Usted dice que “mi vida no se entiende sin el cine”, ¿de dónde nace esa pasión suya?

–De la más remota infancia. Casi no tengo recuerdos que no estén relacionados con mi afición al cine. Desde muy pequeño mis abuelas, con las que vivía entonces, me llevaban al cine los domingos y desde el primer momento las películas me apasionaron y me aficioné enseguida al cine. No tenía amigos, era un niño muy solitario que vivía con dos señoras mayores que me cuidaban y muy bien pero no tenía ningún tipo de vida social. Iba al colegio pero las relaciones con mis compañeros no eran muy buenas por lo que mis juegos eran muy solitarios y estaban muy relacionados con el cine. De ahí viene mi afición al cine. Mi padre se había dedicado al cine, antes de que yo naciera en la Segunda República dirigía los estudios Cinearte y los estudios de Aranjuez después. Era ingeniero de sonido y trabajó en Alemania. Tenía una vinculación con el cine pero cuando yo era pequeño ya no. Nunca hablé con mi padre de cine hasta que no fui adolescente.

¿Era su conexión con el mundo y la sociedad?

–Si, pero lo era para todos en una España que estaba en plena posguerra y en la que los niños no teníamos ninguna posibilidad de salir de nuestro círculo más familiar. Era la manera de enterarse de cómo eran las cosas más allá de la puerta de tu casa. Pero lo era para todo el mundo. No solo era mi afición a ver películas si no también la base de mis juegos. Inventé toda una serie de juegos relacionados con el cine, con los actores, con las películas, con ese mundo. Un niño de 7 u 8 años no tenía mucho mundo pero me hizo ser feliz desde pequeño. Cuando ya entré en la adolescencia me servía también para acercarme e interesarme por la literatura, por la música, por la historia, por la pintura. Todas esas aficiones me lo propiciaron las películas que veía. Me enseñó mucho también sobre la vida. Las cosas que me han ido pasando ya las había visto yo en las películas.

“El cine me sirvió en la adolescencia para acercarme e interesarme por la literatura, por la música, la historia y la pintura”

Pese a ello estudia Derecho...

–Estudié en la Complutense porque había que estudiar una carrera. Mis padres me dijeron que había que ir a la Universidad y fui, pero es verdad que fue muy útil para mi porque me abrió a muchos otros intereses y aficiones como la literatura y la vida política del país. Me impliqué mucho en las luchas universitarias de los años 60 y al mismo tiempo me hizo también entrar en contacto con gente muy interesante que eran muchos de mis compañeros. Me facilitó mi acceso a una vida social más rica. El último año entré en la Escuela de Cine y simultaneé los dos estudios. Estuve cuatro años en la escuela de Cine y ya en el segundo curso había conseguido trabajo en televisión como ayudante de dirección, por lo que nunca ejercí el derecho.

Siguiendo con su biografía, en varias ocasiones ha dicho que “mi vida es una casualidad tras otra”.

–Si, pero yo creo que la de todo el mundo. El azar es muy importante en la vida, por cuestiones puramente de azar tú tomas un camino u otro en muchas ocasiones. Tengo muchos ejemplos. Estaba esperando un taxi una noche de lluvia torrencial, paró un coche en el que iba una periodista amiga mía con el subsecretario de Cultura. Me llevaron y en ese viaje se planteó una conversación sobre la crisis que había en la dirección general de cine del ICAA porque había dimitido Pilar Miró y buscaban sucesor. De esa conversación salió que el ministro Solana me ofreciera ese puesto. Esa es una casualidad absoluta porque no tenía ninguna papeleta para serlo. Sin esa casualidad nadie hubiera pensado en mi para ello. Estaba haciendo un programa de historia en cine en TVE. No tenía vinculación con el PSOE, nadie podía pensar en mi. Fue un trabajo que hice durante 3 años y del que estoy muy orgulloso. Hice las cosas bastante bien. Como ese caso miles, pero también te habrá pasado a ti.

Muy joven entró en TVE

–Acabado el primer curso de guión en la escuela de cine, ni siquiera había acabado dirección que hice después. A través del director de la revista Film Ideal, en la que había empezado a escribir, me ofreció ir con él de ayudante en un programa y tenía 23 años. Luego me quedé como realizador y estuve 27 años trabajando en TVE como realizador. Fue mi casa donde estuve en plantilla 27 años hasta 1994, con el paréntesis de la ICAA. Después de hacer La Regenta en 1994 me ofrecieron la dirección de la Escuela de Cine en Madrid y pedí una excedencia. Ahí he estado 18 años. En medio también he estado en el comité de dirección del festival de Málaga en el que he estado 26 años. También he dirigido teatro y hecho alguna película.

