente, pero no hasta el extremo de convencer a Rusia de un nuevo orden mundial. Y en un momento de crispación, la gestión de Putin es fallida, no ha modernizado el país, como tampoco ha conseguido crear una clase media. Conozco bien Rusia, he viajado mucho por ahí, y las condiciones son cada vez más de retroceso. El autoritario está marcado por alianzas con los nuevos grupos económicos. En ese escenario, aparece la guerra.

Ante la agresión de Rusia se invoca el derecho a la legítima defensa.

-Sí, es un derecho que no podemos discutir. Hubo claridad respecto a que la intervención rusa era ilegítima y sobre una defensa de la resistencia.

Que supone que el conflicto engrose su dimensión.

-Rusia creía que iba a ser una guerra rápida, y eso no resultó. La resistencia ucraniana ha sido sorprendente. La organización progresiva de su ejército, ha sido favorecida por la desorganización del ejército ruso, que sabemos que está cada vez peor. No se puede decir que la guerra ya la ha perdido Rusia, sobre todo cuando solo le queda una intervención nuclear.

En la espiral acción reacción, Europa se plantea su devenir.

-Imagínese que la guerra no se hubiese producido. Que no hubiese habido la ofensiva rusa sobre Ucrania. Sitúese unos meses antes. Si en ese momento nosotros tuviéramos esta conversación.

“El eje francoalemán no funciona. Ese es un punto que debilita muchísimo ahora a Europa”

¿De un cierto optimismo poscovid?

-No, la situación también era problemática. Nadie duda de la existencia de Europa, pero hay muchos interrogantes sobre la mesa. ¿De qué futuro hablamos? Han surgido nuevas formas de hegemonía. El mundo está gestionado hoy por un consejo de administración que ni usted ni yo hemos elegido. Analistas americanos afirman que asistimos a un tecnofascismo. Los grandes grupos de poder, los representantes de las grandes corporaciones económico financieras, que se han impuesto.

Ha criticado el belicismo de Biden, que llegó como una esperanza a la Casa Blanca. Hay quien observa una espiral bipolar con el factor China. 

-Hay que tener en cuenta que Biden fue siempre un militarista. En su época de senador participaba en los lobbies de defensa de las intervenciones militares. Un ejemplo fue en Irak. No es una paloma. Ha tenido que hacer frente a un blockage de China, que se lo tomó como objetivo principal de su política internacional, porque China descuadraba todos los horizontes de desarrollo económico y de control político del mundo. Trump había eliminado su política internacional con su America First. Tenía buenas relaciones con Putin, relaciones poco transparentes; su mapa de negocios lo llevó a su política. La OTAN estaba prácticamente acabada. Para Trump había que retirar hasta la financiación. Entró Biden y descubrió que era el momento de recuperar no solo una políticamente internacionalista, sino también de guía del mundo, garantía del mundo libre, y se encontró con una circunstancia no deseada de la invasión rusa. Fueron los americanos los únicos que advertían sobre la invasión de Ucrania. Los servicios de inteligencia de Europa fueron muy torpes. 

Pero Putin sí debía saber que la OTAN se iba aglutinar.

-No creía en la unidad europea, y la unidad atlántica era como protocolaria, no estaba organizada como tal. Todo ocurrió rapidísimamente. ¿Qué pasa en ese momento? Detrás de todo está el estocaje impresionante de la industria militar americana, que no tenía salidas. La guerra de Ucrania ha servido para poner en el mercado una liberación de ese estocaje militar, y su patio de operaciones es Polonia, fundamentalmente.

Faltan mediaciones concretas.

-Eso pasa por la diplomacia, y en este momento las mediaciones no existen.

¿El papa Francisco ha hecho un amago?

-Ha sido insuficiente. No digo que fuese mediador él mismo, pero sí hablar a favor de la mediación, defenderla.

“Biden fue siempre un militarista. Como senador participaba en los lobbies por las intervenciones militares”

Tratar de lograr otra respuesta de la iglesia ortodoxa rusa.

-Putin y la iglesia ortodoxa forman piña. Putin le ha devuelto todas sus propiedades medievales. La iglesia ortodoxa es totalmente putinista.

Usted vive entre Murcia y Berlín. Y ve al eje francoalemán en crisis.

