Las librerías pequeñas y cercanas son más que una tienda de libros. Son puntos de encuentro con la cultura, la lectura y la creatividad y sirven para crear comunidad. Una de ellas es La Valeta, en Erripagaña, un local gestionado por Mikel Olaiz con una década ya de vida que ha sido seleccionada en representación de Navarra para participar en la iniciativa Vitrinas y Páginas de CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros), con motivo del Día de las Librerías que se celebra el proximo 11 de noviembre. Una cita que ha contado con una invitada especial: la ilustradora y artista gráfica Idoia Iribertegui, encargada de realizar el mural que ya luce en su escaparate.
La iniciativa se enmarca en el programa Vitrinas y Páginas en el que participan 17 librerías de todo el Estado, una de ellas La Valeta, que mostrarán el trabajo de las profesiones del sector del libro: escritura, ilustración y traducción, cuyo nexo de unión será el libro seleccionado y su interpretación mediante la intervención en el escaparate de la librería y un encuentro posterior entre los lectores y lectoras y la artista.
Mikel Olaiz abrió las puertas de la librería La Valeta hace 9 años. Entonces, multitud de familias recién formadas acudían a él en busca de libros para que sus hijos aprendieran a escribir las mayúsculas. Casi una década después, y siendo ahora lectores más que experimentados, esos niños siguen acudiendo a ese lugar especial para compartir una afición tan enriquecedora como subestimada: la lectura.
Después de haber trabajado durante años vendiendo CD de música –la primera de sus pasiones–, Mikel tuvo que reinventarse “porque las modernidades pusieron punto final a ese formato de audio”. Así pues, el pamplonica lo apostó todo a la segunda de sus pasiones, los libros, y decidió emprender su propio negocio. Eligió el barrio de Erripagaña porque era relativamente nuevo y tenía una natalidad muy alta que lo convertía en “el lugar perfecto para una librería infantil”, relata.
Tal y como señala CEGAL, entidad organizadora de la celebración, “en las librerías independientes de tu localidad hay vida”, y por eso es importante apoyarlas. En esta línea, Mikel añade que “leer aporta a los niños imaginación, vocabulario y entendimiento del mundo”. “Yo fui un niño introvertido, un lector precoz. Si algo he aprendido después de leer tantas páginas es que, con la lectura, nunca estarás solo”, explica.
"Si algo he aprendido después de leer tantas páginas es que, con la lectura, nunca estarás solo"
Entre la amplia selección de historias que acogen las estanterías de sus paredes “priman los libros de calidad, tanto a nivel textual como en términos gráficos”, cuenta Mikel. De hecho, las ilustraciones son, precisamente, uno de los puntos fuertes de su oferta ya que “es uno de los factores que mejor resisten frente al boom de las pantallas”, explica el librero. Aunque apuestan por relatos sobre valores y juegos de mesa didácticos, Olaiz siempre tiene en cuenta que “al final, lo que tienen que hacer los niños es entretenerse, divertirse y emocionarse”.
Las tendencias actuales también condicionan a pequeños negocios como este. “Por eso, vendemos cosas que son muy populares, pero no nos gustan tanto, porque esto es reinventarse o morir”, admite. Aun así, Mikel tiene clara su esencia y, por esta razón, recomienda clásicos como la adaptación de Las Maravillosas Aventuras de Sr. Soul, una historia “mágicamente ilustrada” que salió a la venta en 1972 (año en el que, casualmente, nació Mikel) y que, todavía hoy, es el libro favorito de muchos niños.
Infinidad de talleres
El récord de La Veleta en agotar las plazas para uno de sus talleres es de 45 minutos. “Abrimos el plazo de inscripciones a las 9.30 horas y para las 10.15 tuve que empezar a decir que no a la gente. En otra de las actividades teníamos aquí metidos a más de 60 niños acompañados de sus padres, que tuvieron que aparcar las silletas fuera”, bromea Mikel. Ese es el resultado de pensar en tu público y adaptarte a él. Por eso, explica, además de los típicos talleres de ilustración, cuentacuentos o collages, “hemos añadido algunos de lettering o kawaii”.
“El lettering es, básicamente, practicar caligrafía”, detalla Mikel, “y el taller de kawaii no es más que dibujar cosas monas que proceden de la cultura del manga y el K-pop”. Hasta hace unos años, esos dos términos eran desconocidos para casi todo el mundo porque se acababan de inventar. Sin embargo, ahora son absolutos favoritos que tienen gran responsabilidad del buen funcionamiento de la librería.
También reconoce que abrirse camino como librero en una realidad donde las pantallas han absorbido el panorama de ocio es un trabajo francamente duro. “Durante la pandemia fuimos todos muy permisivos con las pantallas, y, aunque eso no lo juzgo porque tengo un hijo y sé que se hace lo que se puede, me parece un problema muy grave ver una silleta de bebé con un soporte para el móvil”, contempla Mikel.
A veces, todo parece estar en contra
“Ser un pequeño negocio me permite ofrecer un trato más personalizado, tener una oferta que conozco en profundidad y contar con tiempo para resolver las dudas de los clientes. Eso es imposible en otro tipo de negocios”, describe. A pesar de ello, el funcionamiento de una librería de barrio está lleno de inconvenientes.
En primer lugar, por cada libro, los establecimientos se llevan un porcentaje muy bajo, entre el 25 y el 30%, según Olaiz. “Nosotros vemos pasar mucho dinero, pero nos quedamos muy poco”, resume. Por otra parte, la Asociación de Libreros de Navarra Diego de Haro y la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) luchan por repartir las licitaciones de las bibliotecas públicas que, hasta ahora, “se las están llevando las grandes corporaciones que pueden asumir los pliegos”.
Además, al pertenecer al Valle de Egüés, las librerías de Erripagaña pueden participar en la Feria del Libro de Navarra, pero no en el Día del Libro de Pamplona, “aunque tenemos el Casco Viejo a un kilómetro y medio de nosotros”. Así, las tiendas de libros de la zona pierden la oportunidad de darse a conocer y acumular ventas en este evento.
El mural
La obra que Idoia Iribertegui ha diseñado en el escaparate de La Veleta está enmarcada en el Día de las Librerías, que pretende crear un nexo entre libreros, autores e ilustradores. Para el mural, Iribertegui se ha inspirado en el invierno y ha llenado el escaparate de pájaros patinando sobre hielo, aunque también ha incorporado algunos detalles que hacen alusión a la sostenibilidad, temática central de la iniciativa. Una vez terminado, Idoia y Mikel han ofrecido esta tarde una charla abierta al público donde conversaron sobre el gremio, sus dificultades y el valor de los libros.
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