El mundo está roto pero se puede caminar es la última producción de la compañía navarra Inextremis Teatro. Se trata de un homenaje a las bibliotecas, a las manos de quienes prestan los libros, una historia que se nutre de un montón de pequeñas referencias literarias. La función se estrena este sábado 23 de diciembre a las 18.00 horas en el Teatro Gayarre.

El texto, de Harkaitz Cano, narra la historia de Oihana, una niña de diez años cuya madre fallece en un accidente y deja de hablar. Su padre, que no sabe cómo comunicarse con ella, comienza a mandarle cada día aviones de papel con una misiva literaria, que la niña, con ayuda de una bibliotecaria, comienza a desentrañar. Poco a poco, la protagonista comenzará a restablecer puentes y vínculos con la vida y con su padre, hasta convertirse en una escritora.

Esta obra está dirigida por Fernando Bernués y cuenta con las actrices Iratxe García Uriz en el papel protagonista y Leire Ruiz como la bibliotecaria y con el actor Txori García Úriz, que interpreta al padre.

En palabras del director Fernando Bernués, es una obra dirigida a cualquier público mayor de ocho años pero que “a la gente mayor le encantará”, ya que “recorre muchísimos paisajes de la literatura que conocemos”. Algunos de ellos son muy reconocibles, como Moby Dick o Frankenstein, pero también pasa por proyectos “menos fáciles”, como Cortázar o Sylvia Plath. “Está plagado de pequeñas sugerencias que hacen una historia salpicada de muchas otras”, destacó Bernués. Historias que transcurren en ese espacio ritual que es la biblioteca, un lugar donde se produce “un acuerdo implícito, ese compromiso de llevarse algo y devolverlo”. Además, el texto contiene muchas pequeñas reflexiones y sugerencias para hacer pensar al espectador, como que “a menudo el libro que necesitas está al lado del libro que buscas”.

“Ojalá los espectadores sientan lo que yo sentí al leer el texto de Harkaitz Cano”, manifestó la actriz Iratxe García Uriz, que añadió que, desde la primera vez que lo leyó, ha “recuperado la fantasía y la ilusión por la palabra”, una sensación que comparó con la de ser una niña y empezar a leer sus primeros libros.

Es un proyecto tanto escénico como editorial, ya que la función versa sobre esta niña convertida en escritora que ha publicado su primer libro, un libro real que ha editado Erein en castellano y en euskera, además de en valenciano y en gallego. La producción escénica también se ha realizado en estas cuatro lenguas por parte de cuatro compañías de teatro diferentes. Se trata de representaciones diferentes, con sus propios repartos y escenografías, aunque compartan algunos elementos. Bernués destacó que, en una época en la que las compañías viajan cada vez menos, “lo bueno es que viajen las creaciones”, como lo está haciendo El mundo está roto pero se puede caminar. “Es como las bibliotecas, que todas se parecen mucho pero son distintas”. De esta versión en castellano destacó la musicalidad y la precisión del lenguaje.

Bernués elogió también el elenco de la obra, que comparó con la alquimia. “No solo es que los intérpretes sean muy buenos, sino que, a la vez, sus almas encajen”, algo que a veces pasa y a veces no, pero en este caso considera que “el cóctel está equilibrado”.