La huella de junio
Dispersados en distintos frentes, desde la Dauphiné Libéré, que concentró a Froome y Nibali, hasta la Ruta del Sur, lugar de encuentro para Contador y Quintana, los cuatro fantásticos transmiten buenas sensaciones de cara al Tour
Utrecht, punto de ignición del Tour, espera el 4 de julio. Tal vez Julio Verne o Isaac Asimov, capaces de ver el futuro, de describirlo con detalle, podrían guionizar lo que ocurrirá en la Grande Boucle, pero para el resto es un misterio aún por resolver, una carrera por desencriptar. De lo que sea el Tour, tan caprichosa y gigantesca la cita, no se sabrá hasta que la carretera imponga su ley, que todo lo puede. Hasta ese momento queda el método deductivo, el detectivesco, para intentar garabatear sobre el porvenir observando el pasado reciente. El pretérito del Tour se vertebra en junio, donde enraízan Dauphiné Libéré, Vuelta a Suiza y la Ruta del Sur. Frentes todos ellos que sirven a modo de filtro, de termómetro. De la criba, los cuatro fantásticos: Froome, Nibali, Contador y Quintana salen con brillo. Ninguno entre los que opositan al Tour ha emborronado su hoja de servicios. Al contrario, cada uno con sus particularidades, se han mostrado competitivos.
Chris Froome y Vincenzo Nibali, ganadores del Tour en 2013 y 2014, respectivamente, coincidieron en la Dauphiné Libéré, que concentró varias etapas de alto voltaje. Finalmente se impuso la centrifugadora de Froome, que agarró el liderato en la última jornada. Se lo arrancó a Tejay Van Garderen. Para entonces, Nibali corría a otra cosa. Fue líder y completó una deliciosa etapa en un ataque de la vieja escuela: desde lejos. Asociado a Valverde y Rui Costa, los tres exigieron al Sky de Froome, sorprendido por el arrojo y la determinación del italiano, capaz de voltear la carrera en una bajada en medio de la lluvia. A partir de ahí, siendo líder, a Nibali le faltó frescura respecto a Froome. O eso es al menos lo que trasladó. Queda por saber si la preparación de uno y otro, aunque con un mismo objetivo, respiran distintos ritmos. El de Froome, que estuvo súper, -“no había forma de seguirle la rueda”, explicaba Van Garderen-, evidenció el de un ciclista próximo a la plenitud. “Para ser honestos, no estoy en mi mejor forma. Tengo que hacer mucho trabajo de cara al Tour, pero estoy contento de cómo estoy en este punto de la temporada”, describió Froome a la conclusión de la carrera francesa sobre el margen de mejora que dispone.
El ciclista británico trasladó la idea de que su preparación está encaminada a alcanzar el máximo rendimiento en la tercera semana del Tour, atestada de cumbres. “Llegar en el mejor punto de forma a la tercera semana sería el mejor escenario”. Sin embargo, Froome aún guarda la cicatriz del pasado año en la mesilla de noche. El keniata se vio obligado a abandonar antes de tiempo por una fea caída. También rememoró la caída de Quintana en la Vuelta del pasado año o el abandono de Richie Porte en el presente Giro. Por eso estima, prudente, que “primero hay que pasar la primera semana y después ya se verá cómo estamos”. De momento, a la “espera de un par de retoques” para mejorar el estado de forma, Froome subrayó que “estoy exactamente donde necesito estar. La cosa va bien”.
Test satisfactorio Esa misma sensación se posa sobre Alberto Contador, ganador de la Ruta del Sur, el aperitivo al que se alistó antes del Tour para testar sus piernas después de pintarlas de rosa en el Giro. El madrileño compartió carrera con Nairo Quintana, que acudió a Francia para tomar la temperatura de su estado de forma tras entrenar en Colombia. Quintana y Contador se retaron en la etapa reina. Corrieron en paralelo. Emparejados. Baile agarrado. Contador se destacó en el descenso de Balès. Ese día cosechó el liderato. Quintana le secundó en la general. “Estoy realmente contento con el resultado. No veníamos pensando en la victoria; queríamos hacerlo bien en la etapa del sábado y mi equipo me ha apoyado muy bien. Hay que ser consciente de que el nivel serio lo tenemos en Utrecht, en la salida del Tour”. A menos de dos semanas para que asome el Tour, Contador piensa básicamente, en “recuperarse de los esfuerzos” después de cuatro días que considera “muy buenos” y que le han servido “para volver a dar velocidad a las piernas”.
Nairo Quintana, su rival en la Ruta del Sur, solvente en las cumbres, aunque por debajo de Contador en el descenso -el colombiano fue más precavido- salió con el rostro relajado de una prueba en la que comprobó su estatus. “Esta carrera era especial para ver el estado de forma en el que estaba y me he dado cuenta que está bien”, apuntó el colombiano, con 36 días de competición en lo que va de curso respecto a los 44 que acumula Alberto Contador. Nairo Quintana, ganador de la Tirreno-Adriático gracias a su despegue en el Terminillo, apuntó una vez apagada la Ruta del Sur que “estoy tranquilo, hemos visto que uno de los máximos rivales está fuerte, pero no es demasiado superior a mí. Eso me da tranquilidad porque veo que voy cogiendo el ritmo”. A falta del laberíntico Tour y sus ramificaciones, queda la huella de junio.