pamplona - En julio de 2017, Iván Martínez, conocido en el club como Barbero, abandonó su Almería natal para recalar en Pamplona y jugar en Osasuna Promesas. Justo la misma decisión que tomó su padre en 1991. Ayer, 28 años después, padre e hijo vivieron un momento muy especial en Tajonar, uno desde la grada como aficionado y el otro sobre el verde como protagonista absoluto.

José Antonio Martínez vio desde la abarrotada grada rojilla cómo los tres goles de su hijo permitían al filial osasunista lograr el ansiado ascenso. “Le he visto en la grada, ha bajado a darme la enhorabuena y ahora espero poder hablar con él con más calma”, confesó Barbero tras el pitido final, aún sobre el césped.

El delantero andaluz hizo balance del encuentro: “Con el gol del Cádiz hemos tenido momentos de incertidumbre pero después el equipo ha sabido reponerse y han ido llegando los goles”.

“Este es el resultado al sensacional trabajo del equipo durante toda la temporada”, añadió el canterano. Además, afirmó sentirse “muy contento” por el ascenso y “orgulloso” de la labor de todos sus compañeros. “No me lo esperaba”, confesó cuando se le preguntó por su hat trick.

El jugador rojillo tuvo palabras de agradecimiento para el entrenador Santi Castillejo: “El equipo ha llegado al final de la temporada con mucha confianza y creyendo en el entrenador, que ha sido clave para nosotros”.

Tras una primera campaña en Segunda B en la que le costó aclimatarse a Pamplona y que cerró con cero goles en su casillero, Barbero es hoy en día un jugador más maduro y completo. Asume con ilusión el reto de reencontrarse con la categoría de bronce.