pamplona - El domingo por la noche, tras la victoria ante el Frigoríficos Morrazo, Javi Gracia recibía una llamada telefónica de su madre. “¿Estás seguro de que lo que vas a hacer? ¿Lo vas a dejar ahora, que estáis a punto de entrar en Europa?”, le preguntaba. Pero el segundo técnico del Helvetia Anaitasuna lo tiene claro. Al final de esta temporada dejará su cargo y el tiempo libre del que disponga lo dedicará a disfrutar de su familia, su principal pasión junto con el balonmano.

“La decisión ha sido muy dura, pero tocaba ya parar”, asegura. Su trabajo en el velódromo Miguel Induráin de Tafalla, su familia y su labor en el banquillo del Anaita han copado su tiempo en las últimas cinco temporadas y, aunque ha sabido compaginarlo todo con mucho esfuerzo, cree que es el momento ya de pasar página. “Me da pena poner punto y final, pero al mismo tiempo me llena de alegría. Ahora me iré dejando al equipo en lo más alto, con récord de puntos, y eso me da mucha satisfacción”, destaca.

La vida de Javi Gracia ha girado en torno al balonmano desde que tenía 16 años. Como jugador y, sobre todo, como entrenador, este deporte le ha robado muchos ratos de sueño y de tiempo libre. Ahora quiere invertir todos esos momentos en una familia que está, por otro lado, muy vinculada al balonmano. Su mujer, Marta Casado, fue jugadora y durante muchos años militó en las filas de Oberena en División de Honor. Sus hijos, Nico, de 8 años, y Mikel, de 2, le acompañan en todos los partidos y también en algún que otro entrenamiento. “Ellos han vivido el balonmano, les gusta y les apasiona. La ayuda de mi mujer y de los críos ha sido fundamental para poder dedicarme a esto, pero al final te reclaman y es normal”, afirma. Si bien su hijo pequeño aún “no es consciente” de la decisión su padre, no ocurre lo mismo con el mayor: “Nico, incluso, me animaba a que lo dejara, porque él quiere que esté con ellos. Me pierdo los partidos de fútbol o los ratos de tareas, y me quería con él. Eso sí, ahora que ve al equipo en Champions, como él dice, no se explica que me marche”.

Quien seguro agradecerá tenerlo más tiempo al lado es su mujer o al menos eso espera Javi Gracia. “Espero que esté encantada con mi decisión ahora y luego, cuando me tenga que aguantar en casa”, bromea. “Ella ha sido entrenadora y sabe que esto es una pequeña droga que necesitas. Pero ahora me demanda mucho más el tema familiar y laboral, por encima del deportivo”, añade.

De su paso por los banquillos se lleva muchos amigos y cariño. Anaita, según dice, es “ante todo el vestuario, una piña” y aunque abandone el balonmano de elite, no se cierra del todo las puertas. “Yo espero que sea más un hasta luego que un adiós, porque conociéndome va a ser muy difícil que me desligue de toda esta historia”, concluye.

Nombre y nacimiento. Javier Gracia Bernard. Zaragoza, 20 de octubre de 1975.

Familia. Está casado con Marta Casado y tienen dos hijos: Nico, de 8 años, y Mikel, de 2.

Trayectoria. Empezó a jugar al balonmano en Tafalla y a los 16 años comenzó su andadura como entrenador, dirigiendo a los infantiles. Su labor técnica le llevó también a Vitoria. En su vuelta a Navarra, se hizo cargo del Beti Onak femenino y más tarde del masculino. La selección juvenil navarra también le reclamó. Asimismo, fue segundo con Iñaki Aniz en el TID San Antonio y más tarde repitieron tándem en el Villa de Aranda. Con Etxaburu vino al Helvetia en el curso 2010-2011 y ese año el equipo ascendió a Asobal. Desde entonces, están en la categoría.

Jamás olvidará... En su retina quedarán para siempre momentos como la victoria en casa del Granollers en el debut en Asobal o el triunfo en Zaragoza que les dio la salvación ese año. También la Final four de la Copa del Rey la temporada pasada en Pamplona o el triunfo de este año en Cangas, “que nos sirvió para ir hacia arriba”.