Antes de irse de forma repentina, Jabier Villarreal dejó escritas varias frases en la pizarra de su estudio. Ángela Moreno, su compañera de vida y de arte, se quedó con una de ellas: “Cuando los sueños van a los ojos”.

Tiró del hilo de los pensamientos y sentimientos que le evocaban esas palabras así dispuestas, y de una forma natural e inevitable siguió creando. Siguió viviendo. Ahora, esa frase da título a la exposición que acoge Apaindu y en la que la artista navarra comparte con el público una muestra de su trabajo más reciente, en el que presencia y ausencia se conectan, y se ponen en valor la memoria y ese silencio interior que ni entiende ni necesita de la palabra.

Se trata de un trabajo iniciado durante el confinamiento en la primavera de 2020. Una experiencia que Ángela Moreno vivió como una oportunidad para crear. “De pronto disponía de todo el día para mí, sin obligaciones, sin prisas ni horarios, sin compromisos. Y eso me resultó beneficioso. Disfruté de ese tiempo, de tener el taller en mi propia casa y poder dedicarme a crear”, cuenta sobre el origen de esta obra en la que hay grabado, tejido, dibujo y joyería de autor; que ha ido haciendo “a fuego lento” a lo largo de tres intensos años, en “fragmentos de tiempo” que ha podido dedicarse a sí misma. Y ha sido “una terapia sanadora”. Una oportunidad de recolocar todo eso que se remueve cuando hay pérdidas tan grandes como la de una madre y la de un compañero de vida y de oficio. Una oportunidad de integrar la ausencia en la cotidianidad.

En este proyecto, las series blanca y negra se funden, conectando presencia y ausencia, claridad y oscuridad. Iban Aguinaga

“Practico la teoría de la Gestalt, el estar aquí y ahora. El estar concentrada en algo, como cuando hago tejido o joyería, y a la vez simplemente dejarme llevar, sin dirigir los pensamientos hacia nada concreto. Entonces el tiempo no cuenta, el tiempo pasa, me permite estar en paz”, dice la artista.

Memoria, naturaleza, tejido y silencio; “ese silencio que no puedes traducir en palabras porque pertenece a tu propia interioridad” y que está hecho de pensamientos y sentimientos que están, como también lo están los sueños, “entre el silencio y la palabra”, siguen siendo elementos clave en esta exposición, como lo fueron en la serie anterior de Ángela Moreno dedicada a su madre bajo el título Naturaleza tejida, hecha de silencio.

“Hay cosas comunes, pero estas obras representan otra fase de mi vida. Yo soy otra”, dice Moreno mirando las piezas que lucen en Apaindu. Y apunta que, aunque de otra manera, sigue hablando a través del arte de su identidad, de lo cotidiano, de lo conocido y del mundo que le rodea.

El punto y el ganchillo son el argumento para poder hablar de mujeres importantes en su vida: su madre y su abuela, “de las que tanto aprendí”, asegura. Mujeres “poderosas, transmisoras de un conocimiento” que la artista traslada a otros escenarios poniéndolo en valor.

La naturaleza lo invade todo porque “somos naturaleza. Yo soy naturaleza, no hablo de algo ajeno a mí. Y las imágenes de las que me sirvo para estas obras me acompañan en el tiempo; son árboles tomados de fotografías de viajes familiares. Es lo cotidiano, pero reformulado en esta serie”, dice la artista, que a través de la tinta compone en estas obras de aspecto delicado pero a la vez sólido, frágil y a un tiempo fuerte como lo es la memoria, “comunicaciones, que pueden ser ramas, tentáculos de las neuronas, algo orgánico”.

Naturaleza grabada en un papel negro que, dependiendo de cómo lo mires, devuelve un negro en brillo o en mate; “esa parte me interesa mucho, ese juego de lo no evidente, de lo que está en el interior”, dice la artista, que decora esas obras sobre papel negro con hilos metálicos –de cobre, de plata, de colores– con los que ha tejido formas utilizando la técnica del punto. Un movimiento que su madre recordaba y repetía en los últimos momentos de su vida, como una meditación. “Así también, yo hago ese movimiento sin pensar en representar ninguna forma en concreto, sino dejándome llevar. Y el tejido va creciendo de manera paramétrica, como crece el punto, pero sin querer representar nada”, explica Ángela Moreno. 

