Parece que desde el ministerio de Economía están moviendo fichas para involucrar a las nuevas plataformas tipo Netflix, HBO y Amazon para que paguen un 1% de sus ingresos para financiar RTVE. Una buena idea esta de distribuir la responsabilidad de financiar la televisión pública como también lo hacen con un 3% las televisiones privadas a cambio de no entrar en el mercado publicitario. En el fondo está la cuestión de que la televisión es un servicio público por más que unos la vistan de cotilleo, de negocio futbolístico, o de taquilla de venta de series y películas. Poner en marcha un impuesto a estas plataformas seguramente será algo difícil de explicar a los mercados ya que en otros países no lo hacen. Hay quien piensa que es como poner puertas al campo: un imposible. Y hablando de poner puertas: la tauromaquia es una de las que más frecuentemente lo mismo se las cierran que se franquean. Hace años las corridas de toros les ponían algún rombo que era el indicativo de que aquel espectáculo -o lo que fuera- no era apto para los más pequeños. A aquel rombo no se le hacía ni caso. No era muy operativo que a las cinco de la tarde te mandaran a tu cuarto. Tampoco quedaba claro si el sentido del rombo venía por el maltrato animal o por la posibilidad de que algún torero resultara herido o, quién sabe, muerto. Actualmente José Tomás es un torero que se niega a que las cámaras retransmitan sus faenas. Su decisión obedece a que entiende la tauromaquia como una ceremonia, un ritual mágico que solo se puede seguir en vivo y directo desde los graderíos. Pero pocas veces una corrida como la de José Tomas en Granada había contado con más cámaras grabando sus tercios o como se llamen. Por las imágenes que se han visto en las redes, detrás de cada aficionado había móvil con una cámara dispuesto a enviar al mundo la magia o la desgracia, el arte o el maltrato.