Dice Bahamontes -que a sus 91 años aún anda por ahí, contando batallitas y gruñendo- que cada vez se aburre más con el ciclismo moderno, por eso de que casi siempre llegan todos juntitos hasta el último puerto, y el único y relativo espectáculo comienza a apenas 3 ó 5 kilómetros de la meta. Y, claro, nada que ver con el suyo, en el que como mínimo se liaba en el penúltimo puerto, cuando no en el avituallamiento o ya de salida. Explicaba hace tiempo Marino Lejarreta que el motivo es que el nivel medio ha subido mucho y los gregarios son mejores que nunca, capaces de aguantar con los grandes casi hasta el final y casi todos los días, por mucho que se intenten endurecer los recorridos. Está claro que hay que insistir en el camino que se ha iniciado de adelgazar los equipos -llegaron a ser de diez y ya han bajado a ocho en las tres grandes- para que haya menos control, y Bahamontes y los aficionados disfruten más a menudo ante la tele.