A finales de octubre del pasado año, ante el Fútbol Emotion Zaragoza, Tony Escribano se rompió el ligamento lateral externo de su rodilla derecha. Una lesión que le obligó a pasar por el quirófano. El 18 de marzo, y ante el mismo rival, el cierre madrileño, de 23 años, volvió a enfundarse la camiseta de Osasuna Magna y a sentir la adrenalina del juego. Es consciente de que aún le queda camino para alcanzar el gran nivel que atesoraba antes de lesionarse, pero sabe que con trabajo y esfuerzo, lo conseguirá. Sentido del humor, además, no le falta, ni tampoco la alegría que le dan pequeños placeres como el baile. No en vano, está aprendiendo a bailar bachata. Y está encantado.

¿Cómo ha vivido la lesión y su regreso a las pistas?

-He pasado momentos duros que no había experimentado hasta ahora. Jamás había sufrido una lesión tan larga y me afectó mucho. Con el paso del tiempo fui cogiendo confianza y algunos compañeros que también han arrastrado problemas iguales me ayudaron mucho. La vuelta fue contra el mismo rival con el que me lesioné y sé que no estaba al cien por cien, pero tenía muchas ganas de competir de nuevo.

¿Va cogiendo mejores sensaciones?

-Sí. Este parón me ha venido muy bien, porque antes jugábamos muchos partidos seguidos y no lográbamos tener una semana entera de entrenamientos, algo que a mí me perjudicaba. Así que estas semanas me van a venir muy bien para coger el tono y estar al nivel de mis compañeros. Sigo intentándolo, aunque todavía noto que estoy por debajo.

Como ha apuntado, su vuelta fue en el partido contra el Zaragoza, rival contra el que se lesionó. Emocionalmente, ¿cómo lo vivió?

-Me hacía ilusión competir contra el equipo ante el que me rompí, pero mi mayor ilusión era jugar de nuevo con mis compañeros. Algunos llevaban ya mucha tralla, muchos minutos encima, y poder ayudar con una rotación más y que ellos descansaran era lo que necesitaba.

¿Qué tal se ven los partidos desde la grada?

-Es un sufrimiento. Yo ni hubiese venido al pabellón, porque lo pasaba muy mal. Hubiese preferido seguirlos en casa tranquilamente. Me ponía muy nervioso. Desde la grada se ven cosas que en la pista no se perciben y prefiero estar dentro, aunque sea en el banquillo, que seguirlos desde fuera.

¿Cómo lo ha llevado mentalmente?

-Ahora que he tenido una lesión así, me he dado cuenta de que sobre todo hay que trabajar la parte psicológica. Me pasaba todo el día en casa, cuando lo que a mí me gusta es estar fuera y hacer cosas. Durante dos o tres semanas estuve solo, tumbado en la cama, y era un sufrimiento no poder moverme. Mis compañeros Dani (Zurdo) y Neno me ayudaron muchísimo. Hacía videollamadas con mi familia y les veía a ellos agobiados por estar solo. La parte mental es la que más hay que trabajar. Ahora puedo decir que lo he llevado bien, pero en aquel momento sufrí bastante. Me quedo con lo que estoy viviendo ahora, entrenando y jugando ya con mis compañeros.

Tiene sólo 23 años y ha vivido la recuperación lejos de su familia. Cuánto les habrá echado de menos...

-Lo noté ya cuando vine a Pamplona con 21 años. Yo era muy niño de mamá. No sabía cocinar ni había convivido solo en una casa salvo algún fin de semana que mis padres se habían ido fuera. Los eché de menos en ese aspecto. Me habría encantado que estuviesen conmigo durante la recuperación. Pero estoy viviendo aquí y lo he podido afrontar.

Uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde o se aleja de ello, ¿no?

-Totalmente. Cada vez que voy a casa, mi familia ya me dice que estoy muy cariñoso. Cuando estás conviviendo no lo valoras, incluso a veces dices 'qué pesada, mamá'. Y ahora, muchas veces, sí que pienso que ojalá estuvieran aquí conmigo mis padres y mi hermana. Lo bueno es que los fines de semana que se pueden escapar por el trabajo, lo hacen. Es un apoyo incondicional. He tenido mucha suerte con mi familia y debo agradecerles todo lo que me han enseñado. Además de que me he dado cuenta de que soy el favorito (se ríe).

En el Xota lleva ya dos temporadas. ¿Qué tal se ha adaptado?

-Pamplona me encanta. Antes de venir pensaba que en el norte eran más cerrados, pero me he llevado una sorpresa. Aquí, en cuanto te integras un poco, ya se convierten en tu familia. No me ha costado adaptarme.

Llegó sin haber jugado en la Primera División y se ha convertido en pieza clave. ¿Cómo ha visto su propia evolución?

-El año pasado jugué con bastante presión, pero desde que llegué Imanol me dio una importancia que no estaba preparado para tener. Eso me ha hecho progresar como jugador y me ha permitido empezar esta temporada con una gran confianza. En los partidos anteriores a la lesión creo que lo demostré y seguro que iré creciendo. Considero que soy parte importante del equipo y tengo que demostrarlo. Es el momento de recuperarme del todo y de devolver esa confianza.

Y esa fe en usted se ve respaldada cuando, aún lesionado, el club le amplía el contrato hasta 2025.

-Fue un alivio total. Tengo que dar las gracias a la Junta Directiva y a Imanol por ese apoyo. Ellos no sabían cómo iba a volver yo de la lesión, así que se agradece ese respaldo. Si te dan responsabilidades y esa importancia además, te ayuda mucho a la hora de jugar y de entrenar. Estoy muy contento en el Xota.

¿Y qué espera del equipo y de usted mismo?

-El objetivo sigue siendo la permanencia, pero somos ambiciosos. Nos vemos en una posición de pelear por los play off por la Liga e iremos a por ello. Lo vamos a luchar. A nivel personal, ahora lo que quiero es ponerme al cien por cien. Noto que aún me falta. Creo que es algo normal, pero soy autoexigente y quiero ayudar mejor a mis compañeros lo antes posible.