Pablo Remón escribe y dirige este montaje que supone el regreso de Javier Cámara al teatro después de más de una década apartado de las tablas. Como cuenta en esta conversación, el actor se encuentra en un momento dulce en lo profesional, donde puede elegir y decidir sin prisas, y de autoconocimiento en el oficio y en la vida.

PREGUNTA: Acabó el año finalizando el rodaje de la segunda temporada de la serie ‘Rapa’ y con una Medalla al Mérito de las Bellas Artes y lo inicia con esta exitosa gira de teatro. Nada mal. 

RESPUESTA: –Nada mal. El año pasado fue maravilloso a nivel de trabajo y este también tiene una pinta estupenda. Seguimos con la gira teatral, imagino que Rapa se estrenará cerca del verano y de salud bien, o sea que, salvo las inclemencias del tiempo y de la política, las cosas van bien. 

P: Parece que el horizonte de 2023 se le presenta despejado y atractivo. 

R: –Sí. Se presenta bien y con algunos secretos que aun no puedo comentar. Son proyectos que tendrán lugar en la segunda mitad del año y me da pena no poder decir nada, pero ya sabes que hasta que no se concreten... 

P: ¿Qué sabor de boca le está dejando este regreso al teatro 12 años después de ‘Realidad’, de Tom Stoppard? 

R: –Pues ahora estaba comentando con Nuria Mencía –parte del elenco de ‘Los farsantes’– que apenas nos queda un mes de gira y que me da una pena tremenda porque ha sido una experiencia brutal. Yo quiero seguir, ojalá que surja más gira y que la podamos hacer porque está siendo buenísima. Mis compañeros son increíbles, el público la está viviendo de una forma muy apasionada y, además, Pablo Remón me emociona mucho por cómo escribe y por cómo crea su mundo propio y lo lleva a cabo. Es un artista.

P: ¿Se lo pensó mucho antes de volver a pisar las tablas? 

R: –Ha sido una vuelta muy pensada. Tenía muchas ganas de volver y quería estar en un lugar donde me sintiera muy a gusto contando algo muy personal y muy propio de un autor concreto. Pablo y yo nos conocimos en Venga Juan. Él escribió los dos episodios que yo dirigí y fue muy gratificante trabajar con él, así que cuando me propuso hacer Los farsantes, no lo dudé.

P: ¿Qué pasó en ese tiempo para que dejara a un lado la escena? 

R: –¿Sabes qué pasa? Pues que en esta profesión lo habitual es decirte a ti mismo ‘coge todos los proyectos que se te presentan por si luego no hay’, pero a mí me funciona otra fórmula, y es que tengo que ir de uno en uno. No puedo hacer varias cosas a la vez, no sé. Bastante es compatibilizar una vida profesional y una vida personal, y más con familia, así que para mí lo más interesante es elegir bien. Es verdad que soy un privilegiado porque puedo esperar un buen proyecto. Cada uno suele durar unos seis meses, así que como mucho puedes hacer dos al año o tres, que ya es una locura. Con eso me doy por satisfecho. Por suerte me pagan bien, soy un actor con una trayectoria y ahora mismo puedo decidir a nivel personal y profesional. E insisto, no sé hacer dos cosas a la vez, en el pasado me ha resultado muy complicado y me parece un lío. El teatro se merecía el tiempo para él mismo, igual que una serie o una película. También quiero tener tiempo para mí, para leer, para escuchar música, para estar con mi familia, con mis amigos, para cocinar, para tumbarme en el sofá a ver deportes, para estar conmigo...

P: ¿Cada formato proporciona satisfacciones diferentes? 