El papel blanco, que aquí no pertenece a otra serie diferenciada sino que se funde con el negro, conectando presencia y ausencia, claridad y oscuridad, yin y yang, está dedicado al dibujo. Hay en estas obras retratos –y autorretrato– a lápiz, y gorriones inmortalizados a tinta en pleno vuelo, que no se sabe si van o vienen; “son como esos pensamientos, esas comunicaciones sutiles”, apunta la artista, que hace presente en esta muestra “la ausencia de Jabi (Villarreal)” en una pieza en la que el retrato del artista dibujado con rotulador permanente sobre acetato se proyecta, inmaterial, atmosférico, con la sombra como protagonista. 

Colgantes en ámbar y plata, piezas únicas creadas por Ángela Moreno. Iban Aguinaga

Joyería de autor

Piezas únicas en ámbar, hilo de plata y cobre tejidos, o nácar

En la exposición Cuando los sueños van a los ojos hay una evocación de la estética japonesa. Elegancia, minimalismo, limpieza y nada que distorsione la mirada que se posa en la belleza de estas piezas. Así, no hay cristales ni marcos en las obras en papel, porque según la estética japonesa el papel tiene que envejecer, como nosotros, con el polvo, el paso del tiempo.

Esa misma filosofía la aplica Ángela Moreno a la creación de joyas de autor, una faceta artística que entiende como una extensión de su obra plástica y en la que lleva inmersa ya años, últimamente con la incorporación de un nuevo material: el ámbar. Una piedra muy apreciada, “muy cálida y liviana”, con la que la artista navarra ha creado gargantillas y pendientes que, como todas sus joyas, son piezas únicas. 

“He tenido la suerte de poder jugar con piezas de ámbar y es emocionante, son cincuenta millones de años de antigüedad de vida en tus manos. Son piezas de una belleza impresionante, muy livianas, y he querido transmitir esa ligereza con diseños volátiles en los que la protagonista es la pieza de resina. Si las miras bien, con la luz adecuada, ves en su interior esa especie de constelaciones, o galaxias, producto de las burbujas de aire retenidas en la resina; formas y dibujos fascinantes que el propio material crea”.

Con el ámbar combinado con plata ha alumbrado piezas de joyería cálidas y livianas, que se funden con la piel y su temperatura, muy agradables de llevar, que lucen en la exposición de Apaindu junto a otras realizadas a base de hilo de plata o de cobre tejidos a mano, nácar y plumas con motivos variados que pueden recordar a puntillas o a vegetales.

Pendientes, colgantes, gargantillas o brazaletes fruto de “un trabajo lento, minucioso”, que la artista aborda con la misma pasión y el mismo cariño que pone cuando dibuja o graba.

Ángela Moreno se siente afortunada de tener la posibilidad de mostrar su obra en un espacio tan céntrico en la ciudad como Apaindu. “No exponía de manera individual en Pamplona desde 2005, cuando lo hice en el Polvorín de la Ciudadela. No hay mucha oportunidad. Y no es que yo no tenga obra, yo trabajo de natural, no pensando en una exposición”, dice esta artista hecha a sí misma que considera el acto de crear “una necesidad vital, como el respirar”.

La exposición

  • Título. Cuando los sueños van a los ojos.
  • Lugar. Espacio de arte Apaindu, calle Curia 9 del casco viejo de Pamplona.
  • Fechas. Inaugurada el pasado viernes, la exposición permanecerá visitable hasta el próximo 29 de diciembre, de lunes a viernes en horario de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas.

La autora

  • Al frente de zubiarte desde 1996. Licenciada en Bellas Artes por la UPV/EHU en 1986 en la especialidad de grabado, Ángela Moreno dirige desde 1996 el taller de grabado Zubiarte en la localidad navarra de Huarte; centro dedicado a la edición y difusión de de la obra gráfica en la Comunidad foral. 
  • Docente y artista. En el taller de Zubiarte, a lo largo de estos años ha impartido cursos de grabado tradicional y contemporáneo, pero sobre todo de fotograbado, fotopolímeros e imagOn utilizando materiales, productos y técnicas propias del grabado no tóxico. Ángela Moreno compagina la docencia con la creación, siendo campos que se retroalimentan. En su obra, generalmente sobre papel, la gráfica siempre está presente.