Es Imago Vasconiae un atlas vasco que entra por los ojos. Un tomo con 437 páginas a todo color, con su estuche, incorporado en una cuidada edición pensada para las instituciones, bibliotecas, empresas o fundaciones. 

La obra se presentó este jueves en Bilbao. Auspiciada por Txalaparta y Fundación Altaffaylla y apoyada por Laboral Kutxa, descansa en el trabajo de sus dos autores, Jose Mari Esparza y Ramón Oleaga, que han buceado entre 8.000 mapas para seleccionar una antología de 313. Desde el mapa de Abauntz, grabado en piedra, de hace más de 13.600 años hasta uno de Ipar Euskal Herria de 2021 hecho en París. Una selección, afirma Jose Mari Esparza, “quizá muy escorada a Navarra, por ser el territorio que históricamente más importancia ha tenido en nuestro país”.  

 Como tomo único, señala Esparza, esta es la publicación más ambiciosa del catálogo de Txalaparta, con continente y contenido delicatessen. “Queríamos hacer un gran carnet de identidad a nuestro pueblo, y que fuese algo que las instituciones del país, empresas y cooperativas lo usasen como regalo. Además del “derroche editorial” realizado, el proyecto incluye una página web con más mapas www.imagovasconiae.eus). También vendrán exposiciones, publicaciones de nuevos libros, pero de momento se ha dado un “gran primer paso”, que cubre un “hueco sangrante”, ya que cuenta, Catalunya, Galicia o Andalucía tenían grandes atlas, al estilo de todos los Estados. “Veíamos que había un vacío. Nos lo tomamos como una tarea nacional, por encima de ideologías o partidos... intentando involucrar a gente diferente”. 

Esparza recuerda que todas las bibliotecas de la CAV tienen la posibilidad de contar con un ejemplar gratuito si lo solicitan a la editorial o al Gobierno Vasco, que se encargará de abonarlo. De fondo, “está el inmenso orgullo” de haber materializado esta obra, por lo que agradece la involucración de Laboral Kutxa y del propio Gobierno Vasco. Para el fundador de Txalaparta, la cartografía ayuda a entender que “a lo largo de los siglos ha habido un reconocimiento de un territorio que ha variado por las visicitudes de las guerras, las particiones y demás, porque entre otras cosas hemos sido un pueblo pequeño, y a los pueblos pequeños se los comen los grandes”. Esparza constata la importancia de instituciones como Eusko Ikaskuntza o Euskaltzaindia en la “representación del territorio en su conjunto”. Y concluye: “Como decía un importante cartógrafo, o mapeas, o te mapean. Hasta tiempos muy recientes hemos sido unos mapeados”.  

A juicio del especialista Ramón Oleaga, sobre el que ha recaído la investigación académica, la “pretensión era científica”, pero además ha quedado un “libro bello”, “mucho más importante como objeto que lo que yo nunca hubiera imaginado. La verdad es que es un mamotreto delicioso”, confiesa, pero no un “elemento de mero ornato”. Para la selección de materiales “se han vaciado los catálogos de las bibliotecas y museos de Euskal Herria, de la Biblioteca Nacional de España, Instituto Cartográfico de Catalunya o Instituto Geográfico Nacional de España. También “se han repasado los fondos de la Biblioteca Nacional de Francia, Inglaterra o Portugal, “así como distintas colecciones privadas”. Un profundo recorrido asimismo a través de los siglos. 

Para el autor del prólogo, Joseba Agirreazkuenaga, catedrático de emérito de Historia Contemporánea de la UPV-EHU, este tipo de obras de gran formato contribuyen a “realzar y prestigiar el acervo cultural colectivo de un pueblo, una comunidad política o una nación”. A su juicio, “las diferentes representaciones de Euskal Herria nos ayudan a entendernos a nosotros mismos” y promueven el debate. 

NOTAS

Venta directa bajo pedido. El libro, de 437 páginas, pesa más de 3 kilos y medio. Selecciona 313 mapas de un fondo de más de 8.000. El precio es de 250 euros con estuche de tela, 215 euros sin él y 206,73 y 176,30 respectivamente con el Klub Txalaparta.

Página web. El proyecto, más allá del libro editado, incluye una web (www.imagovasconiae.eus), y contempla la publicación de ediciones más sencillas y asequibles, así como la venta individual de mapas facsímiles y exposiciones.  