R: –Yo generalizo y hablo de cuando te lo pasas bien y cuando te lo pasas mal. Cuando lo pasas mal, no quieres hacerlo más, quieres borrarte de esta profesión. Yo hace mucho que no tengo una mala experiencia porque elijo bien y hablo mucho y preparo los proyectos. Y cuando lo disfrutas mucho, es impagable. A veces te lo pasas tan bien que da la sensación de que tendrías que pagar tú. Muchas veces no valoramos todo el esfuerzo que hemos hecho, nuestros estudios, el tiempo dedicado... y puede parecer un hobby, dado el disfrute máximo. A esto hay que sumarle las cosas bonitas que te dice la gente por la calle. Es una profesión muy pagada de sí misma, hay un feedback inmediato y el público se olvida pronto de las cosas malas.  

P: ¿A qué se refiere? 

R: –Pues a que no te recuerdan trabajos que has hecho y que quizá no eran tan buenos. Es como si solo hubieran visto las buenas, esas están muy frescas en su memoria y te saludan por eso. Es muy gratificante. 

P: ¿Y Javier Cámara también se olvida con esa facilidad de las cosas malas, de los malos ratos, de un trabajo que no le ha convencido?

–¡Claro! Hay trabajos que no han sido satisfactorios, pero los has tenido que sacar adelante, así que te dejan un aprendizaje muy grande. Eso siempre es aleccionador. Te dejas la salud, pero de esas experiencias se aprende muchísimo. Luego están cosas como esta obra de teatro, que la disfrutas todos los días.

P: En el caso de ‘Los farsantes’, iba a preguntarle por el título, pero mejor ir al meollo: ¿de alguna manera, todos llevamos una o varias máscaras? 

R: –¡Por supuesto! Si siempre le dijéramos a la gente lo que realmente pensamos y sentimos, lo mal que hemos dormido, los problemas que tenemos... Si la gente fuera sin máscara por la vida, sería otro mundo, aunque también sería interesante. Se produciría una catarsis general. Pero es que si uno dijera realmente lo que piensa... (ríe) Oye, pues igual no estaría mal, tal vez si se cayeran unas cuantas máscaras, te darías cuenta de que tienes relaciones con personas que no piensan de ti lo que crees que piensan. Pero la máscara es necesaria muchas veces porque te protege, te mantiene a una cierta distancia y eso en ocasiones es muy sano.

P: Esta obra también nos habla del éxito y del fracaso, ¿cómo ha aprendido a sobrellevar ambas situaciones? 

R: –Vas aprendiendo. Yo llevo muchos años en esto y habré tenido mis bajones y mis subidones, mis pasadas de frenada, con momentos de creerme que era lo más y otros de tener que ir a terapia porque pensaba que no podía con esto, con las críticas de los demás, con determinadas situaciones... Uno no se conoce hasta el día en que se muere. Esto consiste en aprender constantemente y eso es muy bonito. Además, luego te das cuenta de que los personajes no son de una forma, son como tú los quieres ver y como los estás construyendo y de que están en permanente evolución. Lo más interesante es poder hacer un personaje que te enseñe algo, incluso cosas de ti mismo.

"No puedo hacer varias cosas a la vez, no sé; bastante es compatibilizar una vida profesional y una vida personal. Además, el teatro se merecía tiempo para él mismo"

P: ¿Es el caso de ‘Los farsantes’?

R: –Sí. Descubrimos cosas de los personajes y de la función constantemente. A veces la hacemos en un tono de farsa, otras veces en un tono más dramático, más ensoñador... Y cuando escuchamos a los compañeros hacer a los personajes en escena de pronto te descubres en ellos o descubres a alguien que conoces. Me imagino que es como cuando empiezas a ver películas de desamor, que cuando te pasa a ti lo entiendes, o cuando ves alguna sobre padres e hijos y empiezas a comprender no solo lo que es ser hijo, sino también lo que significa ser padre... Madurar tiene que ver con las etapas de la vida, y con el teatro pasa lo mismo. No te enfrentarías a Hamlet a los 20 igual que lo harías a los 50, aunque el personaje escrito sea joven.

P: En este caso, y aunque el elenco interpreta a varios personajes distintos, hay dos principales, el de la actriz Ana Velasco, a la que da vida Marina Salas, y el del director de cine de éxito que interpreta Javier Cámara. ¿Se ha inspirado en alguien que ha conocido en estos años?

