Dos aventajadísimos alumnos, (por el nivel, supongo que de los últimos cursos), del aula de órgano del Conservatorio Superior de música de Navarra, junto con su profesor, José Luis Echechipía, han comparecido en el órgano de San Nicolás de Pamplona para ofrecernos uno de los conciertos más agradables escuchados desde ese complejo conglomerado de tubos manejados al antojo de registros y partituras. Y es que, el programa presentado, y sus versiones, han sacado el sentido del humor de obras que siempre se presentan desde su lado más transcendente y serio. Miguel Antón Maraña abre la sesión vespertina con dos “voluntary”: esas piezas de muy libre composición del organista, que se introducen en los momentos de la liturgia en los que no hay texto. Son obras que se salen un poco de la solemnidad para sorprender y agradar al oyente. En la “siciliana” de Alcock, Maraña introduce alguna variación personal. El Voluntary Op. VII de Stanley es de una luminosidad y riqueza organística que nos hace recordar a Haendel, (o quizás Haendel nos recuerda a Stanley, que todos se influyeron mutuamente), por la plenitud sonora del “lleno”, la respuesta a modo de eco, en matiz más “piano” a esos pasajes, y la siempre gozosa trompetería, de la que presume el órgano de San Nicolás. Maraña vuelve a la seriedad con el número 7 de los preludios corales del Señor Brhams: una obra con el tema coral muy austero, pero al que luego adorna con registros de lengüetería y contrastes de sordina y pedal un tanto tenebroso.

Miguel Angel Temprano, aborda la sonata nº 5 de Mendelssohn desde la solemnidad y grandeza del comienzo, el contraste del sosegado andante, con un registro delicado y muy bello, y el desinhibido y “pleno de tubos” final. Siguió con Jehan Alain (1911-1940), que es una rareza entre los organistas; murió muy joven y su hermana Marie Claire (más famosa entre la profesión) ha grabado su obra. Las “Variaciones sobre un tema de Janequin” son inclasificables, presentado el tema, se va por los cerros de Úbeda, ya con algunas disonancias y un resultado muy interesante. M. A. Temprano llegó a la cumbre con el “Preludio y fuga en Re mayor de Bach”. Una fuga de Bach siempre es un acontecimiento. Después del solemne preludio, el joven organista presenta el tema –claro y elemental- con cierto divertimento, desenfadadamente; pero, claro, a medida que van entrando las “voces” que multiplican las manos y los pies, todo alcanza una solemnidad y consumación inusitada. Salió muy airoso. Para terminar el recital, el profesor Echechipía se unió a su alumno para dar –a cuatro manos y pies- una sonata de Nicolás Ledesma, (zaragozano que estuvo en Tafalla y en Bilbao), que nos lleva al ambiente festivo que lo mismo quedaría bien en un carrusel de feria, o en la música litúrgica de Sevilla, por ejemplo; era muy amigo de H. Eslava. Una delicia. La escuela de Órgano de navarra sigue en lo más alto. Qué rato tan agradable.

Aula de Órgano del C. Superior de M. de Navarra. Miguel Antón Maraña, Miguel Ángel Temprano Rubio y J.Luis Echechipía, organistas. Obras de Alcock, Stanley, Brahms, Mendelssohn, Alain, Bach y Ledesma. Òrgano de la iglesia de San Nicolás de Pamplona. 9 de diciembre de 2025.

JULIAN MONTOYA, ORGANISTA Y COMPOSITOR. IN MEMORIAM. Julián fue otro de esos organistas en torno al cual se enriquece la vida musical. Últimamente, desde los Paúles de la Milagrosa. Fue un músico muy generoso desde su magisterio, desde su acompañamiento al órgano a diversos coros, y desde su consejo de buena persona y buen músico. Siempre sin darse importancia. Personalmente, le recuerdo acompañándonos en el canto de la Misa Pastorela en mi pueblo (Beire), muy cerda de Olite, donde, también, fue fundamental para su ambiente musical. Murió recientemente, pero, como suelo decir cuando muere un músico, la música segue así en la tierra (su hija canta muy bien), como en el cielo (como aprendió en los Padres Blancos de Miranda de Ebro). Su recuerdo será como esas bellísimas fachadas de nuestros órganos; siempre admiradas aunque no suenen. Descanse en paz.