Jose Mari Esparza Zabalegi

FUNDADOR DE LA EDITORIAL TXALAPARTA

“Un pueblo sin atlas es como alguien sin carnet de identidad”

Jose Mari Esparza (Tafalla, 1951) incide en la importancia de esta obra, de la que da fe el cuidado editorial puesto en ella. “Un pueblo sin atlas es como un ciudadano sin carnet de identidad”, afirma como metáfora. 

Esta obra se ha hecho con mimo. 

–Navarra en los últimos años ha sido totalmente cuestionada en su identidad; nos encontramos con una Euskal Herria partida en tres comunidades, y lo peor es que nos están releyendo la historia. Ya nos advirtió Humboldt de que este era el país de los cien nombres, y eso se refleja en un atlas: Vasconia, Reino de Navarra, Kantabria, Vizcaya, Vizcaya y Navarra, Vascongadas y Navarra, País Vasco-Navarro, provincias hermanas, País Vasco, Euskeria, Euskadi... 

Se queda con el de Euskal Herria.

–Claro, porque aparece desde el siglo XVI, citando a los siete territorios del país, dejando entrever otros, aún los hay, en Bearne, o zonas de La Rioja y Jaca, que han sido euskaldunas hasta tiempos recientes.

El título por el que han optado es ‘Imago Vasconiae”.  

–Porque es la definición más antigua, desde Ptolomeo. Incluimos un mapa del año 1.050 basado en narraciones de los romanos y griegos. De Wasconia pasó a la Vasconia a este lado y a Gascuña en la zona continental. 

Un gran sector de la sociedad niega la propia idea de Euskal Herria.  

–A estas alturas, con todo lo que se ha publicado, eso solo se puede decir desde la ignorancia. Todos somos ignorantes en muchas cosas. Lo malo es que haya portavoces de la ignorancia. Mala fe también ha habido, intereses políticos espurios. Pero ni siquiera en pleno franquismo existía esa aberración de hoy día de decir País Vasco y Navarra. Ese sintagma no existía. Se hablaba de País Vasco-Navarro, Vascongadas y Navarra... frente a eso está la cartografía, también la oral, que definían un país desde el Adur hasta el Ebro a lo largo de la historia y ayuda a entenderlo. Y eso lo vivimos hasta en pleno franquismo. Los ayuntamientos de Pamplona en sus guías turísticas hablaban la ponían como capital de Vasconia con toda naturalidad. 

Ramón Oleaga Páramo

ESPECIALISTA EN CARTOGRAFÍA

“Detrás hay una labor de años recopilando materiales”

Ramón Oleaga (Bilbao 1958) recogió el guante de la propuesta de Jose Mari Esparza de lanzarse a una investigación que desembocase en un libro académico sobre cartografía, algo “que nos faltaba en el ámbito vasco”. “Ha sido una colaboración muy fructífera. Jose Mari tiene un ánimo contagioso”. “Para mí es un orgullo que Txalaparta lo haya editado tan maravillosamente, y que hayamos dado a la imprenta una obra de estas características”.

¿Este libro ensancha la mirada de nuestra vasquidad?

–Creemos que lo que nos une transversalmente a todos los vascos es el territorio que ocupamos. Esa pequeña franja del suroeste europeo en donde hemos desarrollado la cultura vasca durante siglos. 

¿Ha pasado mucho tiempo buscando y seleccionando?

–Sin internet probablemente habría sido imposible. Una de las dificultades era encontrar primero los materiales. Los mapas, muy a menudo, han tenido una tasa de supervivencia muy baja. No siempre están suficientemente catalogados en las bibliotecas públicas, por no hablar de las colecciones privadas o museos.  Incorporados como acompañamiento gráfico de textos raramente se recoge lo que incluyen; ocurre también con grabados o estampas. Es una labor de años de haber ido recopilando materiales que han facilitado preparar esta obra. En conjunto, conformamos un corpus muy extenso de miles de ejemplos, entre los que hemos ido haciendo selecciones. 

Si tuviese que destacar alguno...

–Euskal Herria como unidad cultural solo aparece referida cartográficamente hace 150 años. Me llaman la atención estos mapas, en particular uno de principios del siglo XX, titulado ‘Mapa de Euskaria’, hecho en Francia, publicado con ocasión de los juegos florales vascofranceses. Había ya una clara conciencia de una entidad cultural vasca diferenciada. Otro es el que hemos incorporado en la sobrecubierta, geológico, sin fronteras, también de principios del siglo XX, difícil de encontrar. Su autor fue Ramón Adán de Yarza, geólogo con ascendencia de Lekeitio.