Inicialmente le encargaron la música de una obra de teatro sobre Safo, pero el proyecto ha ido creciendo hasta convertirse en en un disco y una gira. ¿Cómo ha sido el proceso?

Todo empezó porque me encargaron la creación de un espectáculo para el Teatro de Mérida sobe la poeta Safo. Esto derivó en una obra musical, dirigida por Marta Pazos y con textos de María Folguera. La obra ilustraba distintas imágenes de la vida de Safo. Yo convertí los versos incompletos que se conservan de Safo en canciones pop, esa fue mi propuesta. En realidad era devolverles la música, porque en su origen eran poemas cantados, era una poesía de transmisión oral. Se puede considerar a Safo como la primera cantautora de la historia.

Como dice, se ha perdido la mayor parte de la obra de Safo y ha tenido que completar esos textos.

Sí. La obra de Safo era inmensa, tanto como la de Homero, pero se ha ido destruyendo por el paso del tiempo, por el desinterés o directamente por la censura, porque su obra era anterior a las religiones monoteístas y celebraba el cuerpo y la sexualidad de una forma que luego se consideró indecente. En su poesía hay relaciones lésbicas, de hecho es de ella de donde nace el término. Por eso, su poesía no nos ha llegado completa, como sí nos ha llegado la de Homero, que es anterior.

En su época, Safo tuvo mucho éxito; usted la ha definido como una pop star.

Sí, fue una pop star total. Los reyes se aprendían sus poemas de memoria, su cara estaba impresa en las monedas… Imagínate ahora, qué escritor o qué poeta podría llegar a estar impreso en un billete de 100 euros. No sé ahora mismo quién aparece, pero siempre son figuras de altísima relevancia. 

Usted ya había tocado los textos grecolatinos en canciones como Canción del Eco o Mi vida bajo el agua. ¿Quizás por eso le llegó este encargo? 

Creo que el origen fue ese, efectivamente, la Canción del Eco que adapté de Ovidio. Por eso ellos sabían que tenía interés sobre el tema. De todas formas, empezó como un encargo pero luego se ha convertido en un proyecto personal, porque una vez acabada la obra seguí indagando en la figura de Safo y salieron nuevas canciones. En la obra yo no cantaba las canciones, lo hacían las actrices, me quedé con ganas de arreglarlas en interpretarlas yo.

Es curioso cómo estos textos, que tienen miles de años, nos siguen siento útiles hoy. El mundo ha cambiado, pero la naturaleza del ser humano sigue siendo muy parecida.

Sí. Cambia la tecnología, pero el alma del ser humano sigue siendo la misma que la de los tiempos antiguos, por eso los textos clásicos siguen teniendo tanta vigencia. En el caso de Safo, que es una poesía que canta al cuerpo y a la sensualidad, resulta especialmente actual, está muy emparentada con lo que se dice en cualquier canción que suene por la radio. Fue gracioso, porque cuando escribí las adaptaciones, algunas de las personas que estaban en el local de ensayo no sabían distinguir las partes de Safo de las mías. Eso significa que no ha cambiado tanto lo que se escribía entonces respecto a lo que se escribe ahora. 

La obra de Safo canta al disfrute y al placer, pero usted, en el libro que ha publicado junto al disco, dice que ha nacido para el combate y el sacrificio. ¿Qué ha aprendido de ella?

(Risas). Sí, efectivamente, yo soy un caso extraño porque vengo de una familia escandinava, con una mentalidad más luterana, pero estoy insertada en la cultura mediterránea al haber nacido y crecido en España. Tengo una mezcla, el espíritu sáfico del disfrute, en contraste con el sentido del deber y del sacrificio que he heredado de mi familia. Fue divertido y terapéutico para mí verme convertida en Safo. Era como permitirme unas pequeñas vacaciones bajo un olivo.

