pamplona - ¿Qué hace un brasileño por Pamplona?

-Jugar a baloncesto, sin duda. Vine a España con ese pensamiento y lo sigo teniendo y trabajo todos los días por ello.

¿Conocía algo de aquí?

-Los Sanfermines. Nunca he estado, pero sí que los conocía porque al estar en Vitoria hay mucha gente de allí que suele venir. Aunque también sé que viene gente de toda España y del mundo. Todo eso ya conocía, pero nunca antes había estado por Pamplona.

¿Le ha sorprendido algo?

-El casco medieval. Me ha parecido un sitio muy bonito y es una cosa que me ha sorprendido. Aunque la Ciudadela también es un sitio que me ha impresionado mucho. En general, me parece una ciudad muy parecida a Vitoria, donde he estado cuatro años y medio, entonces, tampoco he notado demasiado el cambio de ciudad a ciudad. Por ahora, estoy muy a gusto aquí.

Tengo entendido que no se lleva muy bien con el frío. ¿Qué hace para combatirlo?

-Sí, es lo que peor se me da, pero no tienes otro remedio que aceptarlo, ponerte una chaqueta y salir a la calle.

Llegó a Vitoria con trece años. ¿Cómo decidió salir de casa a esa edad?

-Mi sueño era jugar a baloncesto y en Brasil no veía ni el entorno ni la situación adecuadas. Además, en aquella época el deporte no estaba como está ahora, que ha mejorado infinito. Por todos esos motivos vi aquí en España la mejor salida. Cuando fui a Vitoria a probar, me enseñaron todas las estructuras que tenían tanto médicas, de estudios, de entrenamientos... y me pareció espectacular.

Fue una decisión suya. ¿Qué le dijo su familia?

-Fue mía, pero mi madre y mi padre han tenido también mucho peso. Mi madre, principalmente, tenía sus dudas, pero al final vio que era lo mejor para mí si quería llevar a cabo el baloncesto como mi trabajo. Todos sabíamos que para eso tenía que salir de casa. O irme a otra ciudad de Brasil o venirme aquí, y esta creo que ha sido la mejor elección. Las primeras tres semanas vine con mi madre y fue algo que me ayudó mucho para adaptarme mucho antes y mejor.

¿Sabía algo de español?

-Sí, un poco, porque en Brasil estudiaba castellano en el colegio y cuando vine a España me podía defender, como dicen, pero me ha costado un poco. Pero al final, como el portugués es parecido al castellano, en un mes ya podía entender más o menos todo y poco a poco fui mejorando.

¿Qué ha sido lo más duro en su adaptación?

-El idioma no tanto, el clima sí, mucho. Sobre todo porque no veo el sol. Aquí en Pamplona lo veo algo más que en Vitoria, pero eso es algo que me agobia mucho porque en mi ciudad tienes en todo el año como mucho un mes de frío; el resto hace calor y ves el sol durante todo el día. Esto es un tema que me ha costado un poco más, pero al final te acabas adaptando.

Tiene 19 años recién cumplidos. ¿Qué ventajas tiene ser uno de los más jóvenes del equipo?

-La mayor ventaja que tengo aquí es poder aprender y coger toda la experiencia que tienen los mayores. Tengo a Iván García en mi puesto, que me saca bastantes años, pero intento coger todo lo positivo que tiene él.

¿Y cuáles son las desventajas?

-Te toca recoger los balones, pagar una merienda a todo el equipo por debutar en la liga... pero aquí se portan muy bien conmigo.

¿Le hicieron muchas novatadas a su llegada?

-No, para nada. Pensaba que iban a tener muchas más, pero hasta la fecha se han portado muy bien y espero que sigan así.

Comparte piso con Marcos. Dicen que son casi una pareja de hecho...

-Ya llevamos una relación de seis meses (risas). No, muy bien, no tengo ninguna queja con él.

Entrenan, salen y viven juntos. ¿No se agobia teniéndole todo el día pegado?

-No, porque en Vitoria también pasaba eso. Al final estábamos los canteranos juntos en la misma casa y eso en el deporte ocurre mucho. Vivir juntos da un plus muy grande, pero al margen de lo deportivo también creo que es bueno para los dos porque en ningún momento estamos solos. Vienes a una ciudad nueva, no conoces a nadie y así siempre nos tenemos el uno al otro para hacer cualquier cosa que nos apetezca juntos: ir a hacer compras, tomar algo...

