Con la repentina desaparición del diario personal de Mola como premisa, el periodista Pello Guerra Viscarret presenta su nuevo libro, El diario de Mola. Una novela de corte policiaca con tintes de novela negra que, sosteniéndose en el misterio entorno a la muerte de Mola y las sospechas de su viuda, Consuelo Bascón, muestra las dos caras de la Pamplona de 1937: “la de que aquellos que tenían el poder, los carlistas y falangistas, que decidían sobre la vida y muerte en la capital foral”, y, por otro lado, “la de aquellas personas normales que sufrían la represión de los sublevados”.

Realidad y ficción

De esta manera, la novela mezcla sucesos y personajes históricos para construir una historia de suspense. “El 3 de junio de 1937, Mola sufrió el accidente aéreo que lo mató. Sin embargo, antes de subirse al avión, le encargó a su secretario realizar asuntos militares y, además, recoger su diario personal”, relata Guerra. Ahora bien, una vez el secretario conoció el accidente, en vez de dirigirse al lugar del suceso, se fue a por el diario del general, “pero no lo encontró, el diario había desaparecido. Un diario que contenía mucha información sensible en relación a los preparativos para el golpe de Estado y que afectaba a personas importantes”. 

Además, esta muerte tuvo un gran beneficiario: “Franco, que se quitó del medio a un general con prestigio y poder que no le gustaba tenerlo como generalísimo sin un tope temporal”, cuenta el escritor. También señala cómo en las calles de Pamplona se conocía como una verdad no oficial que la muerte de Mola fue intencionada. “Cuando José Millán-Astray vino a Pamplona a darle el pésame a Bascón y asistir al funeral, ella le dijo que habían asesinado a su marido”, y señaló al dictador. 

“Hasta aquí los hechos reales”, señala Guerra, porque para la novela, no solo hay un diario “sino dos, y ambos han desaparecido”. En este sentido, la trama avanza con su protagonista muerto desde el principio, tomando el relevo Bascón, “que recurre a Raimundo García, conocido por el apodo de Garcilaso, director de Diario de Navarra, en busca de ayuda”. Sin embargo, a medida que avanza la historia ficcional, “el propio periodista aparece en la investigación como uno de los impulsores del alzamiento”. 

Por otra parte, también tendrán protagonismo Fermin Subiza, un carlista, y Javier Liberri, un falangista. Ambos desvelarán “hechos que han permanecido ocultos y también mostraran las tensiones entre los grupos que militan una vez fueron unidos en un solo por Franco”, explica Guerra.

Pamplona en 1937

Ahora bien, la novela no se ciñe únicamente a las peripecias de Bascón y sus ayudantes, Guerra también recurre a otros caracteres más mundanos para dibujar la capital foral en 1937, con personajes como el cura Marino Ayerra, Galo Vierge, Félix Maix y la madame La Turca, que basados en testimonios reales, “entremezclan la ficción y la realidad para recrear una etapa que, 86 años después, sigue marcando el presente”. 

De esta manera, los personajes secundarios “cuentan historias sobre la Pamplona de entonces, como la del campo de prisioneros de la Merced o la del Fuerte de San Cristóbal”. El escritor busca poner el foco en las mujeres, “esposas, madres, hijas de presos o fusilados. Titanes que tienen que mantener una familia, soportar la represión y encargarse de los encarcelados”.

El proceso de escritura

El diario de Mola es el octavo libro de Guerra y sigue la tónica del escritor, contar la historia de Navarra, ya sea en el siglo XVI, como es el caso de seis novelas suyas, o del siglo XX, como es el caso de esta. “Este es el libro de una historia que ha venido a buscarme, porque una vez encontré el dato del diario desaparecido, no pude hacer otra cosa que tirar del hilo”.