R: –No, y Pablo no nos dio referencias. Sí es verdad que cuando estábamos ensayando comentábamos que este o aquel personaje nos recordaba a este director o a esta directora o a tal o cual actor o actriz. Y es cierto que Ana Velasco refleja la vida de muchos actores y actrices. Todos nos hemos preguntado qué somos, qué le estamos dando a esta profesión, cuánta vida nos estamos dejando en ella, si será verdad que conseguiremos vivir de esto, cuándo puedes considerarte actor de verdad... Es muy extraño. Los actores y las actrices muchas veces están en un limbo donde están esperando a definirse a sí mismos o a dejarlo, incluso. Ana Velasco es un personaje que habla del éxito de conseguir decirse a sí misma lo que necesitaba. Y mi personaje a priori es un director de éxito, pero habla del fracaso, porque ha tenido muchos triunfos en el cine, pero en el fondo le apetecía hacer otra cosa. Representa las renuncias. Es la historia, por ejemplo, de muchas mujeres profesionales que tienen que renunciar a una vida personal para poder seguir con su oficio en esta sociedad castrante. Somos generaciones muy bien criadas, dotadas, estudiadas, pero nos cuesta renunciar... Lo vemos en las redes sociales, queremos estar en todos los lados, y hay un momento en la vida en que tienes que decir ‘estoy en esta salsa, pero en estas otras 400 salsas no quiero estar’. O ‘a mí me gustaría hacer este personaje’, cuando la realidad es que no lo vas a hacer nunca porque o no estás dotado o no te lo van a ofrecer. Darte cuenta, conocerte a ti mismo y saber cuáles son tus limitaciones, tus fracasos, tus renuncias es una de las grandes lecciones de esta función.

P: ¿Javier Cámara está también en el momento de ser más honesto consigo mismo?

R: –Ay, cariño, ahí estamos todos (ríe). Sales de la ducha en pelotillas, te estás secando delante del espejo y asumes que ese eres tú. Luego sales más fuerte, bien vestido y vendes otra cosa, aunque sí es verdad que cada vez estoy consiguiendo ser más honesto conmigo mismo, a aceptarme y a quererme más, con todos mis errores, mis dudas, mis fracasos y mis alegrías.

P: Recientemente le hemos visto en papeles de comedia, como ‘Vamos Juan’ y en otros de drama como ‘Rapa’. ¿Cuando elige sus proyectos busca el cambio de registro?

R: –Mira, yo podía haber vivido en la comedia toda la vida. Le dije a Diego San José que en Venga Juan y en Vamos Juan podría estar 10 años, y lo mismo sentía cuando estaba en 7 vidas. Lo que pasa es que luego vino Almodóvar, me ofreció hacer Hable con ella y de pronto la gente me empezó a ver de otra manera. Lo que me ha pasado es que fui un adolescente un poco perdido en el que los demás vieron capacidades, pérdidas, errores, aciertos que yo no podía ver en mí mismo. Y eso me ha ido acompañando el resto de mi vida. Alguien me dijo en un momento dado que podía dirigir, y yo ni lo había pensado y lo hice. Y lo mismo me pasó con tal o cual personaje. Como decía Blance Dubois en Un tranvía llamado deseo, siempre he tenido que confiar en la bondad de los desconocidos. En mi caso, los desconocidos han sido personas con mucho talento, y si vas de la mano con ese tipo de gente que te dice que tú puedes hacer ciertas cosas, empiezas a creerte que puedes hacerlas. Por eso, a una edad avanzada para lo que suele ser el despertar de un artista, yo, que siempre he sido actor, de repente me he atrevido a dirigir y a hacer personajes que nunca me había atrevido a hacer antes. Creo que ahora que estoy más en contacto conmigo mismo me lanzo y hago esas cosas.

Cartel de 'Los farsantes'. Cedida