Guillermo y David. David y Guillermo. Los dos han crecido juntos jugando en el patio del colegio Jesuitas y ambos despiden este viernes una temporada atípica en Tercera División, la máxima categoría en la que se han enfrentado ambos amigos.

Ambos se pegaron horas y horas dándole patadas al balón en el patio del colegio Jesuitas. Aunque en el aula coincidieron durante un curso escolar, y ocasionalmente en alguna asignatura optativa, la pasión por el fútbol les unía, tanto en el recreo, como al acabar la jornada. Sonaba el timbre, balón en la mano y a jugar.

"Recuerdo que íbamos con el chandal a jugar en el recreo. Dos equipos, y cada uno era el delantero de cada equipo. Siempre solíamos ser rivales para hacer equipos equilibrados. Nos picábamos por el número de goles que metía uno u otro. Éramos muy competitivos, pero luego nos llevábamos bien. Siempre hemos sido dos chicos sociables. En clase teníamos buena relación. En el fútbol jugábamos en clubes y siempre hemos tenido relación. Tengo un recuerdo de ir a comer a su casa. Me trató su familia muy bien. Jugamos a fútbol y rompimos una maceta. En el colegio nos quedábamos en el campo de hierba artificial después de clase para jugar", rememora Guillermo.

"No llegué a jugar en el equipo del colegio. La carrera de Guille fue más estelar por la infancia que tuvo y era siempre el primero al que elegían", se ríe David, recordando esas escenas.

Y es que, el curriculum de Zufía no es tan amplio como el de su amigo. Laspalas empezó a jugar a fútbol en Oberena y pasó por un sinfín de equipos antes de recalar en el Bidezarra. Durante su etapa en el San Juan, Levante y Osasuna le llamaron a la puerta de su casa. Guille eligió quedarse en casa, a pesar de que también ha podido entrenar en Lezama e Ibaia, instalaciones deportivas de Athletic y Alavés, así como con el primer equipo del Mirandés. Por su parte, Ardoi, Beti Onak y Corellano son los tres equipos por los que ha pasado un David Zufía que ayer vivió sus últimos momentos como futbolista, puesto que la vida laboral le impide dedicarse al 100% al fútbol. "Soy una persona que si no da el máximo se frustra", reconoce.

A pesar de ello, Guillermo Laspalas define a David como "persona es un chico 10, un ejemplo. Muy amigo de sus amigos, cercano, cariño y responsable. Se le ve metido en el trabajo, ayudando a los demás y lo da todo. Eso es de valorar. A nivel deportivo, David siempre me ha parecido un portento físico. Un delantero diferente a mí. Él ha sido grande, corpulento y buen rematador de cabeza. Yo todo lo contrario. He sido más pequeño y algo más habilidoso".

Ambos amigos comparten, además, experiencias en el extranjero. El Océano Atlántico separa la ciudad argentina de Córdoba de la irlandesa de Midleton. Un viaje en avión de casi dos días de distancia hay entre ambos puntos. En Argentina, Guille probó suerte en el Instituto de Córdoba, de Segunda División. "Aquella experiencia me ayudó a crecer como persona", reflexiona Laspalas. "La vida allá era difícil, y la familia es algo que se echa de menos, pero también hay que disfrutar, porque todo esto se acaba", puntualiza. "A los 14-15 años me fui a estudiar a Midleton, en Irlanda, por lo que aproveché y continué jugando en el equipo de la ciudad", recuerda David.

Los dos jugadores solamente tienen palabras de agradecimiento por todo lo que les ha dado el fútbol hasta ahora. Zufía destaca la etapa en el Beti Onak, club precisamente contra el que debutó en Tercera División con el Ardoi. "El Beti Onak fue el club donde más he aprendido, por los compañeros. Gente que no te corrige para regañarte, sino que lo hacía para ayudarte y enseñarte. La pandemia y el hecho de que me fuera a estudiar a Madrid hizo que no tuviera hueco y Adolfo, que ya habíamos hablado en el pasado, me llamó aprovechando que somos del mismo pueblo para que me fuera a jugar con él. Me fui al Corellano donde hemos logrado la permanencia. Estoy muy agradecido al trato que me han dado", se sincera.