La 9ª edición de Landarte se ha cerrado con cinco procesos "muy satisfactorios" que demuestran que la metodología del programa de cultura contemporánea y ruralidad está "cada vez más consolidada" y sigue "madurando".
Así se ha puesto de manifiesto en la presentación del balance de esta edición, que ha tenido lugar este jueves 11 de diciembre por la mañana en el Museo de Navarra.
Ignacio Apezteguía, director general de Cultura del Gobierno de Navarra, y Anne Ibáñez y Marc Badal, del colectivo Kanpoko Bulegoa y mediadores artísticos de Landarte, han tomado parte en el encuentro junto a los y las artistas que han realizado in situ los procesos, y representantes de las cinco localidades que los han acogido.
Comunidad y escucha compartida
Organizado por la Dirección General de Cultura – Institución Príncipe de Viana, Landarte ha mantenido su firme apuesta por un arte comunitario, situado en el territorio, dialogante con la realidad local y comprometido con la transformación social.
En esta edición 2025, los cinco municipios que han acogido los procesos han sido Arboniés, Bargota, Garde, Mélida y Pueyo. Y las creadoras y los creadores que han desarrollado los proyectos en dichos territorios han sido Ioana Hernández Arriaga (Arboniés), Marta Elía Aldave (Bargota), Asier Gogortza (Garde), Jara Calvo (Mélida) y Carmen Parrado Gil (Pueyo).
En palabras de Ignacio Apezteguía, quien se ha mostrado "muy satisfecho" con el resultado de los procesos de esta edición, “se han cumplido los objetivos de activar la cultura en el ámbito rural a través de la creación artística colaborativa, utilizando el arte como herramienta para fortalecer la comunidad local y empoderar a los habitantes”.
El director general de Cultura ha puesto en valor “el compromiso firme y el enorme esfuerzo" que han puesto las creadoras y creadores, y ha asegurado que la metodología del programa está "cada vez más consolidada: los tiempos, los procesos de mediación, la relación con las comunidades y el acompañamiento colectivo han funcionado muy bien”, ha dicho.
Por su parte, Ibáñez y Badal ha destacado que “este año hay tres proyectos muy vinculados a la dimensión territorial, a través de las arcillas en Arboniés, el cierzo en Pueyo y los nogales en Garde. Y otros dos proyectos con fuerte contenido social. Varios de los proyectos, de un modo u otro, han abierto líneas de trabajo que trascenderán el marco de Landarte, generando nuevas sensibilidades sobre el territorio y nuevas redes de colaboración comunitaria”.
Proceso del programa
Landarte 2025 comenzó durante los primeros meses del año (enero-febrero) con la selección, por parte del equipo coordinador, de cinco localidades y artistas. La "incertidumbre" fue un denominador común en los procesos, y desde "esa oscuridad que implica el ir a tientas, sin saber muy bien adónde nos dirigíamos" -tal y como han manifestado los y las artistas participantes- se fueron creando vínculos que han hecho posible que los cinco proyectos hayan sido muy fructíferos.
La fase de exploración de cada creadora y creador en su localidad se extendió entre los meses de junio y julio, debido a la importancia que está ganando esta parte del programa. Tras la exploración, entre agosto y diciembre se llevó a cabo el desarrollo de los proyectos.
En esta edición, la documentación de los procesos ha corrido, como en la edición anterior, a cargo de las propias personas creadoras y de las colaboradoras que ellas mismas han seleccionado.
Arcillas, mujeres, nogales
En Arboniés, la artista ceramista Iona Hernández ha planteado una investigación sobre las cualidades cerámicas de las arcillas locales con su proyecto Mirar un territorio con las manos. Su propuesta buscaba ofrecer una nueva perspectiva del territorio, invitando a los habitantes a relacionarse de otra manera con su entorno —la tierra, el paisaje, la memoria material— mediante la experimentación cerámica. Esta acción ha activado la plaza del pueblo como escenario de investigación y creación colectiva, integrando a la comunidad en la construcción de un relato territorial tangible.
"Ha sido muy interesante, a la vez que un proceso complejo y muy íntimo", ha comentado la artista Ioana Hernández, mientras que el vecino de Arboniés Rafa Alday ha asegurado que para la comunidad de dicha localidad ha sido "un placer participar en este proceso, ha sido fantástico y nos ha descubierto otra perspectiva de nuestro territorio". "Landarte nos ha dado la oportunidad de volver a ser niños trabajando el barro, de compartir vivencias en la plaza del pueblo y de conocer cómo se ha conformado nuestro territorio. Ha sido maravilloso", ha concluido el vecino de Arboniés.
En Bargota, con su proyecto No antes de las siete, Marta Elía Aldave ha abordado los círculos de mujeres en su organización actual, analizando prácticas comunitarias que tienen raíces históricas. El objetivo ha sido visibilizar estas formas de relación social, de cuidado y de organización colectiva, y abrir una línea de investigación en torno a cómo se articulan hoy los vínculos de género y comunidad en contextos rurales. El enfoque participativo ha permitido que mujeres del municipio se involucren activamente, compartiendo experiencias, saberes y reflexiones, lo que ha contribuido a fortalecer el tejido social local.
