Ponerse la bata, la pantalla y los guantes, meterles el palillo por la nariz a los compañeros y saltar al campo para competir junto a ellos. Esto es lo que están haciendo algunos enfermeros que juegan en varios equipos navarros en esta vuelta a la competición. Ante la dificultad de los clubes para encontrar médicos que hicieran las pruebas del coronavirus obligatorias para disputar la liga, algunos jugadores -licenciados en enfermería- se han ofrecido para realizar los test a sus compañeros. Es el caso de Lucía Eusa, del baloncesto Valle de Egüés; Irene Gaztelu, del Mulier; y de Aitor Flores, del baloncesto Ardoi.

Lucía Eusa Vilariño (24/5/1998), jugadora del equipo sénior del Club Baloncesto Valle de Egües, está haciendo los test a los jugadores del equipo masculino de Liga EBA. Un esfuerzo añadido que la alero realiza después de una jornada de trabajo de 12 horas en una planta covid.

"Trabajo tres días a la semana hasta las 20.30 horas así que, cuando salgo los miércoles, voy a hacer las pruebas a los jugadores de Liga EBA. En el club sabían que era enfermera y es algo que puedo hacer sin problema", explica Lucía.

Los test de antígenos se realizan tres días antes de los partidos siguiendo un estricto protocolo de seguridad y son validados por el médico del club. "Cada uno está con su mascarilla sentado en la grada y les vamos llamando uno a uno. Los jugadores llegan, se bajan la mascarilla, hacemos la prueba y se la vuelven a subir. Entonces, colocamos un papel con el nombre y encima la prueba. Sale prácticamente al instante, puede tardar dos o tres minutos. Cuando se tienen todas, se saca una foto para la Federación donde se vean bien los nombres y los resultados de las pruebas y ya estaría".

La joven jugadora, recién graduada, comenzó a hacer los test a los chicos después de que le comentara esta posibilidad Javi Gómez, director deportivo del club. "Me explicó la idea hace ya tiempo y le recordé que trabajaba hasta las ocho y pico de la tarde y que solo podía después. Él dijo que sí y yo encantada de poder ayudar. Fue un poco inesperado, de un día para otro", recuerda.

Lucía Eusa todavía no ha podido empezar a competir con el equipo sénior femenino del Valle de Egüés, pero sí ha comenzado a entrenar. "Está siendo muy raro, pero bueno. Empezamos entrenando sin mascarilla pero de forma individual, haciendo tiros y cada una con su balón. Luego, como todo ha ido a mejor, hemos podido empezar a entrenar con contacto al aire libre que, aunque hace frío, es un paso importante. Para ver si se puede empezar la competición, creo que van a ser cruciales las navidades. En función de lo que pase, se va a poder empezar la liga o no. A día de hoy, sí que lo veo posible", remarca. Y, en el caso de que tuviera que hacer también los test a sus compañeras de equipo, se ofrecería sin dudarlo: "lo haría encantada".

Lucía Eusa estudió Enfermería en la Universidad de Navarra y terminó la carrera en junio, comenzando a trabajar tan solo un mes después en una residencia del Gobierno de Navarra. "Vivir la pandemia desde dentro es duro. Hace cuatro años, cuando empecé la carrera, nunca pensé que pudiéramos vivir una cosa así. Además, estoy en la planta covid de una residencia y he visto cosas muy duras que no se deben repetir", concluye.

Irene Gaztelu Blanco (24/5/1998), capitana del Mulier de Primera Nacional, está realizando los tets de antígenos a sus compañeras de equipo. "Es un poco incómodo para coger la muestra y alguna se queja un poco más porque al final es un palo por la nariz y no es agradable, pero hay confianza. El primer día, yo estaba esperando un poco a ver cómo reaccionaban ellas porque ya sabía que a alguna no le hacía mucha gracia. Pero la verdad es que todas me lo pusieron muy fácil y no hemos tenido ningún problema", explica la defensa.

Irene Gaztelu accedió a hacer las pruebas a sus compañeras de mutuo acuerdo con el club. "Me enteré a través del director deportivo que había que hacer las pruebas. Él sabía que yo había estado en Refena haciendo PCRs y que en el Centro de Salud ahora me tocaba también hacer de anticuerpos. Me comentó que para ellos era más cómodo que lo hiciera yo porque si no había que buscar una enfermera y accedí sin ningún tipo de problema", remarca.

Las jugadoras del Mulier se someten a las pruebas cada 15 días para jugar en Primera Nacional. "Hacemos test de antígenos y se sabe el resultado en unos quince minutos. Vamos citando a las compañeras en grupos de cuatro cada diez minutos a una sala que hay al lado del vestuario y allí hacemos la prueba. Tenemos bata, guantes, mascarilla y pantalla y no ha habido que comprar nada porque nos lo han facilitado todo la Federación. Se coge la misma muestra que para la PCR, nasofaríngea, pero, en este caso, el resultado lo sabemos en quince minutos. Cada compañera espera ese cuarto de hora y ya se va a casa con el resultado".

