La cultura prehispánica es la gran protagonista de un nuevo museo en Santo Domingo ubicado en un escenario cargado de historia, la Casa del Cordón (para algunos expertos posiblemente la primera casa de piedra de América), una muestra que acerca al visitante al arte, la forma de vida y las costumbres del pueblo taíno y también de los grupos arcaicos y protoarcaicos.

Son unas 350 piezas cedidas al Centro Cultural Taíno Casa del Cordón por la fundación de Manuel García Arévalo, algunas de un valor incalculable, entre ellas un inhalador de cohoba de hueso finamente tallado para la inhalación de alucinógenos en las ceremonias taínas, que según expone a Efe Carlos León, arqueólogo y museográfo que ha trabajado en este proyecto, es “una pieza absolutamente única que está en muchos de los libros de historia” sobre una civilización prehispánica que habitó en buena parte de las Antillas hasta el siglo XVI.

Un lugar destacado de este nuevo centro, auspiciado por el Banco Popular Dominicano y con una clara vocación didáctica, lo ocupa un gran cemí de madera, las tallas de distintos materiales que en el mundo taíno representaban a las deidades y algunos de los cuales contenían restos humanos.

Hay además ánforas, vasijas, duhos (asiento ceremonial), trigonolitos (cemíes triangulares), collares, platos, figuras... junto a documentales, ilustraciones sobre la forma de vida de ese pueblo, las labores agrícolas y las ceremonias o la recreación del enterramiento de un cacique acompañado de lo que el fallecido pudiera necesitar para el largo de viaje.

Para León, entre el Museo del Hombre Dominicano, la colección en la fundación García Arévalo y ahora la Casa del Cordón “estamos ante las colecciones más importantes del mundo taíno”.

Cultura de ida y vuelta

Como explica a Efe el historiador y empresario García Arévalo, las piezas de su colección exhibidas dejan constancia de más de 4.000 años de presencia de población indígena en la isla, actualmente integrada por República Dominicana y Haití, por lo que en la exposición también hay muestras de los grupos arcaicos y protoarcaicos, como las sencillas hachas de piedra que usaban los primeros pobladores para golpear y conseguir el alimento de grandes caracoles o muelas de cangrejo.

De esos pueblos prehispánicos, los taínos que encontraron los españoles fueron los últimos temporalmente. “Los españoles, que llegaron a un medio desconocido, tuvieron que hacer uso de muchas de las técnicas, costumbres, palabras...Y ahí empieza lo que podríamos llamar la cultura criolla, una cultura mestiza, una cultura de ida y vuelta”, afirma García Arévalo, para quien se trató de “una integración, una fusión” en la que los europeos adoptaron “los saberes, las experiencias de los indígenas” y llevaron a otras zonas costumbres y alimentos como el casabe.