La aparición de los drones, casi como un juguete, entretenía nuestra curiosidad y nos hacía soñar con un ojo de Dios mecánico que todo lo ve. Luego, como la fílmica revolución de los juguetes, la cosa se complicó, invadió nuestra intimidad y se ha convertido en un arma de guerra. Bueno, también nos ofrece preciosas imágenes que de otra manera no veríamos. La introducción de un dron en el escenario es peligrosa para los intérpretes de carne y hueso.
Su lento vuelo, bien manejado; sus luces intermitentes; su incógnita deriva, acapara la atención del espectador, anulando, a menudo, al resto de lo que acontece. A no ser que esos intérpretes se desenvuelvan en escena con tal fuerza expresiva, y con tanto atractivo que, pasados unos minutos, el dron pasa a ser un elemento secundario, con el que interactúan pero, ya, muy en segundo plano. Este es el caso de la extraordinaria pareja de bailarines que integran Qabalum, un colectivo de danza contemporánea fundado en Pamplona en 2020. Lucía Burguete y Diego Pazó nos proponen, en su espectáculo Todo este ruido, una meditación, un tanto filosófica, sobre el origen del mundo (en el principio fue el verbo, comienzan), su descomposición (en píxeles, partículas…), y posterior resurrección (o reencarnación de todos y cada uno en el infinito). Se valen del dron y de proyecciones; pero la verdadera almendra del espectáculo es su magnífica aportación dancística.
Individualmente, crean movimientos repetitivos interesantes; pero es en dúo (casi todo rato, en un inagotable paso a dos), donde todo se sublima más. Ya desde el comienzo la danza muestra pasos arriesgados al utilizar el borde del escenario como asomo al vacío. Diego Pazó luce una fortaleza formidable en los constantes emporter de la bailarina; siempre con un fraseo ligado, sin que se note el esfuerzo, e inventando pasos francamente novedosos. Todo movimiento está pensado y ejecutado al milímetro.
Es admirable ver que la danza llega (y sale) a todo el cuerpo, incluidos brazos y manos, que, a menudo, se dejan un tanto desganados en muchas coreografías de danza contemporánea. La acrobacia, el virtuosismo que, indudablemente, subyace en algunos pasos, está al servicio de la belleza, del propio movimiento, no trata de exhibirse. Es fértil en poses y remates francamente hermosos.
Qabalum, compañía de danza
Creación e interpretación: Lucía Burguete y Diego Pazó. Joan Cano, manejo del dron. Programa: Ciclo Museo en danza. Lugar: Auditorio del MUN. Fecha: 22 de octubre de 2025. Incidencias: Más de media entrada (10 euros).
La compenetración entre ambos supera la mera superposición. Lucía se acoge en los brazos de su partenaire con confianza absoluta, porque, repito, los pasos son arriesgados. Hay un momento de caída libre de Diego, escalofriante. La música no se impone matemáticamente al movimiento, pero los bailarines no son ajenos a ella, están en su órbita y hay detalles que, constantemente, la cuadran.
La interacción con el dron o con las proyecciones, inventas movimientos un tanto mecánicos, hechos con absoluta precisión: movimientos rotatorios de cabeza como los aerogeneradores, tics que bailan con la luz, que aquí viene por cable, o sueños de naturaleza verde. El dron, casi siempre cenital, impone, a veces el movimiento; pero también es un bicho al que se explora. Si se va a la simetría, se logra impecablemente: por ejemplo, el tramo final ejecutado en el suelo es de gran precisión y originalidad. Los entrelazados de los dos cuerpos son novedosos, hay pocas repeticiones, y éstas son necesarias para disfrutar de los variados registros.
La proyección final indica que el ciclo se completa y todo vuelve a resurgir de las cenizas, a empezar. En fin, un excepcional dúo de danza contemporánea, que consigue hilvanar una historia con fluidez y sin invasión mutua entre la viveza corporal y los elementos técnicos y visuales.