El próximo jueves se cumple el 25º aniversario de la primera gran victoria de Miguel Induráin. El Tour del Porvenir de 1986 se rebautizó para la ocasión como Tour de la Comunidad Económica Europea (CEE), ya que transcurría desde Portugal a Italia, pasando por Pirineos y Alpes.

El joven Indurain, de 22 años, afrontó la carrera con la única ilusión de ganar el prólogo y mantener el liderato hasta la etapa de Pamplona, consciente de que en la alta montaña lo tendría complicado.

Induráin cumplió su primer objetivo -en 4 kilómetros de prólogo aventajó en 11 segundos al segundo clasificado, Winterberg-, pero lo de mantener el liderato hasta Pamplona pronto se vio que iba a ser un desgaste excesivo, ya que los equipos eran de solo siete corredores -a Induráin le ayudaban Marc Gómez, Myrylainen, Pineau, Carrera y Rubén Gorospe-.

Induráin llegaba quinto a la capital navarra -una fuga se había presentado en Salamanca con 8 minutos de ventaja-, pero ya se había fijado un nuevo reto: comprobar hasta dónde podía llegar en la montaña. Y en las jornadas pirenaicas -Etxabe ganó en Pau y Cubino en Luz Ardiden- recortó diferencia con el líder Knickman (la Vie Claire) hasta 5:25.

En la crono de 27 kilómetros de Carpentras (al pie del Mont Ventoux), Induráin volaba para recortar 3:07 a Knickman, que en la primera etapa alpina se derrumbaba. El ciclista villavés recuperaba el liderato y sus rivales pasaban a ser Patrice Esnault y Alexi Grewal. En la etapa con final en Sestrieres su equipo controló para evitar ataques de los rivales, y Miguel Induráin se presentó en la meta final de Turín con una ventaja en la general de 47 segundos sobre Esnault y 1:46 sobre Grewal.

Induráin no dudó en considerar el triunfo como "el más importante" de su carrera deportiva y explicó que las dos claves fueron el gran trabajo de su equipo para que no perdiera tiempo en varias etapas, y el hecho de haberse visto muy fuerte en la primera etapa de montaña. "Ahí pensé que quizás podría luchar por ganar la general".