La Sala de Armas de la Ciudadela ofrece estos días al público infantil y familiar un contrapunto a la vorágine acelerada e intensa propia de la Navidad.

Allí, mañana y tarde, se observa, se reflexiona, se habla sobre arte, se imagina y, sobre todo, se crea.

Niños y niñas, y en los talleres familiares también sus madres y padres, abuelas y abuelos, tías y tíos..., juegan a ese juego serio y a la vez divertido que es la creación artística, en contacto directo con educadores y artistas locales.

'Imaginario efímero'

Esta Navidad se cumplen ocho ediciones de los talleres artísticos de la Ciudadela, que organiza el colectivo La Chincheta Bruna, con los educadores artísticos Sonia Ilzarbe y Eneko Pérez al frente. Imaginario efímero es el título bajo el que se están realizando las sesiones, por las que han pasado ya más de un centenar de participantes. Arrancaron el 26 de diciembre y todavía hay oportunidad de disfrutar de los últimos talleres, este viernes día 3 –mañana y tarde– y el sábado día 4 –solo por la mañana–.

“Este año hay una novedad, y es que así como otras veces elegíamos un tema y todo giraba en torno a él o en torno a la exposición de la Sala de Armas, esta Navidad el Ayuntamiento ha querido englobar en los talleres todos los proyectos expositivos que hay ahora mismo en la Ciudadela: La levedad de lo imaginado de Carmen Salgado Amado en el Polvorín, Todo lo que tiene nombre, existe de Gabriela Barrio (Tea en la Azotea) en el Horno, y la muestra colectiva Regalar es derretir, que puede visitarse en la Sala de Armas”, explica Sonia Ilzarbe.

Por las mañanas (de 11.30 a 13.00 horas) tienen lugar los talleres infantiles, para niños y niñas de 5 a 12 años y con un coste de 3 euros por participante; los primeros días de vacaciones navideñas fue la artista Carmen Salgado la que dinamizó las sesiones en torno a su exposición, y estos últimos días –2, 3 y 4 de enero– La Chincheta Bruna dirige las propuestas en relación a la muestra Regalar es derretir.

Territorio para crear en familia

Las tardes (de 17.30 a 19.30 horas) son territorio para las familias, en talleres con un coste de 4 euros por persona en los que niños y niñas y personas adultas juegan, exploran, imaginan y crean juntas y en contacto directo con artistas locales.

“Los niños hacen participar a sus padres, normalmente más reacios a mancharse, y eso hace que pasen cosas muy bonitas”

Marijose Recalde - Escultora, artista de los talleres familiares

Cada artista propone a los participantes relacionar una de sus obras de arte con la actividad que ha planteado para el taller. En cada sesión hay cuatro artistas, de manera que se invita al público a experimentar en cuatro espacios de trabajo diferentes. “Es muy bonito poner en contacto a familias con artistas, y dar la oportunidad a las familias de trabajar juntas, que no es lo habitual, porque talleres para público infantil hay muchísimos, pero para familias no, y se genera un diálogo intergeneracional muy enriquecedor”, destaca Sonia Ilzarbe.

Los días 26 y 27 de diciembre, los talleres familiares fueron de la mano de Carmen Salgado, Gabriela Barrio (Tea en la azotea), Teresa Sabaté y Virginia Santos. Y estas últimas tardes –la de este jueves 2 y este viernes 3– experimentan con las familias Blanca Razquin, Iñigo Villafranca, Alicia Otaegui y Marijose Recalde.

Dejarse sorprender

El público familiar que se ha acercado este jueves por la tarde a la Sala de Armas ha explorado con fotografía, collage, la técnica del frottage y la creación de máscaras a partir de materiales reciclados.

En el espacio de trabajo de Iñigo Villafranca, comisario de la exposición Regalar es derretir, los asistentes han trabajado el collage a partir de una serie de imágenes que el creador ha puesto a su disposición para que cada cual combine y mezcle.

En el laboratorio de Blanca Razquin, las familias han creado fotogramas que han dado pie a imaginar historias.

“Reivindico lo físico y lo táctil en estas fechas de tanta celeridad, tanto materialismo y tanta tecnología"

Alicia Otaegui - Artista plástica de los talleres familiares

Con Alicia Otaegui han probado la técnica del frottage, que consiste en coger una materia que tenga relieve, colocar encima un soporte como papel o cartulina, y frotarlo con carbón para recoger la huella del relieve que hay debajo.

Y junto a la escultora Marijose Recalde, han creado divertidas máscaras con materiales reciclados. “He traído medias botellas de detergente, cortadas de tal manera que el tapón hace de boca y el asa de nariz, y con eso vamos a hacer máscaras. Vamos a decorarlas, ponerles pelo, pendientes, cosas colgando y crear algo que se asemeje a una máscara, africana o de donde quieran”, ha comentado Recalde este jueves minutos antes de comenzar el taller de la tarde.

Para ella, trabajar con familias es especial. “El hecho de que los niños hagan participar a sus padres y madres, normalmente más reacios a mancharse, hace que pasen cosas muy bonitas. Se ayudan unos a otros, los adultos se ponen a contar cosas, a crear fantasía...”, dice.

Alicia Otaegui, que ha invitado este jueves a experimentar el frottage y a crear joyas y colgantes con un material cotidiano como el alambre del encapsulado del champán, disfruta “jugando” y dejándose sorprender en estas sesiones: “Yo soy la primera que no sé con qué me voy a encontrar, y eso me gusta”, dice la artista, que reivindica “lo físico y lo táctil” en “estas fechas de tanta celeridad, tanto materialismo y tanta tecnología”.