- Dolores Martín, entrenadora, y Nerea Gil, jugadora, son los dos nombres navarros que la próxima temporada se unirán a la Liga Guerreras Iberdrola, la máxima categoría del balonmano femenino, donde coincidirán con Lysa Tchaptchet, flamante campeona de la Copa de la Reina con el Elche. Este pasado fin de semana, en Logroño, lograron con el Handbol Sant Quirze el ascenso. Un hito para el club catalán, que hace cinco años se paseaba por una categoría similar a la Primera Nacional y que en breve se codeará con los mejores del balonmano estatal.

Un lustro, precisamente, es lo que lleva a los mandos del equipo la técnica Dolores Martín. Dolo, como la conocen sus allegados. Ella ha sido una de las artífices de este éxito. Bajo su batuta, el Sant Quirze subió a Plata y, cuatro temporadas más tarde, navegará por la elite tras una fase final de ascenso impecable donde no perdió ningún partido. "Me siento feliz, porque es un trabajo de muchos años. De picar piedra, de ir a pabellones, de ver partidos", asegura Martín, de 38 años, quien reconoce que se ha sufrido "mucho", pero que "ha merecido la pena". "Tras un año duro para todo el mundo, también para nosotras con varios positivos, tres cuarentenas y pérdida de familiares de las jugadoras, las chicas no han bajado los brazos en ningún momento y esa ha sido una de las claves por las que nos lo hemos llevado al final", apunta.

Técnica internacional juvenil y del equipo nacional promesas, Dolores Martín vive un momento dulce. Se siente "feliz" por el logro. Pero, más allá, está satisfecha ante todo por haber acompañado durante un largo trayecto a sus jugadoras hasta alcanzar la cima. "No sé si soy una entrenadora con mucho o poco talento, pero me considero trabajadora. Sobre todo, me gusta trabajar con la base. Ese es el mayor éxito y orgullo. Verlas crecer y formarlas. Claro que estoy contenta por haber subido, pero principalmente lo estoy por haber acompañado en el camino a este grupo de jugadoras", subraya.

No será la primera experiencia en la elite para la preparadora navarra. En el Castelldefels pasó de la pista al banquillo, donde se estrenó en lo más alto. Como jugadora -fue internacional absoluta con España y también en categorías inferiores-, sus orígenes están en el BM Burlada. Posteriormente, sería una de las primeras integrantes de un club incipiente por entonces, el Malkaitz Eskubaloia, del que sus padres fueron fundadores junto a otros impulsores como Marisa Arrasate o Fernando Ortín. "Llegó un momento en el que ya no había chicas de mi edad y me fui al Beti Onak. A los dos los siento como mis clubes", constata.

No sólo Dolores Martín recuerda con añoranza sus pasos en el Malkaitz. De este club femenino de Burlada también salió Nerea Gil. La primera línea txantreana, de 20 años, se formó en sus filas, alcanzó éxitos a nivel estatal y en 2019 fichó por el Handbol Sant Quirze, con el que finalmente dará el salto a la máxima categoría. La internacional navarra, estudiante de Psicología, está feliz por este hito. El "sueño de toda jugadora", que apenas se planteaba cuando se incorporó al club catalán. "Sí que veía que, en un futuro, el objetivo podía ser ascender. Pero me lo tomé con calma. De primeras no lo pensaba y sólo quería jugar en Plata, porque nunca lo había hecho", recuerda.

Ahora, y tras una fase de ascenso que el equipo afrontó "sin presión", está satisfecha por el premio. "Todo el esfuerzo ha merecido la pena".

En Logroño, donde se jugó esta fase final, Nerea Gil contó con un apoyo primordial en la grada: el de su familia. Y, sobre todo, el de su fan número uno, su abuelo Fernando Muñoz. "Están muy contentos. Sobre todo mi abuelo, que me ha seguido siempre a todos los partidos desde el Malkaitz, El último año, por el tema del covid, no había podido verme, así que fue una suerte jugar en Logroño. Me gustó mucho que viniese mi familia, al igual que algunas de mis excompañeras. Me hizo mucho ilusión verlas". Y es que, como recuerda, su etapa en el Malkaitz fue "muy feliz".

La primera línea navarra admite que, desde que salió de Burlada, ha "madurado". Que buena parte de culpa la tiene su entrenadora, Dolores Martín, "exigente en la pista y buena persona también fuera". Ambas llevarán, junto a Lysa Tchaptchet, el nombre de Navarra a los mejores pabellones. Son, un ejemplo más, del buen momento que atraviesa el balonmano navarro en la Comunidad Foral. Donde se está trabajando "muy bien" desde la base, como constata Martín. Ellas están orgullosas. Y esperan, como dice Gil, que "se visibilice aún más".

"Me siento feliz, porque es un trabajo de muchos años. Ha sido duro y se ha sufrido"

Entrenadora del Handbol Sant Quirze

"Es el sueño de toda jugadora. Todo el esfuerzo ha merecido la pena"

Jugadora del Handbol Sant Quirze