Cuatro mujeres llevan las riendas de 'Adictos'. Una, Magüi Mira, dirige, y tres, Lola Herrera, Lola Baldrich y Ana Labordeta, interpretan a los tres personajes protagonistas: una científica, una doctora y una periodista que reflexionan en este thriller distópico sobre el futuro próximo y el comportamiento humano en la era digital, especialmente en lo que al uso de las nuevas tecnologías se refiere. ¿Somos realmente libres? ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo en esta nueva era de la desinformación? Adictos “surge de la necesidad de abordar una problemática que nos afecta a todos”, comentan los autores. 

La obra podrá verse el miércoles 15 de febrero, a las 20.00 horas, en el Teatro Gayarre.

PREGUNTA: Vuelve al Gayarre, un teatro y un público al que conoce muy bien. 

RESPUESTA: –Así es, he trabajado en el Gayarre asiduamente en los 800 años que llevo en esto (ríe). La primera vez que fui allí fue en 1958 o 1959 y luego he ido yendo con todo lo que he hecho. Y el público siempre me ha mostrado mucho afecto y cercanía. Es una cosa muy bonita y muy agradable.

P: En todos estos años, ha dado unas cuantas vueltas a España. ¿Qué le han proporcionado las giras? 

R: –La verdad es que he girado con todos los trabajos que he hecho. Con una sola excepción, nunca me he despedido de un espectáculo ni de una gira. Lo he hecho de principio a fin. Las giras me aportan mucho. Me han servido para conocer mi país, eso sí, teniendo en cuenta que no vas de turista, sino que vas a trabajar y, como tal, tienes que guardar energías. En mi caso, sobre todo en los últimos años guardo mucho mis energías y las gobierno para dejar lo mejor para la función. Aparte de eso, a lo largo de los años sí que he ido viendo cómo han ido cambiando las ciudades, comprobando qué tiendas que conozco han permanecido en el tiempo... Antes cada sitio tenía unas características más marcadas y ahora con estas cadenas que están en todas partes a veces no sabes si estás paseando por la calle Preciados o dónde, porque todo parece igual. A pesar de eso, hay ciudades que mantienen una serie de cosas, restaurantes y otros lugares que resultan muy agradables. Además, para mí hay algo muy importante, que es llevar el teatro a domicilio.

P: Garantizar el derecho del público a ver teatro. 

R: –Eso es. Hay gente que viaja a Londres, a Nueva York o a Madrid para ver teatro, pero normalmente esas personas tienen posibilidades económicas. La mayoría no viaja para ver teatro y a mí me encanta poder llevarlo a la ciudad donde la gente vive, que forme parte de la oferta cultural de ese lugar.

P. ¿Cómo ha asistido al relevo generacional de los públicos? 

R: –Claro, afortunamente ese relevo existe. Ahora va muchísima gente joven al teatro, tendría que ir más aun, pero va mucho. Esto me ensancha el alma, porque cuando, como yo, tienes pasión por algo y has entregado toda tu vida, quieres contagiar, contaminar a los demás y es muy agradable que la juventud sienta interés. Y a la vez me parece normal porque hay pocas cosas en directo.

"Yo tenía muchas ganas de hablar del mundo en el que vivo. Igualar las gratificaciones de 'Cinco horas con Mario' era muy difícil, pero está siendo una experiencia muy buena"

P: Desde luego, pocas como el teatro. 

R: –El teatro es muy especial, no es el barullo de un concierto, tiene otros matices. Y creo que el espectador de teatro busca otras cosas; escuchar una historia, contaminarse de ella, que le haga pensar, que le zarandee un poco... El teatro sirve para reír, para llorar, para emocionarse... Es un espacio pequeño donde pasan muchas cosas.

P: En estos tiempos de plataformas de streaming en los que incluso se asiste cada vez más a conferencias y a cursos de manera virtual, ¿cree que el teatro está amenazado? 

R: –No, pero quizá porque pasará a ser una cosa exótica. Pero vete tú a saber, a la velocidad que vamos... Hay formas de hacer y de ver teatro que son engañosas. Si no se ve en un espacio en directo, es otra cosa. El teatro es el espacio donde todos respiramos al mismo tiempo y donde se produce un intercambio directo de sensaciones. Pasa igual cuando vas a un concierto de jazz, por ejemplo. ¡Cómo puede ser lo mismo escuchar un disco en tu casa que asistir a las improvisaciones en vivo! No creo que esto desaparezca, aunque no tengo claro hacia dónde van las generaciones venideras y las que ya están aquí, caminando. Sé que van muy deprisa, pero no sé adónde. Se vive todo o de manera individualista, en casa, o de manera masiva, con partidos de fútbol o conciertos o festivales de miles de personas. Yo me ahogo solo de pensarlo (ríe).