“El azar es muy importante en mi vida, me llevó por ejemplo a la dirección general del ICAA, un trabajo del que estoy muy orgulloso”

Aunque ha dirigido varios documentales, solo ha hecho una película. ¿A qué achaca esto? ¿Cómo fue la experiencia de la cooperativa con la que la realizaron?

–He hecho varias películas, como 7 u 8, en TVE, pero para salas de cine solo El hombre de moda. Luego documentales para cine sobre Carmen Maura y Ana Belén, además de sobre Elías Querejeta. Respecto a la cooperativa entonces era muy habitual, muchas primeras películas se hacían en cooperativa. En mi caso fue tremendo porque realmente teníamos muy poco dinero y tuvimos que hacer las cosas como podíamos. No había posibilidad de grandes lujos. En todo el rodaje tuve un día de travelling, el resto tuve que hacerlo con cámara absolutamente fija. Eso puede dar una idea de cómo fue. Luego el resultado estuvo bien, tuvo buen recorrido y ganamos dinero con la película con el paso del tiempo. Además tuvo muy buenas críticas; el resultado no fue tan penoso como hacía prever el rodaje, que fue tremendo. Me pasé todo el rodaje diciendo ‘por qué me he metido en esto, es un desastre’. Recuerdo llegar a casa todas las tardes y ponerme a llorar, me decía ‘he cometido el error de mi vida’, pero no, no fue así. Mientras duró fue muy penoso por las penalidades económicas.

Trabajaron grandes actores pero también hubo algún cameo curioso como el de Cuerda

–Si, hay un cameo de Cuerda y otro del director Antonio Drove que entonces era muy conocido. Cuerda era íntimo amigo mío desde jóvenes. Hay una secuencia en una fiesta con compañeros de carrera y ahí aparece Cuerda y otros amigos míos. Toda la figuración eran amigos y gente que se prestaba porque no podíamos pagar figuración. Yo he hecho también cameos en películas suyas, como en Pares y nones e incluso tenía un papelito. Cuerda fue mi gran amigo de toda la vida y le hecho muchísimo de menos.

Antonio Resines se pregunta en el documental sobre su vida, ¿Por qué no hizo Méndez Leite más películas?

–Hubo muchos intentos de hacer más. Muchos proyectos que se quedaron sin hacer. La mujer en la luna la escribí inmediatamente después de terminar El hombre de moda y era un poco la otra cara. Una mujer en una situación de confusión sentimental y que no sabía muy bien qué hacer con su vida. Era un guión que me gustaba mucho, monté una productora, contraté al equipo, hice el reparto y empecé a preparar la película pero al final se cayó una de las patas de la financiación que era la de TVE por una cosa burocrática, pero fue muy dramático porque no solo me impidió hacer la película sino además me costó la broma 2 millones de pesetas. Luego he intentado hacer varias películas, como una comedia Abrázame y calla o una historia sobre una mujer en la guerra civil en San Sebastián. La novela que he publicado este invierno (Fracaso sentimental en la calle 50) se basa en un guión que estuve muy a punto de rodar, aunque su desarrollo no tiene nada que ver con la novela. Intentos ha habido muchos y también he intentado que me contrataran para hacer películas de encargo, incluso cuando hice La Regenta que fue un proyecto muy bueno en TVE. Hacer La Regenta era poner una pica en Flandes porque era muy difícil. ¿Por qué después de La Regenta nadie me contrataba para nada? Bueno la vida es así, es muy caprichosa. El balance es que he hecho muchas cosas y he podido vivir de esta profesión bastante bien.

“Cuando rodaba ‘El hombre de moda’ llegaba a casa y me ponía a llorar, me decía ‘he cometido el error de mi vida’, pero no, no fue así”

En un artículo dice que ninguna profesión le ha dado tanta felicidad como la de los actores y actrices

–De pequeño solo pensaba en los actores. Eran mis ídolos y mis compañeros de juego. Jugaba con las fotos de Gary Cooper y Robert Mitchum. Han sido el vínculo que me llevaba a las películas. Incluso he visto algunas que sabia que no me iban a gustar pero sí el actor o la actriz que salía. En la vida real los actores han sido mis amigos desde muy joven, he tenido amores con actrices y llevo 30 años viviendo con una actriz que me ha hecho muy feliz, Fiorella Faltoyano. Cuando he trabajado con ellos me han dado muchas alegrías como Aitana Sánchez Gijón, Héctor Alterio, Cristina Ramos, Xabier Elorriaga o la propia Fiorella. Cuando he hecho documentales los he hechos sobre dos actrices a las que admiro muchísimo.

