Síguenos en redes sociales:

Mikel Izquierdo y Robinson RamírezInvestigadores de la UPNA premiados con un galardón del deporte

“El ejercicio físico tiene el mismo efecto, si no más, que algunos fármacos que se usan para muchas enfermedades”

Izquierdo y Ramírez han dirigido un proyecto que ha demostrado que el deporte mejora el bienestar de los pacientes con covid persistente

“El ejercicio físico tiene el mismo efecto, si no más, que algunos fármacos que se usan para muchas enfermedades”Iñaki Porto

Mikel Izquierdo y Robinson Ramírez lideraron el proyecto investigador denominado EXER-COVID. El ensayo, realizado por el grupo de investigación Ejercicio Físico, Salud y Calidad de Vida (E-FIT), ha demostrado que un programa individualizado de ejercicio físico puede mejorar significativamente el bienestar tanto físico como mental de pacientes con COVID-19 persistente. Un síndrome posviral que se caracteriza por fatiga persistente, disnea (dificultad respiratoria) y problemas cognitivos. Su trabajo fue recompensado, con uno de los Galardones del Deporte que concede anualmente el Gobierno de Navarra, en concreto a Mejor Proyecto Investigador.

Un reconocimiento a un gran trabajo. ¿Qué les supone?

Que nos den un premio siempre es un refuerzo, un apoyo a lo que estamos haciendo y un reconocimiento a todo el trabajo que hacemos. Pero más importante que todo eso es la transferencia que podamos tener a nivel clínico de todo lo que hacemos en el laboratorio. Más allá de que estemos muy agradecidos por este reconocimiento, nuestro objetivo es que todo lo que hacemos en el laboratorio pueda repercutir en la mejora de la calidad de vida y del tratamiento de enfermedades, no de la prevención.

¿Cuándo, cómo y por qué deciden realizar este proyecto?

La idea nace de los facultativos del hospital. Son un grupo de médicos que, en su momento, se acercan a nosotros para decirnos que no tienen ninguna estrategia de manejo, desde el punto de vista médico, para esos pacientes con síntomas de COVID después de pasar la infección. Nosotros ya tratábamos a otro tipo de pacientes con problemas respiratorios, cardiovasculares o síntomas similares a los del COVID persistente con ejercicio. Fuimos uno de los primeros grupos a nivel mundial en proponer una intervención dirigida en este ámbito que no conocíamos hace cuatro años, el COVID persistente. Es el resultado de una necesidad, de un problema real y una solución que, en ese momento, era innovadora. Hay que recordar que era 2021 y aún no sabíamos casi nada sobre esto.

¿Cuál fue la metodología que emplearon en el estudio?

Nosotros ya sabíamos que el ejercicio mejoraba el sueño, el dolor, la fatiga… Entonces probamos una dosis mínima efectiva de ejercicio, porque teníamos que empezar con algo que fuese viable para el inicio del estudio. Fueron seis semanas de ejercicio, los pacientes venían dos veces por semana al laboratorio. Hacían una progresión de entrenamiento de trabajo aeróbico y de fuerza y potencia muscular. Les hacíamos un seguimiento personalizado, había gente que podía seguir progresando, otros que no se podía mantener en progresión y otros a los que les tuvimos que bajar la dosis.

Los resultados del proyecto fueron positivos, ¿no?

Este trabajo ha mostrado que, si se añadiese el ejercicio al manejo habitual de la enfermedad, mejoraría. Se han reportado más de 100 síntomas diferentes en COVID persistente; niebla mental, depresión, náuseas, procesamiento mental, baja forma física, ahogo, disnea… Lo que hicimos fue reunir a los pacientes y hacer una encuesta tomando los 22 síntomas más prevalentes. Logramos demostrar que, de esos 22 síntomas, 11 mejoraron, la mitad de ellos. Lo que nosotros hacemos es añadir el ejercicio dentro del manejo habitual del sistema sanitario, es decir, además de lo que te recete el médico, ejercicio.

Aunque entiendo que hay casos concretos en los que no iría tan bien.

Claro, no todos los pacientes mejoraron. Como cualquier fármaco o cualquier intervención, hay personas que no responden. Incluso, tuvimos personas que empeoraban con el ejercicio, aunque fue un grupo muy reducido. En parte, uno de nuestros objetivos es ese, ver las dosis que hay que dar a cada paciente, ver el ejercicio con una visión individualizada y precisa, porque cada persona lo tolera de una manera diferente. Esto no es dar un aro o una pelota a alguien y que haga cuatro cosas, requiere un conocimiento, una formación… Nosotros impartimos en la UPNA una asignatura, en medicina, de Ejercicio físico capacidad funcional, porque los médicos que salgan tienen que estar formados en esto.

Intuyo entonces que las conclusión sigue siendo que, en la mayoría de casos, el ejercicio ayuda.

Sí. Aunque hemos tenido de todo. Aquí han venido atletas que no podían andar 20 metros sin cansarse. Había personas que entraban y se te ponían a llorar con una depresión brutal, era una situación muy problemática. En aquel momento, los médicos trataban esos síntomas. A alguien con depresión lo mandaban al psiquiatra o le recetaban antidepresivos, por ejemplo. Esas personas acababan en una burbuja de fármacos brutal, porque el sistema no tenía la pastilla para tratar esto. Ahí es cuando surge el ejercicio físico, se observaba que, los que tenían una buena condición física, eran los que mejor protección tenían ante esa enfermedad y los que menos riesgo tenían de entrar a un hospital y de mortalidad. El siguiente paso era ver qué aportes tenía el ejercicio, comenzamos con la experiencia que tenemos en pacientes de POC.

Aparte de casos de COVID persistente u otras enfermedades, ¿Cómo de postivo o necesario es el ejercicio para cualquier persona?

Nuestro grupo lleva casi 30 años investigando, pero en el resto del mundo llevarán el doble de tiempo publicando en el ámbito de la medicina los potentes efectos que tiene el ejercicio como medicina. Es decir, no solamente caminar para no tener enfermedades, sino como usted no ha hecho ejercicio durante su vida, vamos a usar el ejercicio para curarle. Ya es momento de cambiar de paradigma, de enfoque. El ejercicio físico tiene que ser integrado dentro del tratamiento que te dé el médico, además del diagnóstico. El ejercicio tiene el mismo efecto, si no más, que algunos de los fármacos que se están tratando para muchas enfermedades. Ahora, tiene que estar obligatoriamente integrado con la farmacología. Desde fuera se ve como algo accesorio, pero se tiene que volver algo habitual, es lo que estamos intentando hacer.

Además, su estudio ha tenido una gran repercusión, ¿no?

Ha sido publicado en el European Heart Journal, una de las más importantes de cardiología. El cardiólogo ya es consciente de que, si tú estás debilitado funcionalmente, no te va a tocar. Porque ya saben que, si te tocan, el riesgo que tienen de éxito es muy alto. El ejercicio físico les mejora a los pacientes la capacidad de afrontar el estrés que supone una cirugía o un fármaco que sea muy agresivo.