Cuestiones sobre la vida y la muerte, la libertad de pensamiento o la Inteligencia Artificial (IA) fueron solo algunos de los temas que se trataron en los diálogos y entrevistas que tuvieron lugar el domingo en Baluarte en el marco de las jornadas Encuentros de Pamplona 2024, que se desarrollan en la capital navarra hasta este próximo domingo. 

La filósofa y escritora Susan Neiman hizo reflexionar a su público acerca de la idea de “pensar sin barandillas”. Este concepto, que dio nombre a su ponencia, es herencia del legado de la también filósofa Hannah Arendt, quien defendió una “manera de pensar el mundo ‘sin barandillas’, es decir, sin prejuicios a modo de falsos asideros, pero también sin categorías políticas tradicionales”, como anunciaba la presentación de Neiman. 

La estadounidense, muy influenciada por el pensamiento de Kant, se refirió a su ensayo Qué es la Ilustración para abordar la defensa de que “uno tiene que pensar por sí mismo”. En el primer párrafo del texto, apuntó Neiman, Kant se planteó la pregunta de por qué no pensamos. “Porque somos cobardes o vagos”, finalizó la escritora. Sin embargo, añadió que este “mensaje suena como un ataque neoliberal”, según el cual parece que lo que Kant asegura es que “si tú no piensas por ti mismo es tu culpa; eres demasiado vago y te falta coraje”. Y es por eso que Neiman recordó la necesidad de continuar con la lectura del ensayo.

Es en el segundo párrafo cuando el autor aclara que son “las personas que tienen el poder las que no quieren a gente que sepa pensar por sí mismos, y hacen todo lo que pueden por inyectar esa sensación de miedo”. Es decir, prosiguió Neiman, “el miedo no es algo natural e inherente al ser humano, y no es nuestra culpa. Es el hecho de que vivimos en un sistema que está diseñado para fomentar ese miedo”.

Vida y muerte

Lo que el cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul buscaba en su sesión era tratar la idea del “no saber y no pensar”, a través del diálogo La vida, la muerte y todo lo del medio con el también cineasta húngaro Béla Tarr. En esta línea, y a pesar de que Weerasethakul se mostró de acuerdo con el fomento del pensamiento libre de Neiman, reconoció que “quizás hay veces que estamos un poco atrapados en nuestros propios pensamientos”, por lo que se plateó el “cómo podemos vivir sin la influencia del pensamiento”. 

Así, con un contexto en el que “uno de los mayores miedos del ser humano es precisamente el silencio, ¿podemos vivir sin que nuestra mente nos esté bombardeando continuamente?”. 

La mano y el algoritmo

Es el título del diálogo que el domingo se estableció entre el matemático y teólogo Eduardo Sáenz y el filósofo Luciano Espinosa. Sáenz se mostró escéptico con las definiciones sobre la IA que la posicionan como si fuera un nuevo cerebro, “pero no piensa por nosotros”. Como alternativa, propuso la metáfora que la asemeja con una nueva mano en un mundo “esencialmente artesano”

Además, añadió su preocupación acerca de la definición “reduccionista” que se hace de la inteligencia al limitarla a la capacidad de hacer cosas, porque “es mucho más que eso”. Aún así, no ocultó otra visión más “optimista” acerca del actual desarrollo tecnológico que está recorriendo la humanidad. “Hay cosas que no van a cambiar, pero hay algunas formas de recorrer ese camino que sí, y espero que para bien; aunque por el camino vamos a estar desorientados”. 

Por su parte, Espinosa fue más “pesimista”, “no tanto porque la IA no tenga una utilidad y unas prestaciones fantásticas, sino porque el contexto social, económico y geopolítico no ayuda para que haya alguna forma de control social sobre la misma”, explicó el filósofo. Y subrayó la sensación que tiene de que es una “herramienta poderosísima que está en manos de los nuevos señores feudales y que, en cierto modo, opera al margen de cualquier tipo de control social mínimo”.

Además, calificó de “muy problemático” el hecho de que en ocasiones se vea como “una especie de solución milagrosa” para resolver grandes problemas. Y, a pesar de que puede llegar a ser “muy eficaz, no va a resolver nada si no hay decisiones políticas de cambios de modelo. En cierto modo parece una coartada para seguir como si no pasara nada, y están pasando muchas cosas muy graves”.