Mixtura, multiplicidad de propuestas, multidisciplinariedad, mujeres... Todo conforma M de Mixtas, la exposición que la Ciudadela ofrece hasta el 8 de septiembre y que ensancha el concepto de maternaje, dotándolo de nuevos significados. Amaia Gracia Azqueta, Ángela Moreno, Beruta, Helena Taberna, Marisa Mantxola, Oihane Mcguinnes Armendáriz, Txaro Fontalba y Zarys Falcón son las ocho artistas que conversan en esta propuesta comisariada por Natalia Isla Sarratea.
La muestra alojada en la primera planta del Pabellón de Mixtos viene a continuar el sendero que emprendieron algunas de estas artistas con Materiales Maternales, proyecto que en 2023 protagonizó el programa curatorial Uholdeak del Centro de Arte Contemporáneo de Huarte y que también coordinó Isla. En aquella propuesta, las creadoras se aproximaron a las problemáticas que emergen de la noción de maternidad, en tanto experiencia afectiva como potencia política. La exposición itineró por Altsasu, Aoiz y Tafalla tratando de responder a varias preguntas – ¿qué nombramos como maternal hoy? ¿qué aspectos de esta idea podemos reconocer en el arte contemporáneo navarro?–, y ahora llega a Pamplona, donde se exhiben algunas de las piezas que se reunieron en ese momento e incorpora otras nuevas. Asimismo, al grupo de seis artistas del proyecto inicial se suman ahora la cineasta Helena Taberna y la diseñadora gráfica y artista Marisa Mantxola.
¿Una ‘tarea’ de las mujeres?
Inspirada por los escritos de autoras como Marcela Lagarde, Rosalía Camacho y Marta Lamas, Isla prefiere hablar de “maternaje” antes que de maternidad. Y no únicamente porque solo tres de las artistas han sido madres biológicas, sino también porque, desprendido de los lugares comunes, el concepto permite plantear una serie de problemáticas sociales claves como son: “¿quién sostiene a las que sostienen?” Y es que el maternaje implica una serie de tareas que “tradicionalmente ha asumido la mujer”, y que van mucho más allá del cuidado de los hijos. Trabajos que, continúa la curadora, “nos afectan el cuerpo y la mente” y que deberían estar en el centro del debate.
Gestos mudos
El tema de los cuerpos que sostienen prevalece, pues, sobre el de la maternidad, que pocas obras abordan explícitamente. Lo que sí ha detectado la comisaria en ellas han sido “gestos mudos” expresados desde “ciertos nudos de la experiencia vital”. Así, en las piezas se pueden apreciar la ambivalencia entre la vida y la muerte, la tensión, el equilibrio y la caída, la memoria y el vacío... Y el tacto, “con una reflexión sobre lo que se puede y no se puede tocar”.
Las contradicciones que conlleva vivir se reflejan en las propuestas de las ocho creadoras, dispuestas en el espacio de manera que puedan dialogar entre ellas o incluso tejer “subtemas que van guiando el recorrido del público”. Precisamente, a la comisaria le interesa mucho conocer las reacciones de las/os espectadoras ante las piezas y “cómo se relacionan con ellas”, habida cuenta del enfoque “sobre los afectos” con la que ha trabajado el diseño expositivo. “La sala presentaba sus desafíos”, pero también ha permitido “otros movimientos, en la búsqueda de contacto entre estas artistas de diversas generaciones y estéticas múltiples y mixtas”.
La reivindicación del tiempo
Entrando en detalles, Txaro Fontalba presenta Hysterical Playground, con varias obras en torno a la figura del útero “como lugar de conflicto”. También retoma Al aire de su vuelo y dispone sus papeles pintados caleidoscópicos de otro modo, “buscando nuevos imaginarios de lo femenino” a partir de una revisión del dogma de la Asunción de la Virgen.
Zarys Falcón, por su parte, muestra algunas imágenes y estrenará el domingo 1 de septiembre la performance Ciclos, una pieza en la que el sonido juega un papel fundamental para activar procesos como la memoria y la desmemoria del cuerpo y su ritmo, e ideas “rompedoras e insurgentes” como la de “darnos tiempo”. Todo esto, con un “elemento ancestral” relacionado con su acervo afrocaribeño.
El tacto y el dolor
Berta Osés Suárez, más conocida como Beruta, recupera obras que exhibió en Materiales Maternales y añade algunas nuevas, dándole mucha importancia a su colocación y destacando el sentido del tacto, “uno de los transmisores que más me interesan” y “tan relegado está en este universo”. Le gustaría que el público estuviera pendiente de “todo lo que no se ve a primera vista” y se acercara a sus propuestas estableciendo un diálogo “de tú a tú” con ellas. La búsqueda de equilibrio y el duelo son otros de los temas que aborda.
De Helena Taberna se contraponen imágenes de dos de sus trabajos: el cortometraje La mujer de Lot (1990), en el que la mujer pasea por el tiempo buscando por la verdadera libertad, y Varados (2019), en el que refleja la crisis de los refugiados desde la perspectiva inusual de su vida cotidiana. “La vida y la muerte convergen en la misma imagen, la del mar, que contiene miles de muertos y, a la vez, es agua que da vida”. Cómo “el ser humano tiene la capacidad de transformar el dolor es algo positivo”, en amistad como se ve en la película documental, es otro de los intereses de la cineasta alsasuarra, curiosa ante la reacción del público que “contemplará estas imágenes en un entorno que no es el de la sala de cine”. Y es que, a diferencia de lo que encuentra en muchos planteamientos de artistas plásticas, muchos filmes de hoy en día “adolecen de un exceso de narrativa literaria”, opina.
Memoria
Ángela Moreno establece una conversación sobre cuestiones como el ciclo de la vida de la mujer, los recuerdos, la maternidad, el miedo, el tacto o la tensión entre piezas de distintas épocas. Y rinde homenaje “a nuestras ancestras tejedoras y transmisoras de conocimiento”.