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Boscos fue el pionero

Hace 50 años, salesianos acogió el primer partido de División de Honor en Navarra, con la visita del ATlético de Madrid

Boscos fue el pioneroFoto: cedida

Ni Anaita (que ascendió por primera vez en 1967); ni el San Antonio (1972); ni el Beti Onak (1980); ni las chicas de Oberena (1995), ni las de Itxako (1999)... El primer equipo navarro de balonmano que jugó en División de Honor fue Boscos, en 1963, y el pasado domingo se cumplieron los 50 años del primer encuentro de la máxima categoría en Navarra, un duelo entre el equipo colegial y el coco de aquella Liga, el Atlético de Madrid.

Llegar a División de Honor fue toda una hazaña para Boscos -un equipo totalmente amateur y con jugadores muy jóvenes (entre 18 y 23 años)-, ya que por el sistema de competición era algo reservado a los ocho mejores equipos de España. Boscos quedaba integrado en el Grupo A con el OAR Gracia de Sabadell, el Atlético de Madrid y el Salleko guipuzcoano. En el Grupo B estaban Femsa, Automovilismo, Valencia y Granollers (el otro grande en esa época, en la que aún no habían irrumpido Calpisa y Barcelona). Las virtudes de los jugadores de Boscos eran la fuerza y, sobre todo, la velocidad -muchos de sus goles llegaban de contraataque-.

Su debut en la categoría es el 10 de marzo en Sabadell (22-20) y una semana después llega el Atlético a Pamplona, al patio central de Salesianos, a un suelo embaldosado que provoca que los colchoneros amaguen con negarse a jugar, al no estar seguros de cómo botará el balón (por no hablar de que las raíces de los árboles más cercanos a la pista habían levantado alguna baldosa). Pero al final entran en razón, y el histórico encuentro acaba con una digna derrota local por 18-13. Boscos, a las órdenes de Alfonso Gámez, alinea ese día a Marco y Pérez Caldero; Garde, Labiano (1), Julio López (2), Dueñas (3), Larrañeta, Tabernero (1), Munárriz (3, 1 de penalti), Lecumberri, Baquero y Azcona.

El pasado domingo, para celebrar las Bodas de Oro de ese partido, se reunieron casi todos los jugadores. No estaban los ya fallecidos Larrañeta y Alfonso Gámez, ni los dos foráneos de aquel equipo, el salmantino Tabernero y el palentino Dueñas (que, por supuesto, no eran fichajes de talonario; jugaban en Boscos porque estudiaban en Navarra).

Casi otro balonmano

Un deporte recién nacido

Del balonmano a once que se practica en España desde los años 20 se ha llegado en los 50 al definitivo balonmano a siete, que es el que juegan en Navarra Boscos, San Antonio, Anaitasuna, Txarpaleta, SEU Medicina, Peritos Agrícolas, Irrintzi..., con una gran rivalidad entre los tres primeros. Los campos ya tienen las medidas actuales y ya se practican defensas como el 6/0 y el 5/1 (el 3/2/1 llegaría bastante después), pero en casi todo lo demás es un deporte en la prehistoria de lo que ahora se conoce.

Los exjugadores de Boscos recuerdan, por ejemplo, que se jugaba casi siempre al aire libre, porque solo el Frontón Labrit ofrecía un techo, y la pelota copaba casi todas las horas, dejando pocas para el balonmano, para el Argaray de baloncesto o para el Oberena de hockey sobre patines.

Por eso, la mayoría de equipos jugaba en la pista de ceniza de Ruiz de Alda, en la del Estadio Militar Mola, en la del Jito Alai, en el Euskal Jai y, por supuesto, en Salesianos.

Y, sí, se comenzaba a conocer ya la resina para coger mejor el balón, pero de poco servía cuando llovía.

Y, por supuesto, ni el entrenador ni los jugadores se limitaban al deporte, sino que tenían que, por ejemplo, montar y desmontar las porterías para cada partido; pintar con poso de acetileno las rayas del campo; y hasta, cuando nevaba, quitar la nieve acumulada arrastrando entre varios un banquillo.

En esos años en la elite, en los que los ingresos eran casi nulos (algo, poco, aportaba el colegio), a Boscos le vino muy bien el patrocinio de Iberia, empresa a la que llamó la atención la juventud de la plantilla. A cambio de una equipación completa y una bolsa de deportes -todo un lujo-, solo pidió un par de fotos que durante varios años estuvieron expuestas en el vestíbulo de Barajas.

El equipo de Boscos nace de miembros de la Asociación de Antiguos Alumnos y se abastece después del internado del colegio, en el que el deporte -sobre todo el fútbol y el balonmano- era una excelente manera de llenar las horas muertas.

Primero como un grupo de amigos, y luego con entrenadores que cada vez saben más de técnica y táctica -Vicente Delgado, Alfonso Gámez, José Carlos Urdiain y, después, Sebastián Jáuregui, José Ángel Urtasun, Andrés Pérez Indart, Carlos Ubani, Fernando Martínez, Francisco Moya...-, Boscos se convierte primero en un equipo con un gran nivel deportivo y, después, en la gran cantera del balonmano navarro.

Boscos contó además, desde el principio, con un público fiel, ese que en las mañanas del domingo se acercaba a ver el Trofeo Boscos de fútbol o el baloncesto en el cercano patio de Vázquez de Mella.

Y siempre, siempre, el planteamiento fue amateur. Los exjugadores tan solo recuerdan una prima (un billete de 25 pesetas) tras el partido de vuelta de ese Boscos-Atlético. Una propinilla que casi todos emplearon esa misma tarde para ir al Bernabéu a ver un Real Madrid-Mallorca.