Hablando de libros: usted, que siempre ha sido reconocida como una excelente letrista, ¿nunca se ha planteado publicar un libro de poemas? ¿O piensa que las canciones y la poesía son géneros diferentes?

Bueno, pones el dedo sobre una cuestión importante. Es verdad que para mí las letras de las canciones son una forma de literatura equivalente a la poesía, pero la poesía no cuenta con el arma de la voz del poeta. Al leerla escrita, la voz es la voz interior de cada uno. Sin embargo, en las canciones es la voz del cantante la que da forma a las palabras. Para mí, esa es un arma irresistible a la hora de escribir. Una palabra, según cómo se diga, multiplica sus significados. Así que no tengo planes de pasarme a la poesía escrita, considero que la poesía cantada es más poderosa. Bueno, no tengo planes… por el momento. La vida me ha enseñado que no hay que hacer afirmaciones muy drásticas, porque basta que las hagas para que al momento te contradigas. Dejémoslo en que no tengo un deseo consciente de hacerlo. 

Está compaginando una gira tan actual como la de Los versos sáficos con otra en la que recupera su primer disco, Que me parta un rayo, con la que ya pasó por Pamplona y que en Iberoamérica está teniendo muchísimo éxito. ¿Cómo lleva esta dualidad?

Es una combinación muy bonita, me siento muy afortunada de tener una carrera que puede funcionar en dos canales tan distintos. Efectivamente, Que me parta un rayo se ha convertido en un clásico intemporal que todas las generaciones conocen, sobre todo en Sudamérica. En España también, pero en España lo hemos tocado menos. Lo llevo bien, es un contraste bonito. Durante mucho tiempo yo estaba obsesionada con la idea de que, si reinterpretaba lo antiguo, iba a anular lo nuevo, porque eran hits que habían llegado a mucha gente y no quería convertirme en una artista de nostalgia. Durante mucho tiempo sólo tocaba lo que había hecho en los últimos diez años. Sin embargo, esta experiencia me ha gustado muchísimo, entre otras cosas, porque he podido hacer una gira a la altura de lo que yo imaginaba en la época de Que me parta un rayo. Por aquel entonces no tocamos tanto, ahora me he quitado la espinita de tocar mucho en distintos sitios, en clubs pequeños y también en estadios. He hecho realidad la fantasía que tenía entonces, de alguna manera. 

La nostalgia es un sentimiento muy goloso. ¿No le tienta seguir escarbando en el viejo material?

Bueno… Acepto que hay un público específico de Que me parta un rayo, que le encanta ese disco y que lo voy a seguir tocando, porque este era el fin de gira, pero sospecho que no va a ser así y que van a salir más conciertos. Que esto exista de forma independiente no le roba espacio a lo nuevo. De hecho, también hay un público de lo nuevo; no es tan numeroso, pero es muy importante. Y parte de ese público no está conectada con Que me parta un rayo. Llevo una carrera extraña, hay gente a la que le gusta una parte y gente a la que le gusta otra, y puedo convivir con todas, porque al final todas las partes han salido de mi cabeza. También te digo que tocar Que me parta un rayo es muy terapéutico porque son canciones muy primarias, es como volver al espíritu de los 25 años. Lo que estoy haciendo ahora entiendo que no puede llegar a millones de personas, pero sí a miles de personas.

Por buscar un paralelismo entre Safo y usted, la canción Tú por mí, del disco Que me parta un rayo, fue entendida en Sudamérica como un himno lésbico, aunque usted no la escribió con esa idea

Sí, y en España también pasó. Las mujeres lesbianas lo tomaban como un himno y para mí era un orgullo, porque no lo era en origen, pero lo podía haber sido. La canción habla de una relación absolutamente real con una amiga, que precisamente por una relación tóxica con un chico cayó en las drogas y la prostitución. La canción no tiene nada de lésbica, pero las canciones significan lo que el público quiera, no están cerradas. Me gusta escribir de manera lo suficientemente amplia para que cada uno la interprete a su manera.