Dos películas muy diferentes pero con un punto en común, hablar de la vida y de la muerte, abrieron ayer la competición oficial de la 75 edición de la Berlnale: Living the Land, del chino Huo Meng, y Hot Milk, el debut en la dirección de la guionista británica Rebecca Lenkiewicz. Y dos filmes que tampoco tuvieron la misma recepción. Mientras que Living the Land ha sido bien acogida en el primer pase de prensa con su historia tierna y llena de humor sobre la transformación socioeconómica de China, Hot Milk ha provocado una fuerte división de opiniones, con una mayoría en contra. En el caso de Living the Land, el filme se desarrolla en 1991 y se centra en la vida de un niño y de su familia, la cotidianeidad llena de tradiciones en una sociedad que estaba a punto de cambiar con la llegada de las nuevas tecnologías.
Algo que el realizador vivió en primera persona, como explicó hoy en rueda de prensa. “Tengo recuerdos muy vívidos y maravillosos de mi infancia en los noventa, sobre por ejemplo la primera vez que vi una moto en mi pueblo y cómo me gustaba oler la gasolina”, explicó Huo, no sin antes disculparse ante los periodistas por el retraso que sufrió la proyección y que les hizo esperar en el exterior del Berlinale Palast de Berlín, rodeados de nieve y con temperaturas bajo cero. “Espero que hayan entrado en calor tras ver la película, que hayan podido sentir la intimidad de la relación de una familia” que vive en el campo, señaló el realizador.
Una película que se burla con ternura de las tradiciones milenarias de China, por ejemplo de los lloros y gritos que antes se aprendían para honrar a un familiar fallecido y que los personajes mayores del filme interrumpen de forma natural para hablar de cualquier otra cuestión mundana. Pese a que podría haberse centrado en los aspecto negativos que las nuevas tecnologías provocaron en la sociedad china, el director ha querido centrarse en “las emociones en la vida diaria”, en la “sencillez de la vida diaria”, con muchas pinceladas de humor. “Me siento muy afortunado de haber nacer en el momento en el que explotaron las nuevas tecnologías y de haber visto el choque entre la tradición y la modernidad”, dijo.
En la segunda película a competición todo se desarrolla en el calor veraniego y cuenta el viaje a Almería de una madre y su hija para contactar con un centro médico especializado con la esperanza de que la progenitora pueda volver a andar.
Lenkiewic, prestigiosa guionista, responsable de los textos de filmes como Ida o Colette, decidió lanzarse a la dirección después de que le encargaran adaptar para el cine la novela Hot Milk, de Deborah Levy.
“Me pidieron adaptarla y hacer un guion y me encantó el libró”, explicó en rueda de prensa la realizadora, que sintió que tenía que ir más lejos y encargarse de la dirección para poder mostrar “la complejidad de las emociones” que descubrió en la novela. “Podía sentirlas y olerlas”, aseguró.
Para poner en pie un proyecto que le ha costado siete años de trabajo, eligió a la joven Emma Mackey para interpretar a Sofía, la hija, y a la veterana Fionsa Shaw para encarnar a Rose, su madre. Junto a ellas, Vicky Krieps, en el papel de una mujer libre e impredecible y Vincent Perez como el médico que trata a Rose.