También en ese artículo hablaba de “alergias” hacia actores como Louis de Funes o Nicolas Cage

–Nicolas Cage es el ejemplo más claro. Tengo actores que no me gustan nada, claro, pero no significa que no puedan ganar un Óscar. Son manías. Igual que veo una película por un actor o actriz que me encanta, igual hay otros que no me gustan nada. Eso también es muy injusto, de joven por ejemplo no me gustaba nada Dustin Hoffman en su primeras películas de El graduado o Marathon Man, pero con el tiempo me parece un actor magnífico. Reconozco que es algo muy caprichoso.

Con todo lo que ha escrito periódicos, libros… saca ahora su primera novela.

–Si, escribí una novela durante la pandemia y se ha publicado ahora. Lo he pasado muy bien haciéndola. La narración literaria te permite una libertad creativa muy grande y al mismo tiempo es muy exigente y te obliga a buscar la palabra justa, el adjetivo exacto… es muy exigente pero te da mucha libertad de creación que no tiene el cine. Es una novela muy divertida, muy loca y he escrito lo que me ha dado la gana sin ningún tipo de autocensura. Creo que es para un público determinado que se divertirá con ella, en la que de alguna manera estoy muy dentro sin ser autobiográfica.

“Cuerda hizo un cameo en la película y yo tuve un papel en ‘Pares y nones’, fue amigo mío toda la vida y le hecho mucho de menos”

Lee, recorta, escribe, compra 5 periódicos al día, ¿qué futuro ve al papel?

–Negro. Anteayer mismo salí a la calle en Valladolid, como hago toda la vida y en el kiosko que había en la esquina de la calle del hotel había desaparecido, en el que compraba desde hacía más de 60 años. No puedo vivir sin la prensa y en papel; será también una manía.

¿Qué retos ha de afrontar la Academia de Cine en los últimos años?

–La Academia que he heredado del equipo de Mariano Barroso es una institución muy viva, con una organización interna perfecta con lo cual trabajo muy a gusto. Todos los departamentos están en manos de personas que me inspiran mucha confianza, aunque no las haya elegido. La Academia tiene una cantidad de actividades que casi llenan las posibilidades de lo que se puede hacer. Hay proyectos muy interesantes con las residencias de la Academia de Cine, el proyecto Rueda para la formación con becas para futuras películas tanto de ficción como de animación, documentales o series. También hay cursos de verano y un proyecto muy querido que es Memoria del Cine Español con largas entrevistas a profesionales de carrera extensa a los que se les graba todos sus recuerdos. Un programa que estaba parado desde hace muchos años. También la creación de un Museo del Cine, la organización de los Goya. Somos más de 2.000 académicos de todas las edades porque han entrado muchos jóvenes, algo que hace 15 años era impensable. La academia es un organismo muy vivo. Soy muy poco de retos, soy más del día a día, trabajar en lo que está bien y buscar nuevas ideas. La Academia no es un sindicato, no tenemos que resolver los problemas de la gente del cine, es más una entidad de carácter cultural.

¿Está viviendo ahora el cine español uno de sus mejores momentos de cantidad y de calidad?

–Si. Estamos en un buen momento. Se produce mucho cine. Hay una cosa sorprendente y es que hay pleno empleo. Todo el mundo está trabajando y eso se muy bueno Hay películas de gran calidad con éxitos internacionales continuamente y una renovación generacional notable, con incorporación de las mujeres a profesiones donde había muy pocas. El año pasado fue un año verdaderamente fantástico y este año también. Además se produce mucho, en la Seminci hay 15 películas españolas.

Hay cosas malas para el cine, pero también amplían las posibilidades

–Las plataformas tienen muchas ventajas también. Ha de coexistir el cine de salas con las plataformas y son muy responsables del pleno empleo, básicamente de los técnicos porque el de los actores es mucho más difícil, hay cientos. En las plataformas hay posibilidades de hacer cosas que no se podían hacer en cine. La serie de los Javis, La Mesias, que es magnífica, por ejemplo, no se puede hacer en cine, se hace gracias a una plataforma, y es solo un ejemplo.

¿Dada la variedad de sus trabajos una palabra que le podría definir es creador?

–No. No soy un creador, soy un trabajador del cine. Soy un tío que ve películas. Ésa es mi principal profesión y aprender de ellas, claro. Yo he aprendido mucho de las películas y sigo aprendiendo.