Hay una serie de muertos vivientes que se llama The Walking Dead. Es una serie que lleva varias temporadas en lo más alto de la televisión a nivel mundial. Además posee el récord de ser la más pirateada. La gente la sigue de mil maneras y no siempre pagando por verla, que es el propósito de las plataformas y cadenas que la emiten. Hace tiempo que la dejé y sé que el grupo de supervivientes no infectados por la muerte siguen huyendo y defendiéndose de los ataques cada vez más sofisticados de los zombis. Ayer me acordé de ella al ver el arranque de Sálvame. Pura casualidad, lo juro. Presentaban el programa despidiendo a Carmen Borrego que, según decían, abandonaba Sálvame después de siete mil y pico horas de permanecer en él. La presentadora de la noticia estaba acompañada del resto de los tertulianos atrapados desde hace años en el plató de Telecinco. Todos miraban a la cámara y parecían tristes de la noticia de la marcha de su compañera. Entre otras cosas decían que Carmen Borrego ya no aguantaba más ni las cámaras que recogían los efectos de la última operación de cirugía plástica ni a sus compañeros que tras criticar lo mal que le habían dejado miraban a la cámara con gesto serio y desafiante. De pronto, le dieron paso a Terelu Campos y resulta que la que se había despedido era su hermana, la misma que se había quitado la papada y cuyos compañeros asediaban como hacen los zombis de The Walking Dead en la televisión desde hace una década. The Walking Dead es ya la serie de televisión más vista en el mundo y hace tiempo que superó a, Dallas, Los Soprano, MASH o La casa de la pradera. Sálvame sigue siendo el espacio más visto de la tele vespertina por más que la idea general sea la de que se trata de un programa basura en pleno horario infantil. Este grupo de muertos vivientes del cotilleo puede parecer que desaparecen pero no: simplemente se transforman.