¿Los ligues también los comparten?

-No, de momento eso cada uno por su lado.

¿Y quién es el más ligón?

-Marcos. Marcos es muy ligón (risas).

¿Qué es en lo primero que se fija de una mujer?

-En la sonrisa y en los ojos.

Volviendo a la convivencia, ¿quién lleva las riendas de la casa?

-Yo. Ahí puedo pecar un poco. Tenemos muy ordenado todo, nuestra casa es un espectáculo. Está limpia siempre y alguna vez tengo que tirarle un poco de las orejas o él a mí, pero lo llevamos muy bien.

¿Quién es el chef?

-Tenemos una gran ventaja porque vamos a comer y cenar al Iruñaberri. Ahí nos cuidan demasiado bien y nos ponen la comida perfecta. Además, lo tenemos al lado de casa y así no nos complicamos nada cocinando en la cocina.

En casa es un maniático de la limpieza y del orden. ¿Traslada eso también a la cancha?

-Creo que sí. Soy muy correcto y si quiero hacer algo quiero hacerlo muy bien. En casa soy muy milimétrico y en la cancha intento ser lo máximo posible también y creo que eso te da resultados.

¿Tiene alguna manía?

-Me gusta ordenar mucho, pero manías en general no tengo. No soy mucho de amuletos ni tampoco de rituales.

¿Es creyente?

-Sí. En Brasil la gente es bastante creyente y toda mi familia también lo es.

Nació en Toledo. ¿Conoce el de aquí?

-No lo conozco, pero sé la ciudad que es y que es bastante grande. Mucho más grande que la mía. Además, Edu también era de allí.

Si no me equivoco, en su país el fútbol es casi una religión...

-Es una religión, totalmente. Es el país del fútbol sin duda. Allí, como me pasó a mí y a todos los niños, empiezas en el colegio a hacer deporte y tu sueño es ser jugador de fútbol eso está señalado desde el primer minuto. Pero en los últimos tiempos van teniendo más fuerza otros deportes como el baloncesto, voleibol, balonmano... pero el fútbol es todavía el número uno sin lugar a dudas.

¿Cómo es que se decantó por el baloncesto?

-Cuando tenía nueve o diez años hacía fútbol, fútbol sala y baloncesto y al final llega un momento en el que te tienes que decidir por uno. Siempre he seguido jugando al fútbol con los amigos los fines de semana o seguía yendo a entrenar porque conocía a todos, pero empecé a tomarme el baloncesto muy en serio y me gustaba mucho. En ese momento era un deporte que lo hacía por diversión, pero se me empezó a dar algo bien y poco a poco he llegado hasta aquí.

¿Entonces, le consideran el raro?

-Sí, de hecho en mi grupo de amigos, en mi cuadrilla, ninguno juega a baloncesto. Empecé yo y luego vino algún otro, pero soy el raro del grupo, sí (risas).

Y hablando de fútbol, ¿con quién se queda: Pelé o Maradona?

-Con Pelé, ¿no? yo creo. Tampoco puedo mojarme mucho porque no he visto a ninguno de los dos jugar. Soy muy fan de Ronaldinho, eso sí.

Si lo llevamos a la actualidad... ¿Messi o Neymar?

-Es duro decirlo, pero Messi está a un nivel muy alto. Pero veo a Neymar muy bien y ahora comparte goles con él. A ver dentro de unos años cómo está.

¿Se le considera la estrella del país?

-Es uno de los ídolos, sí. A día de hoy es el chico. Está en todos los lados y es la persona que representa el fútbol brasileño tanto allí como en el exterior, sin duda.

Resulta curioso ver a los futbolistas brasileños celebrar los goles bailando...

-Depende. Muchos si saben bailar se sacan el baile en el medio del campo después de marcar. Neymar lleva desde que tenía 16 años en Brasil celebrando los goles bailando las canciones nuevas que están de moda. Es una forma de celebrarlo, nada más.

¿Llevan el baile en la sangre?

-Puede ser, algunos sí y otros no tanto.

¿Usted celebraría un mate bailando?

-No. Soy más de pegar gritos cuando encesto.

¿Y cómo se le da eso de mover el esqueleto? ¿Le gusta?

-Sí, gustarme, sí, pero no bailo muy bien que se diga (risas).