P: Precisamente, ‘Adictos’ aborda lo enganchada que está gran parte de la sociedad a las redes sociales y a un entorno digital que le ofrece una visión distorsionada o intencionadamente mentirosa de la realidad. ¿Por qué es importante hace esta reflexión hoy?

R: –Primero, porque la adicción es un hecho. Se ha caído de plano en ello. La sociedad se está modificando a través de estos medios que nos espían y nos controlan. Compramos lo que nos dicen, hacemos lo que nos dicen... Estamos muy domesticados, teledirigidos. Cada uno es muy libre de hacer lo que quiera, pero yo estoy convencida de que nos llevan hacia donde quieren. Hay una docilidad que me asombra.

P: Nos lo creemos todo sin cuestionarlo.

R: –Y si no te lo crees es igual, porque como hay que hacer lo que se espera en cada momento... De verdad, que me quedo asombrada con lo que está pasando. Siempre ha habido tendencias, pero antes cambiaban cada ciertos años y ahora van muy deprisa. Las personas van uniformadas y no es que nadie se lo ordene, se uniforman solas porque es lo que se lleva. Me choca muchísimo que no haya una necesidad de buscar las cosas con las que tú te sientas bien. Hay muchas cosas que no entiendo, pero, bueno, es normal, ya soy muy mayor. Por ejemplo, no veo por ninguna parte la actitud contestataria que se presupone a la juventud.

P: ¿Está en riesgo la democracia?

R: –Cuando has vivido una dictadura, te parece que esto es Jauja, pero, indudablemente, todo es mejorable. Hay personas metidas en el mundo de la política que sí que quieren mejorar la vida de los ciudadanos, pero hay otras que tienen otras intenciones. Estamos un poco desconectados de las realidades.

"Sobre todo en los últimos años guardo mucho mis energías y las gobierno para dejar lo mejor para la función"

P: Y en este tiempo tan complicado, ¿qué brújula o qué guía sigue Lola Herrera para orientarse?

R: –Es importante tener un criterio propio, y este se hace caminando. Es bueno escuchar y atender a las cosas que te suscitan curiosidad. Ahondar en ellas. Pero, insisto, no hay que dejarse llevar sin más, cada persona tiene que tener su mundo y pensar bien antes de tomar decisiones. Todo el mundo se queja de quien gobierna, pero a la hora de votar no sé si la gente le da muchas vueltas a la cabeza pensando en quién le beneficia, quién responde a sus intereses y quién va a impulsar la sociedad que le parece más adecuada. Tengo la impresión de que hay una ligereza en cosas que son fundamentales en el desarrollo de nuestras vidas en el sitio donde cada uno vivimos. Deberíamos tomar partido y mostrar mucho más interés por asuntos que luego tienen consecuencias en nuestro día a día.

P: Parece que Lola Herrera sigue siendo rebelde.

R: –No sé si se puede llamar rebeldía a esto. Soy una persona a la que le gusta saber de dónde vengo, dónde estoy y adónde voy. Trato de estar informada y esto me parece algo bastante normal. No me siento rebelde, simplemente estoy alerta y valoro, sopeso y critico lo que me parece criticable y alabo lo que me parece alabable. 

P: Y a la hora de pelear por una sociedad justa, qué importantes son los hechos más que las palabras. Aquí tenemos ‘Adictos’, una obra de teatro protagonizada por tres actrices y con otra mujer al frente de la dirección.

R: –Esto es muy importante, sí. Las mujeres vamos sacando la cabeza a pesar de los palos que podamos recibir. En esta función se presenta en escena a tres mujeres que son puntales en sus profesiones. Tres mujeres que abordan cuestiones que nos afectan directamente en la sociedad en la que vivimos. Yo tenía muchas ganas de hablar del mundo en el que vivo. Igualar las gratificaciones de Cinco horas con Mario era muy difícil, pero está siendo una experiencia muy buena. Tengo dos compañeras con las que me lo paso muy bien en el escenario. Hay un entendimiento y una forma de ver nuestra profesión que nos une estrechamente. Y estamos también las tres muy de acuerdo en hablar de lo que hablamos. Creo que, de alguna manera, esto se transmite al público y por eso allá donde hemos hecho la obra se produce una conexión estupenda con el público.

P: Para terminar, una pregunta que también está sobre el escenario en esta obra, ¿cree que alguna vez la inteligencia artificial superará a la creatividad humana?

R: –No sé... los humanos somos muy imprevisibles (ríe). Yo creo que no, pero igual decir esto es una ingenuidad por mi parte. Me gustaría que la tecnología fuera una ayuda, pero no algo que anulase la espontaneidad; la humanidad en definitiva.