Este domingo, el cantautor sevillano presentará en la Casa de Cultura de Villava su último álbum, Canciones al oído, en una actuación que combinará música y poesía.

Empezó joven en la música. ¿Cuáles fueron sus orígenes como oyente?

–En Andalucía hay una especie de tradición, una cosa atravesada por el flamenco, y ese es el principio.En las sobremesas se cantan sevillanas y fandangos, la tía baila, la abuela canta, hay como una parafernalia estupenda con ese tema. Después empiezas a escuchar otras músicas, yo concretamente empecé a tocar en bandas de rock con 15 o 16 años, justo cuando empecé el conservatorio. En casa se escuchaba básicamente flamenco, Carlos Cano, Triana, rock andaluz, Lole y Manuel… ese tipo de cosas. Después la cosa fue derivando hacia la canción de autor. Para mí fue muy importanteel disco Golosinas, de Pedro Guerra, que me llegó en el mismo momento en el que descubrí a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Javier Ruibal…Fue un momento importante.

Estudió Derecho. ¿Cuándo supo que su camino no estaba en las leyes, sino en el arte?

–Empecé a estudiar Derecho y ya lo estaba compaginando con los conciertos. No acabé la carrera, me quedé a pocas asignaturas, pero ya sabía que mi camino estaba relacionado con la música y la poesía. Fue como un aprendizaje, lo recuerdo con muchísimo cariño.En la carrera de Derecho compartíamos espacios con la gente de Filología hispánica, y yo me dedicaba, aparte de a estudiar mi carrera, a leerme las cosas que le mandaban como lecturas obligatorias a la gente de Filología. Fueron unos años estupendos.

En 2004 se fue a Madrid, a intentar hacer carrera musical.

–Me fui para allá cumpliendo todos los tópicos del cantautor, con una mochila y cuatro pantalones. Vivía con cuatro o cinco músicos, con los que después compartí una banda que se llamaba Cinco Tristes Tigres. Tocábamos en el Retiro a diario, ese era el sustento en esa época, mientras se nos abrían las puertas de los locales de Madrid para tocar.

Madrid fue la cuna de una generación de cantautores: Ismael Serrano, Quique González, Carlos Chaouen, Marwan, usted mismo… ¿Tenían facilidades para tocar? ¿Había salas? ¿Había interés por parte del público?

–Siempre nos trataban muy bienen sitios como Libertad 8 y Búho Real, que en esa época funcionaban bien. Gente como Pedro Guerra, Ismael Serrano o Tontxu habían estado sembrando. Había un público estupendo dispuesto a escuchar las canciones. Como siempre pasa en este oficio, tiene sus dificultades,tampoco había muchísimos locales para tocar, pero había unos cuantos sitios que sí nos abrían sus puertas.

¿Y qué importancia tiene vivir en una gran ciudad como Madrid, cerca de la industria, los contactos…? Ahoravive en un pequeño pueblo de Salamanca. ¿Se nota mucha diferencia en ese aspecto?

–En Madrid coincidieron varias cosas.Con esa edad tienes la energía necesaria para abrirtecamino, vas con esa ilusión, aunque después las cosas casi nunca son como uno pensaba. En mi caso, por ejemplo, tuve contacto con la industria, pero nunca firmé con una multinacional.Ahora, pasados casitreinta años, entiendo que fue por principios, por no perder mi libertad. Madrid, como cualquier ciudad grande, Barcelona o la que sea, se llena de inmigrantes que vienen de otros sitios a ofrecer sus cosas. No sé si tanto por la ciudad o por la energía que teníamos en ese momento, era un lugar propicio para mostrar historias, para probar, para ver hasta dónde hay un público abundante, porque son ciudades con muchos millones de personas. Ahí ves cómo funciona tu historia. Estoy encantado con mi etapa madrileña, que fueron quince años, pero también estoy encantado con la que ha venido después. A día de hoy vivo en una aldea que somos quince en invierno; voy a tocar a donde sea, me muevo y disfruto muchísimode la alternancia de ir a cualquier sitio y después volver a recogerme a casa. Ahí es donde nace las canciones, los poemas...

La canción de autor ha tenido sus épocas, momentos en los que ha estado más de moda, momentos en los que ha estado denostada...¿Qué es lo que tiene para perdurar en el tiempo?

–El ser humano, desde hace mucho tiempo, y auguro que en el futuro también, necesita la poesía, la palabra casi desnuda, con poca instrumentación. Aunque, para mí, también hay mucho rock de autor con el que no veo diferencia. Admiro muchísimo a Carlos Chaouen, que tiene una pata en el rock y otra en la canción de autor; oa Robe de Extremoduro, que es un poeta como la copa de un pino. El ser humano necesita poesía para vivir y en tiempos de crisis, necesita la palabra para que le acompañe. Hay algo en todo eso que es innato al ser humano.

En su caso, que hace canción de autor y también le añade otros elementos, siempre se ha mostrado abierto y respetuoso con músicas más contemporáneas como el rap, por ejemplo. ¿De todo se aprende?

–Por supuesto. En todos los estilos hay gente haciendo cosas maravillosas.Lo primero soy oyente, soy público, soy aprendiz y soy curioso. Te puedo decir que escucho más rap y más rock que canción de autor. En realidad, a mí me alimenta cualquier cosa que tenga un interés y que esté bien hecha. Para mí es súper rico escuchar a ToteKing, un rapero sevillano maravilloso, o al Kase.O, o jazz... Todo me alimenta al mismo nivel o incluso más, porque al final te saca de tu zona de confort. Lo lógico en mi vida es que me hubiera dedicado al flamenco, que era lo que escuchaba, pero me interesaron otras cosas que están más allá. Lo que me divierte de lo creativo tiene que ver con eso. Un disco mío nunca se parece mucho al anterior, pero necesitamos etiquetarnos.Hago canción de autor, sí, pero hay cosas que he grabado que realmente no sé si son canción de autor. Lo que sí tiene la canción de autor es la palabra, darle cierta importancia a la literatura, que, por cierto, a mí me interesa más, le dedico más tiempo que a la músicaporque me parece más difícil. Conseguir un texto bien armado, colaborar con poetas contemporáneos, me lleva también a darle una importancia a la palabra. Si tienes una letra bien armada, la melodía está ahí implícita, lo acompaña de forma natural.

Ha publicado un par de libros; supongo que no se podrá comparar, pero, al hilo de lo que acaba de decir, ¿le parece más difícil escribir un buen poema que una buena canción?

–Pues la verdad es que, si tuviera que resumirlo mucho, creo que sí, es más difícil escribir un buen poema. Un poema con endecasílabos heroicos, perfectamente rimado, con el acento en su sitio, me parece más difícil que una canción. En una canción uno se puede tomar determinadas licencias, en un poema no tanto. He publicado un par de libros con poemasy mucha prosa poética. Soy consciente de que no dejo de ser un aprendiz en todas esas faenas, y eso me gusta.

Su último disco se titula Canciones al oído, está grabado en directo y contienen canciones y poemas. ¿El concierto del domingo irá en esa misma línea?

–Es un acústico, guitarra y voz, y voy a hacer un repaso de las canciones que están grabadas en ese disco, además de algunas más antiguas que estoy recuperando, porque las canciones van pidiendo espacio. Básicamente van a ser poemas de Casa en un árbol, que es mi último poemario, y canciones de los cinco últimos discos. Acústico y desnudo, ese es el plan.