Más reflexión, menos ruido
Hubo un tiempo no muy lejano en el que la humanidad creía que se dividía en hombres y mujeres, y punto pelota. Pero llegó la Ciencia y nos explicó que –por cromosomas, hormonas, carga genética, etcétera– esto no es blanco o negro sino que hay una amplia gama de grises. Y, claro está, se buscó (y se busca, porque está costando) el modo de integrar a todos lo mejor posible. No sin discusión, no sin posturas cerriles, no sin ruido, no sin problemas. Por ejemplo, el del deporte femenino, en el que es muy difícil legislar a gusto de quien quiere competir como mujer y de las mujeres que se quejan de medirse a rivales con veinte veces más testosterona. Es decir, mucho más fuertes o rápidas. El lío de la boxeadora argelina, como antes el de la atleta Semenya, merece una reflexión profunda para crear unas normas precisas y justas. Porque si no habrá más casos y más polémicas que no benefician ni al deporte ni a las personas implicadas.