El equipo de Mutilva tan solo ha podido jugar dos partidos en lo que va de Liga. "La vuelta de la competición está siendo un poco lenta. Comenzamos sin saber cuándo se iba a empezar, jugamos un partido hace tres semanas y tuvimos que volver a parar porque jugábamos contra equipos de fuera de Navarra. Este fin de semana, por fin, volvimos a retomar la liga y ahora ya parece que va a ir todo rodado".

La capitana del equipo confía en poder terminar la competición sin problemas siguiendo estos protocolos de seguridad. "El futuro de la competición siempre es incierto, pero espero que, ahora que los clubes estamos haciendo también las pruebas diagnósticas, no tengamos que volver a parar. El deporte, con las medidas que estamos tomando, es un ámbito seguro. Dentro de nuestro propio club, ha habido una compañera que ha dado positivo y el resto no hemos tenido ningún problema de contagio. Entendemos que, con los protocolos que existen, las medidas que hay y las precauciones que tomamos tanto los clubes como las jugadoras, es un ámbito seguro", remarca.

Irene Gaztelu estudió enfermería en la Universidad de Navarra y se graduó en este complicado año. Durante la pandemia, estuvo trabajando en la residencia de ancianos de La Vaguada y desde mitades de agosto trabaja en el centro de Salud de Sarriguren. "Vivir la pandemia desde dentro es algo duro. Es una experiencia que te hace aprender y valorar mucho la vida. Estuve en una residencia de ancianos, que ha sido uno de los lugares más castigados durante la pandemia y he vivido situaciones difíciles que me hacen agradecer, en mi caso, que toda mi familia esté bien. En la pandemia, ha habido mucho trabajo a nivel sanitario, pero también se han visto las carencias que había dentro del propio sistema y que se deben solucionar", concluye.

Aitor Flores (9/1/1997), jugador del Ardoi de baloncesto de Liga EBA, hace los los test a sus compañeros para que el equipo pueda competir. "72 horas antes -el jueves o el viernes- nos hacemos la prueba de antígenos y de anticuerpos. Como soy sanitario, el equipo me pidió que lo hiciera, aunque luego la tiene que validar el médico del club, que es Jorge Fernández", comenta.

Para Aitor, es bastante extraño realizar el test a los jugadores de su propio equipo. "Cuando estás trabajando, hay un ambiente de trabajo. Pero, cuando estás vestido de corto y tienes que meterle un palillo por la nariz al compañero es diferente. Pero bueno, al final, se toma todo con humor y la gente lo entiende. Confían en ti porque eres profesional y trabajas de eso y tampoco suele haber más problemas", explica.

"La verdad es que los compañeros no se han quejado mucho. Al principio, a alguno no le había tocado aún hacer la prueba y había que explicarles un poco cómo funciona. La verdad es que sí tenía un poco de miedo de hacerlo mal por si luego me echaban la bronca", confiesa.

Aitor no dudó en hacer las pruebas si su equipo no encontraba otro enfermero que las pudiera realizar. "Cuando dijeron que teníamos que hacernos pruebas, el club tenía que encontrar a alguien cualificado para hacerlo y yo ya comenté que, si no encontraban a nadie, a mí no me importaba porque no me costaba nada. Lo hago gratis. Al final, son test que se hacen muy rápido y que no nos cuesta nada hacerlos".

El Ardoi de baloncesto tan solo ha podido disputar dos partidos en la vulelta a la competición y este fin de semana jugará el derbi navarro ante el Egüés. "El equipo está bastante motivado y con mucha ilusión por el inicio de la competición. A pesar de que hayamos tenido que parar, el primer partido lo cogimos con muchas ganas y creo que sí se podrá terminar la liga con los test, que nos dan mucha tranquilidad. Al final, el baloncesto es solo nuestro hobby y lo más importante para nosotros es la salud", remarca.

Aitor Flores estudió enfermería en la Universidad Pública de Navarra y terminó la carrera el año pasado, en 2019. "Desde que acabé, he hilado todos los meses con trabajo. He estado trabajando en el hospital en la planta del covid durante toda la pandemia. Al principio, me sentí bastante inseguro, porque prácticamente no sabíamos lo que hacíamos. Nadie sabía nada, pero luego ya lo he vivido con más tranquilidad. Sabemos que nosotros hacemos nuestro trabajo y tampoco intentamos hacer nada más. Al final, no nos queda otra, hay que asumirlo y seguir trabajando para que vaya mejorando todo. Esperamos que todo pueda volver a la normalidad cuanto antes", concluye Aitor.