Elkar Comedias: 40 años en el corazón de Pamplona
Celebran haciendo un repaso desde 1984 hasta hoy, poniendo en valor su coordinación de refugio, de cultura, de identidad y de encuentro
Han pasado cuatro décadas desde que la librería Elkarse fue tejiendo en el corazón de Pamplona, ofreciendo algo más que títulos en sus estantes, convirtiéndose en un refugio de cultura, de identidad y de encuentro. El pasado miércoles 27 de noviembre, decenas de personas se reunieron en un ambiente cargado de emoción, en el mismo lugar donde todo comenzó, para celebrar estos años que han forjado una comunidad en torno a ella.
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La cita reunió a personas vinculadas al mundo de las letras y el arte en Navarra. Entre el público, se encontraban figuras como los escritores Laura Pérez de Larraya, Estela Chocarro, Carlos Bassas, el presidente de la Asociación de Editores de Navarra, Aritz Otazu, y varios representantes de editoriales en euskera.
Pablo Abarzuza, gerente de la librería, inicio el acto, marcando el comienzo de la celebración y abriendo la puerta a la reflexión. Para él, Elkar “no es solo un nombre”, sino una “construcción colectiva” que había crecido gracias a las personas que, con su paso por la librería, la habían hecho suya.
En aquellos primeros días de 1984, bajo el nombre de Xalbador, Elkar comenzó a formarse como un lugar diferente. Pablo Abarzuza recordó cómo, desde el inicio, se trataba de algo más que una librería. “Nuestro trabajo siempre fue mucho más que comercial”, comentó, destacando la importancia de la dimensión humana y cultural del proyecto. A lo largo de los años, muchas personas de diferentes ámbitos pasaron por allí, cada una dejando una huella que contribuyó a la construcción de lo que es hoy Elkar Comedias.
Con estas palabras, Pablo Abarzuza recordó los inicios de la tienda y las transformaciones vividas en estas cuatro décadas. “Ha pasado mucho tiempo desde que se abrió la tienda, muchas crisis, muchos cambios. Las cosas han cambiado en 40 años”, comentó, mientras el público asentía, reconociendo los desafíos y logros que, a pesar de todo, han consolidado la librería.
El viaje
Patxo Abarzuza, antiguo gerente de Elkar Comedias y hermano de Pablo, fue uno de los principales impulsores de la librería, entonces llamada Xalbador. Al tomar la palabra, el antiguo librero condujo a los asistentes de nuevo a 1984, cuando la tienda aún era un proyecto incipiente en un entorno donde la lengua vasca era casi invisible. Con su intervención, se hizo evidente que el viaje de esta librería no solo transformó el panorama cultural de Pamplona, sino que representó una travesía mucho más amplia, un desafío en un terreno “inhóspito” para la cultura vasca.
“En aquel entonces, no se escuchaba nada de euskera en Pamplona. Los euskaldunes éramos un ‘gueto’; nos conocíamos entre nosotros, pero poco más”, recordó el exgerente, situando a la audiencia en una época de lucha y desconcierto, un contexto lejano, pero crucial para entender cómo germinaba este proyecto. Describió aquellos primeros años como un “desierto dentro de la cultura vasca”, un espacio donde hablar euskera era algo casi clandestino. “Recuerdo que para escuchar euskera teníamos nuestro propio circuito. Había tiendas en las que colgaban el cartel de Euskaraz mintzatzen da, porque era bastante raro hablar euskera en aquella época”, añadió.
Patxo Abarzuza recordó cómo el día de la inauguración, en 1984, apenas hubo gente. “Muy pocos libreros vinieron, y menos aún de las instituciones”. “Fue iniciar un proyecto bonito, pero muy duro”, confesó.
“Queríamos montar la mayor y mejor librería de Pamplona,y creo que lo hemos conseguido”, siguió Abarzuza, orgulloso. “A la vista está, de las librerías que había entonces, pocas perduran, y una de ellas es esta”, dijo con satisfacción. El viaje de Elkar, según Patxo Abarzuza, ha sido uno de desafíos continuos, pero también de grandes victorias. Lo que comenzó como un oasis para una comunidad lingüística que luchaba por encontrar su lugar, se ha convertido en un faro cultural abriendo el camino hacia una Pamplona más diversa y consciente de su riqueza cultural.
“Se ha avanzado mucho, pero aún queda mucho para la normalización del euskera”
El camino
Cuando Ana Jaka, escritora y trabajadora de Elkar, tomó la palabra en este acto, lo hizo con la firmeza de quien ha sido testigo directo de la travesía que ha recorrido junto con el euskera a lo largo de estos 40 años. “Aunque se ha avanzado mucho en el mundo del euskera, aún queda mucho para la total normalización”, afirmó, recordando que, a pesar de todo lo conseguido, el final del camino aún está lejos.
Jaka subrayó la importancia de la librería como un refugio para los creadores y creadoras en euskera, un espacio que ha permanecido fiel a su misión durante décadas. “Cualquier proyecto que se publique en nuestra lengua estará aquí. Eso da oportunidades tanto a lectores como a escritores”, señaló. La librería no solo ha sido un punto de encuentro, sino un pilar que ha sostenido el camino de muchos proyectos que, “de otro modo, habrían quedado en el olvido”.
