El pasado fin de semana, el Helvetia Anaitasuna se trajo de León un triunfo histórico. Los navarros nunca habían ganado en la pista leonesa en competición liguera y el sábado rompían ese maleficio y arrebataban los dos puntos a todo un Ademar. Una victoria trabajada, con un gran juego de equipo, donde todas las líneas funcionaron y donde a nivel ofensivo hubo nombres propios que brillaron. Uno de ellos fue, sin duda, el de Juan del Arco. El lateral de Leganés completó un partido extraordinario. Fue autor de ocho goles, creó juego, dinamizó el ataque, volvió loca a la defensa ademarista y contribuyó con sus cañonazos desde el exterior al triunfo de su equipo. En definitiva, ofreció su mejor versión y el Helvetia lo notó.

El internacional madrileño, de 28 años y subcampeón de Europa en 2016, ha regresado esta temporada a la Liga Asobal, procedente de Francia, y lo ha hecho de la mano de Anaitasuna. Un retorno de lo más positivo después de un último año muy complicado, en especial tras su paso por el Tremblay-en-France, que provocó incluso que cambiara de equipo a mitad de temporada y fichara por el Limoges francés. “El otro día acabé contento tras la victoria ante el Ademar y no sólo eso. Contento también de reencontrarme después de unos años difíciles”, confiesa.

Juan del Arco ha sido un auténtico trotamundos en esto del balonmano. Debutó en la máxima categoría en 2008 con la camiseta del Granollers. En 2015 se lanzó a la aventura y se marchó una temporada a Qatar, experiencia de la que guarda “muy buen recuerdo”. Un año después vivió su primera etapa francesa con el US Ivry, si bien posteriormente regresó a la Asobal para jugar en el por entonces Ciudad de Logroño. Después de dos años, en 2019, volvió a hacer las maletas y puso rumbo al Tremblay galo. Un club en el que sus vivencias fueron de todo menos satisfactorias. “La situación allí fue dificilísima. Los motivos fueron más deportivos que personales, pero si una cosa no va bien, al final influye en la otra. Así que cuando se me presentó la ocasión de ir al Limoges, lo hice. Fue la primera vez en mi vida que, a mitad de temporada, me tocó cambiar de equipo”, explica.

No obstante, si hay algo que ayudó a Juan del Arco a sobrellevar esta mala experiencia fue, sin duda, su familia. Su mujer, Silvia, y las pequeñas Aisha y Miah, de sólo dos años, fueron su apoyo. Su soporte. Cuando habla de ellas, su semblante cambia y se le iluminan los ojos. “No me imagino haber vivido esa situación completamente solo. Sin tener a mis hijas cerca. Y a mi mujer. Llegar a casa y tenerlas allí me ayudó a sobrellevar una situación deportiva muy mala”, recuerda.

Cerrada su etapa en Francia, el jugador de Leganés ha iniciado ahora otra en Pamplona. Una ciudad que considera “muy cómoda” para vivir con su familia. Y es que, ante todo, Juan del Arco es una persona muy familiar. Le gustan los planes tranquilos y disfrutar de las cosas sencillas junto a sus pequeñas. “Soy de jugar bastante con las niñas. Creo que me falta un punto de paciencia, eso sí, pero intento jugar todo lo que puedo con ellas. Su madre es más de hacer manualidades, mientras que yo soy más de muñecas, coches o bloques de construcción”, asegura.

Lo que tampoco falta en su casa, como no podía ser de otra forma, es un balón de balonmano. Dos, mejor dicho. “El cumpleaños de las crías fue en septiembre y Mintxo (Ibarrola) les regaló un balón a cada una. Cuando vamos a jugar a la plaza, los bajamos a veces. Aunque, la verdad, ahora mismo son más de pies que de tener el balón en la mano”, admite.

El cambio de aires le ha venido muy bien a Juan del Arco. Reconoce que, de haberse presentado la opción de continuar en el Limoges, “nos hubiéramos quedado”, ya que en este club francés “estábamos cómodos”. Sin embargo, esta posibilidad no se dio y sí la de retornar a la Liga Asobal con la oferta del Helvetia Anaitasuna. Una decisión que no se arrepiente de haber tomado, según confiesa: “Estoy a gusto aquí. La pista suele reflejar el estado anímico de los jugadores, tanto en confianza como emocionalmente. Ahora estoy estable, tengo la cabeza tranquila. Mi mujer y las niñas están bien y eso me ayuda a estar más centrado en lo mío. Si ellas lo están pasando mal o no están contentas, me afecta. No puedo estar al cien por cien. Así que creo que ha sido muy acertado que nos viniéramos a Pamplona”.

Del Arco ha aterrizado en Anaitasuna en un nuevo momento de transformación. Con muchos cambios e incorporaciones. Con un nuevo entrenador también y con su consiguiente filosofía de juego particular. Pese a ello, el proyecto ha arrancado de manera esperanzadora. El Helvetia es un equipo que gusta sobre la pista, que ha trazado una forma de jugar capaz de poner las cosas muy difíciles a rivales como el Bidasoa, si bien le ha costado trasladar todo ello al ámbito de los resultados. Las dos últimas victorias, ante el Villa de Aranda y el Ademar de León, han supuesto por tanto una inyección de moral importante y han paliado la incipiente ansiedad de puntos. El lateral madrileño reconoce que esos dos triunfos eran necesarios. “Creo que nos hacía falta materializar todo el trabajo diario que estábamos haciendo en resultados. Así que la semana ha sido pletórica para eso”, constata.

Asimismo, alaba el carácter y el trabajo que el técnico Quique Domínguez está imprimiendo al equipo. “Es un entrenador que tiene un estilo de juego claro, sus ideas son claras y va a muerte con eso. Su filosofía de juego no se va a perder sean cuales sean los resultados. Ha cogido un grupo en el que todo el mundo cree. Quique tiene las cosas claras y ha sido capaz de transmitirlas. El equipo ha asumido que si hacemos todo eso bien, vamos a ir por el buen camino”, asegura. Y ensalza el compromiso del equipo: “Si venimos aquí, hay que estar comprometidos con los compañeros, con el entrenador, con el cuerpo técnico y con el club. Luego se puede tener un mejor o un peor día, pero lo que es innegociable aquí es el trabajo, el sacrificio y el compromiso contigo mismo y con el resto de personas que lo envuelven. No somos sólo los que estamos en la pista. Hay mucha gente detrás y es cuestión de respeto”.

Varias disciplinas. Juan del Arco ha conseguido hacer carrera dentro del balonmano, pero no es el único deporte que ha tocado. Bádminton, tenis, baloncesto o fútbol sala -fue portero- son algunas de las disciplinas que ha llegado a probar. Incluso, el ajedrez. “Los domingos venía un hombre ruso a casa a enseñarnos a jugar al ajedrez a mi hermana y a mí. Era algo que le gustaba mucho a su padre”, asegura. Sin embargo, finalmente se decantó por el balonmano. Un deporte que no empezó a practicar en su colegio de Leganés, porque no había, sino en otro contiguo y en el que, casualidades de la vida, coincidió con su ahora compañero Héctor González.