¿La samba cómo la lleva?

-Ufff... no tengo ni idea de bailar la samba...

¿Cómo vive los carnavales?

-Allí el carnaval es bastante distinto de lo que la gente se espera. En Sao Paulo y Río de Janeiro tienes los desfiles, pero en otras partes la gente no se disfraza tanto. Lo que sí, hay muchos días de fiesta, de vacaciones. Empiezan el sábado y terminan el miércoles. Hay mucha fiesta, pero se ha perdido un poco la cultura de disfrazarse.

¿Cuáles fueron sus últimos?

-Antes de venir, cuando tenía trece años.

¿Qué me dice del Mundial? ¿Estuvo?

-Estaba allí, pero no fui a ver ningún partido porque no sabía si iba a estar con mi selección o no y a última hora ya fue imposible.

Pero ahora tiene una nueva oportunidad: los Juegos Olímpicos de 2016...

-Sí. Van a ser los Juegos más importantes hechos ahí, así que tengo que ir. En esos estaré seguro porque en esas fechas sé que no voy a tener ningún otro compromiso deportivo. Habrá que ir a ver algún partido.

Hay gente que quiere que se celebren allí y otra que se opone. ¿Cuál es el motivo real?

-Hay muchos puntos de vista. La corrupción existe y al tener los Juegos entra mucho dinero en el país. Algunos están a favor de eso y otros en contra porque se invierte en el deporte bastante dinero. Sin embargo, creo que haciéndolo bien, lo vuelves a conseguir. Aunque sí que es cierto que todavía hay apartados como la sanidad que se pueden mejorar.

¿En qué lado se posiciona?

-Yo estoy a favor porque son unos Juegos importantes, pero también creo que los que se oponen a eso también pueden tener razón. Prefiero no posicionarme, eso que lo decidan los que están arriba.

Estudia primero de ADE. Creo que tuvo algún problema para hacer su matricula en Pamplona...

-Sí, porque me iba a matricular en Vitoria y lo iba a hacer presencial, pero como vine aquí y no sé dónde voy a estar el año que viene elegí hacerlo por la UNED. Me pilló con los plazos cortos y me pusieron alguna pega por eso, pero al final, todo hecho.

¿Por qué escogió esta carrera?

-Porque me gusta ese mundo de la administración, las económicas... Si no jugara a baloncesto sin duda iba a hacer una ingeniería, Ingeniería Mecánica me gusta mucho. Pero ahora jugando, lo veo muy complicado para poder llevar a cabo las dos cosas a la vez. En ADE vi un curso interesante y no lo veía tan exigente como podía ser una ingeniería u otra carrera.

¿Dónde le gustaría trabajar?

-Si pudiese elegir me gustaría trabajar en Embraer, que es una gran empresa que hay en mi ciudad. Allí estaría muy contento.

¿Se considera buen estudiante?

-Sí, pero ahora me está costando adaptarme porque en el colegio iba a clase y me bastaba con solo con atender. Después en casa no trabajaba demasiado. Ahora tengo que hacer un esfuerzo mucho más grande porque al no tener clases tengo que trabajar el doble, pero voy poco a poco.

¿Estudia mucho en el piso?

-Empecé un poco de bajón. Marcos es más regular en ese sentido, pero con el tiempo yo también voy cogiendo ritmo.

¿Cuál era la asignatura que más le costaba en el colegio?

-Lengua. Tanto aquí como en Brasil. Nunca se me ha dado bien. Desde siempre he sido más de Ciencias. Las matemáticas por ejemplo nunca me han dado problemas, es más, me gustan.

¿Cómo se ve Daniel Bordignon en un futuro?

-Ese es un tema incierto. Nunca sabes a dónde va a ir el baloncesto o hasta dónde puede llegar. Si va bien, quiero seguir mientras sigo estudiando. En caso de que no fuera bien, seguramente haría Ingeniería Mecánica y acabaría ADE.

¿Tiene pensado volver a su país?

-No tengo ni idea de lo que haré. Prefiero ir día a día; pensando en el futuro, pero ahora mismo no me veo volviendo a Brasil. Es demasiado pronto.

¿Tiene en mente algún sueño?

-Ganar una Euroliga.

¿Y lo ve posible?

-No sé (risas). Trabajaré todos los días hasta conseguirlo.