"Las mujeres son el colectivo más participativo en Bargota, así que tenía todo el sentido tirar por ahí", ha dicho Marta Elía, destacando el "compromiso innato" que estas vecinas tienen "con su cultura". "Somos hijas y nietas de brujas, y aquí estamos. Queríamos recuperar ese espacio que nuestras madres y abuelas tenían; a las noches, después de todo el día trabajando, se juntaban para hablar de todas esas cosas de las que en casa no podían hablar, y recuperar eso para nosotras es fundamental, porque en los pueblos las mujeres seguimos estando un poco relegadas de lo público", ha reflexionado Maika Peciña, vecina de Bargota.
En Garde, Asier Gogortza ha desarrollado Nogales, un proyecto que reflexiona sobre la importancia de los nogales en el paisaje geográfico y afectivo del municipio. La propuesta articula pasado, presente y futuro, indagando en las huellas que los nogales han dejado en la memoria colectiva del lugar y cómo esa presencia arbórea se traduce en un vínculo simbólico con el territorio. Su trabajo buscaba elaborar una relectura del entorno natural y humano, y generar conciencia sobre la relación entre comunidad, naturaleza e identidad local.
Para el artista, la experiencia ha sido muy enriquecedora y ha permitido reforzar vínculos que ya existían en el pueblo, así como entre Garde y la localidad de Mélida -se van a hermanar en un futuro no lejano-. Erika Ergueta, alcaldesa de Garde, ha remarcado lo mucho que Landarte ha aportado al pueblo y a sus habitantes, y ha asegurado que el proceso vivido ha dejado huella y ha abierto líneas de colaboración entre vecinos y vecinas que se seguirán explorando.
Identidad de palabra, y el cierzo en la vida de Pueyo
En Mélida, Jara Calvo ha impulsado Corrientes de Mélida, una ruta escénica colectiva pensada como un espacio de encuentro, diálogo y experiencia compartida. A través de distintos formatos —escritura, voz, recorrido, memoria—, el proyecto pretende generar una narrativa colectiva en torno al lugar y sus habitantes, dando visibilidad a historias, identidades y relaciones múltiples. Esta propuesta ha supuesto una apertura de canales de comunicación comunitaria, conectando a vecinos y vecinas, generaciones y sensibilidades diversas, contribuyendo a reforzar el sentido de comunidad y pertenencia.
"Los vecinos y las vecinas querían hablar de la identidad de Mélida, de lo que supone ser de allí, vivir allí", ha dicho Jara Calvo, y lo han hecho a través del rap y la poesía, así como de lo escénico; algo que "han disfrutado mucho", según la concejala de cultura de la localidad, Miriam Irisarri, que ha tomado parte en el acto de presentación del balance de Landarte 2025 junto al alcalde de Mélida, Fran Sesma.
Finalmente, en Pueyo la diseñadora y creadora Carmen Parrado Gil ha desarrollado El cierzo en Pueyo, un proyecto que explora cómo el cierzo —el viento característico de la zona— atraviesa y configura lo cotidiano, el paisaje, las sensaciones y la memoria del lugar. "Desde la arquitectura hasta gestos simples que se repiten en el día a día", ha dicho la artista, que, a través de un proceso colectivo de escucha, recolección y observación con la comunidad local, ha emprendido junto a la comunidad de Pueyo la aventura de reconstruir un relato sensorial del territorio, uniendo naturaleza, clima, cotidianeidad y memoria colectiva en una experiencia compartida. Esta propuesta ha logrado activar una reflexión colectiva sobre el entorno, sus dinámicas, su vulnerabilidad y sus posibilidades. Algo que, en palabras de Javier Llivina, concejal de Cultura de Pueyo, ha resultado muy interesante y entretenido para los vecinos y las vecinas de localidad navarra, que, como muchos pueblos pequeños, "no tiene tantos recursos para generar actividad cultural" durante el año.
Página web y podcast
La columna vertebral de la difusión de este programa es la página web www.landarte.es, que prioriza los procesos de creación que se desarrollan en cada una de las localidades, en relación al seguimiento o la descripción de los procesos, con un apartado dinámico que recoge tres tipos de contenidos nutridos por las propias participantes: un diario (crónica descriptiva del desarrollo de los procesos), notas (materiales o informaciones complementarias sobre cada uno de los procesos) y noticias (entradas relativas a Landarte, en tanto programa).
Además, esta página web también acoge el Podcast Landarte. En esta edición, está dedicado a Nyamnyam, un colectivo artístico interdisciplinar con sede en el pueblo de Mieres (Girona) que impulsa proyectos en los que la creación contemporánea se entrelaza con la participación, la experimentación y los cuidados. Desde 2012 desarrollan propuestas que activan el pensamiento crítico y la práctica comunitaria a través de formatos híbridos —encuentros, acciones, talleres, publicaciones o dispositivos escénicos—, siempre desde una mirada situada y colaborativa. Su trabajo conecta arte, política cotidiana y ecosistemas locales para generar espacios de intercambio que cuestionan las formas establecidas de producir y relacionarnos.