La escritora también reconoció las carencias que aún persisten, sobre todo en lo que respecta a la normalización del euskera en la Comunidad Foral. En este contexto, destacó cómo Elkar ha sido un compensador imprescindible para superar las dificultades. “Si el euskera ha tenido un impulso, ha sido por los euskalzales, no por las instituciones”, apuntó, dejando claro que, en muchos aspectos, ha sido la comunidad quien ha sostenido este camino. Y es que, según Jaka, en Elkar Comedias “conviven en armonía el castellano y el euskera al mismo nivel”, una igualdad que aún no se refleja en muchos ámbitos de la vida pública y cultural de Navarra.
Desde su propia experiencia como trabajadora, la escritora compartió cómo este espacio ha sido determinante en su propio trayecto personal: “Elkar me ha dado la oportunidad de trabajar en euskera, porque trabajar en euskera es vivir en euskera, y lo ha facilitado”, dijo con emoción. Para ella, ha sido un camino que le ha permitido vivir plenamente en su lengua.
Jaka también puso de relieve cómo este comercio ha impactado no solo en sus trabajadores, sino en el entorno en general. Gracias a la presencia de la librería en el centro de Pamplona, otros negocios han seguido su ejemplo, demostrando que es posible construir una actividad económica íntegramente en euskera. Y, en ese sentido, reivindicó la importancia de comprender que el euskera no solo tiene un valor cultural, sino también un valor laboral: “Elkar ha demostrado que es posible encontrar trabajo en euskera y que sí tiene una valía”.
“El camino hacia la normalización del euskera es largo”, pero Ana Jaka dejó claro que este proyecto ha sido y seguirá siendo un compañero de viaje esencial, un referente y un motor en esa travesía que aún está por recorrer.
“Hay gente que todavía llama a la tienda Xalbador, eso demuestra el impacto que tuvo”
El hogar
La escritora y periodista Irati Jiménez tomó la palabra con una reflexión que capturó la atención de los presentes. Coincidió con su comapañera Ana Jaka en muchos puntos, pero fue más allá, señalando algo que, en su opinión, sigue siendo una asignatura pendiente entre los euskaldunes: “No estamos acostumbrados a celebrar nuestros éxitos, tal vez para no parecer arrogantes, pero es algo que necesitamos mejorar”, afirmó, invitando a la audiencia a reconocer la importancia de celebrar lo logrado. Porque, en su visión, hay logros que son dignos de ser celebrados, y uno de ellos es, sin duda, que una librería haya permanecido 40 años en el corazón de Pamplona. “Es impresionante que siga viva. Esto demuestra que muchas cosas son posibles”, dijo, con una mirada de esperanza hacia el futuro, mientras alentaba a los presentes a valorar los frutos del esfuerzo colectivo.
A pesar de la expansión y el crecimiento de la tienda, señaló cómo ha logrado mantener la cercanía y la esencia de lo pequeño, lo íntimo. “Hay gente que todavía le llama Xalbador a la tienda. Eso demuestra el impacto que tuvo en Pamplona, la huella que dejó y lo importante que ha sido para todo el barrio del Casco Viejo”, recordó.
Habló también de cómo, a lo largo de los años, Elkar ha logrado integrarse en la vida del barrio, convirtiéndose en mucho más que un simple establecimiento comercial. Para la escritora, ha sido, y sigue siendo, un refugio que ha mantenido su esencia de barrio, con todo lo que ello implica: “Hay lugares que te acogen, y este es uno de ellos. Rodeado de bares, con niños y mayores entrando y saliendo, y con mucha gente transitando, Elkar ha conseguido conservar una esencia de barrio que otros lugares no han logrado mantener, a pesar de que el euskera aquí sea considerado minoritario”, señaló.
Las palabras de Irati Jiménez fueron una invitación a valorar lo que representa: “Una casa que, durante cuatro décadas, ha ofrecido más que libros y música; ha ofrecido refugio, identidad y un espacio de encuentro para todos aquellos que buscan”. “Un lugar en el corazón de Pamplona donde la cultura y la lengua se celebran y viven cada día”.
El acto llegó a su fin entre aplausos que llenaron los dos pisos de la librería. Mikel Esnal, director de Elkar, aseveró con gratitud y esperanza: “Este lugar ha sido siempre un espacio de respiro para la cultura, y seguiremos adelante, como lo hemos hecho en el pasado, enfrentándonos a lo que venga. Ya sea frente a la Covid, la globalización, o la amenaza de las inteligencias artificiales, seguimos aquí”.
Tras el cierre del acto, se sirvió vino como parte de la celebración. Un gesto sencillo que marcó el final de una tarde emotiva, donde se celebraban no solo los 40 años de la librería, sino también a todas las personas que han formado parte de su historia.
La librería, siempre un punto de encuentro y referencia, se convirtió en ese momento en un espacio de celebración compartida. Entre conversaciones y risas, se brindó por los logros alcanzados y por los que están por venir.
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