-No funciona. Ese es un punto que debilita muchísimo a Europa, que ha marchado cuando el transfer Berlín París, París Berlín ha funcionado. Hoy no funciona. Alemania está cercada. Es la que más cara paga la crisis, amén de que durante casi 20 años desde Schröder, hizo inversiones colosales en Rusia, sobre todo tecnológicas e industriales. Todo eso lo ha perdido. Se veían compensados con el conducto de gas, y para la industria alemana, orientada fundamentalmente a la dependencia energética de Rusia, esto es un caos total. Por otra parte, en Francia, son los peores años de Macron. Hoy todavía la política interior francesa no le garantiza ni siquiera la continuidad política. 

Y en Italia ha llegado Meloni.

-Yo creo que Meloni no se va a atrever a hacer una política antieuropea, porque la ayuda europea es absolutamente necesaria para una cierta normalización económica de Italia, un país que tiene una deuda colosal. Habrá una política antieuropea en el campo de los derechos sociales, probablemente.

No es cuestión menor.

-Efectivamente. Una línea que va de Orbán al primer ministro polaco, y Meloni, instrumentalizan un frente político de confrontación sobre todo para Bruselas. 

¿Cuál es su esperanza en estos momentos? ¿En qué radica?

-Desearía que se restaurara un orden cosmopolita, donde los problemas de la humanidad, cada vez más graves, tuvieran la prioridad en toda sus dimensiones.

Habla de restaurar un orden cosmopolita. ¿Eso existió?

-Existió. Tenga en cuenta que a finales de este siglo Nigeria va a tener más población que Europa. En el siglo XX ocurrieron fenómenos terribles, incluido Hiroshima y Nagasaki y muchas más cosas. Pero desde el punto de vista de la humanidad, el hecho más importante, indiscutiblemente, es que en 1900 éramos 1.300 millones de habitantes y hoy somos 7.000. Ese crecimiento exponencial que tiene la humanidad modifica totalmente la escala de nuestros análisis y de nuestras preocupaciones. 

“Europa de nuevo ha demostrado no ser un sujeto político”

 “Me gustan los lugares en los que la amistad y las ideas se encuentran, dijo Francisco Jarauta en rueda de prensa en Pamplona. “Hoy en Polonia hay más de 150.000 soldados de la OTAN armados hasta los dientes”, dijo. “¿Por qué la ausencia de mediaciones políticas?”, se preguntó, lamentando un “déficit de lo político” y “de la diplomacia”. 

Jarauta, que recibió aplausos entre los asistentes al término de su rueda de prensa, demostró ser un pensador elocuente. En los trece minutos que duró su comaprecencia, supo transmitir con brillo unos cuantos mensajes en un momento grave y delicado. Bajando a lo concreto, criticó por ejemplo el poco peso político del sucesor de Angela Merkel, el canciller Olaf Scholz. “Se comporta como si siguiera siendo alcalde de Hamburgo”, censuró.

Según este filósofo, mientras Europa se afanaba en tratar de relatar su historia, “el mundo se ha transformado totalmente. Ha habido cambios que han alterado no solo geopolíticamente, sino también desde el punto de vista del poder, han surgido nuevas hegemonías”. En paralelo, a su juicio, “Europa se va encerrando en su territorio envejecido”. 

Jarauta constata que “la guerra quema  incluso hasta las buenas ideas e intenciones”. Sin embargo, sugiere que en este contexto de tanta incertidumbre, Europa podría volver a plantearse “las exigencias de la condición humana desde un punto de vista cosmopolita, o universalista”.

A juicio de este catedrático, es “una urgencia moral absoluta” poner en marcha “aquellas mediaciones que permitan el final de la guerra. Pero la política que se está siguiendo no tiene que ver con este objetivo”. Califica de “ilegítima” la posición de Rusia, y observa que en la actual dinámica “cada vez es más difícil avanzar en una negociación”. Asimismo, critica la dimensión del “rearme” de la OTAN, “con el pretexto de esta guerra”. 

A modo de conclusión anticipada, para Jarauta “Europa, una vez más, ha demostrado no ser un sujeto político”. “Se ha sometido y abdicado”, dijo. “Estamos ante un mapa de incoherencias políticas muy fuerte. La guerra es absolutamente el primer mal a evitar”. - Diario de Noticias