bilbao - La Torre de Hércules, el aparatoso y bello trofeo que premia al ganador del Teresa Herrera, viajó anoche camino de Bilbao. Hubo que esperar a la tanda de penaltis para conocer su destino después del empate a dos goles registrado en un choque que se recordará más por aspectos individuales que por la actuación coral. A falta de buen fútbol, puesto que el rendimiento en el bando rojiblanco discurrió en la línea de tantas actuaciones, al menos se dieron una serie de circunstancias que afectaron a bastantes de sus integrantes que bien merecen una reseña. Anodino, irregular, sin una pauta que le permitiese establecer una superioridad salvo en fases muy concretas, el Athletic se adelantó en dos oportunidades, pero no pudo evitar que el Deportivo, más animoso, neutralizase ambas desventajas abocando el desenlace a los tiros desde los once metros, donde no hubo color.

Eduardo Berizzo optó por repartir minutos y únicamente mantuvo de principio a fin sobre el césped a tres hombres: Herrerín, Iturraspe y Nolaskoain. Estos dos últimos formaron de salida una inédita pareja de centrales, aunque el primero y anoche capitán pasó al centro del campo durante la media hora final. La cita sirvió asimismo para que se produjeran los estrenos de Ganea, que actuó en la segunda mitad, y Lekue, una vez superada la lesión que le mantiene ajeno a la competición desde el verano. En este capítulo de incidencias se debe apuntar que Rico cayó lesionado y habrá que aguardar a conocer el alcance del contratiempo que le obligó a abandonar Riazor antes de tiempo.

Otra de las noticias que deparó el amistoso estuvo en el apartado goleador, donde el protagonismo recayó en Córdoba y Aduriz. El extremo no es un asiduo en dicha suerte, pero supo culminar la que probablemente fuera la jugada más interesante que fabricó el equipo. Nació en un pase de Capa que Raúl García dejó pasar entre las piernas para habilitar la entrada en el área de Rico, quien instintivamente trazó en paralelo un pase raso que Córdoba empalmó llegando raudo al segundo palo. Fue el primer lance profundo del encuentro. El acierto de Aduriz también se produjo en los minutos iniciales del segundo periodo y no estuvo exento de dificultad. Un defensor despejó el centro puesto por Susaeta para la incorporación de San José y el ariete, sin pensárselo, agarró una volea con la zurda que se coló pegada al poste izquierdo de Ortolá.

Dos bonitos goles para endulzar un juego bastante plano en términos generales. Insuficiente en cualquier caso para invalidar el mayor empuje de que hizo gala el anfitrión, que halló en la figura de su lateral izquierdo la pieza desequilibrante. Saúl García aprovechó los desajustes en las marcas para presentarse en ventaja allí donde se hace daño y lo cierto es que estuvo muy inspirado. Él fue quien sirvió para que Santos pusiera la primera igualada en un vistoso remate y él fue quien anotó un golazo tras recortar a Lekue, que previamente había perdido su vigilancia. Esto sucedió cuando todo hacía suponer que el Athletic se alzaría con la victoria, a cuatro minutos de la conclusión.

La igualada respondió a lo visto. Hizo justicia a los méritos contraídos por unos y otros, sobre todo al esfuerzo del Deportivo, que estuvo mucho rato a remolque y no cejó en su empeño, acaparando todas las situaciones de peligro de la reanudación salvo la que llevó la firma de Aduriz. Fue pues necesario recurrir a los penaltis, el único momento donde se apreció la diferencia de categoría entre los contendientes. Aduriz, Williams, San José e Iturraspe batieron con suficiencia a Ortolá, mientras que Herrerín detuvo el chut de Mosquera y Bóveda tiró alto. No fue preciso el quinto lanzamiento.

sin fluidez Tampoco era el día propicio para extraer conclusiones. El Athletic salió con un equipo de circunstancias, donde solo repetían dos de los titulares del Wanda Metropolitano. Berizzo escogió a los menos habituales además de colocar a Dani García en su sitio. De modo que resultó comprensible que la propuesta careciese de coordinación y fluidez. El Athletic supo atar en corto al Deportivo, pero tuvo enormes problemas para generar fútbol. El centro del campo volvió a decepcionar, Capa estuvo muy desafortunado en su afán por desdoblarse, con incontables pérdidas, y Córdoba apenas asomó por el ala opuesta. Guruzeta se dejó ver más, pero pecó de precipitación en dos o tres lances propicios para buscar portería. Las mejores oportunidades fueron fruto de errores de bulto de la zaga local que ni Guruzeta ni Raúl García supieron rentabilizar.

Tras el descanso Berizzo fue incorporando paulatinamente a sus titulares. San José, Beñat, Aduriz y el inédito Ganea, al que se le vio más preocupado por no fallar y con buen criterio eludió asumir riesgo alguno, entraron en primer lugar. Al de un rato les llegó el turno a Yuri, colocado como central, Williams y De Marcos. La fisonomía del once acabó totalmente transformada respecto a la del comienzo y aunque el Athletic amagó con desarrollar un plan más decidido y vertical, pronto, al amparo de la ventaja adquirida, se desentendió de la iniciativa, cedió metros y consintió que el Deportivo se fuese creciendo y animando a una grada despoblada.

Herrerín impidió el empate de Santos con una gran parada, poco después a la salida de un córner el árbitro anuló un gol a Somma por dudosa falta al portero e Iturraspe cortó un pase de la muerte de Sául, que alcanzó con comodidad la línea de fondo. Tres sustos que precedieron al golazo del lateral y la lotería de los penaltis, que no fue tal porque en el trance decisivo afloró la calidad y el oficio de los rojiblancos.