T odos hemos estado alguna vez en una reunión de la comunidad de vecinos en la que se trata un tema importante y caro, y alguien ha tomado la palabra para hablar de su grieta en la cocina, la bombilla fundida en su rellano o algo de similar (y nula o escasísima) relevancia colectiva. Pues si a algo se parece una de esas reuniones es a una asamblea de socios de un club de fútbol. En la de ayer del Real Madrid hubo quien reprochó a Sergio Ramos su forma de vestir (“El otro día parecía una turista sueca con ese gorro rosa”, comentó el autoproclamado director de vestimentas de la plantilla); quien quiso felicitar a la selección de baloncesto por su título mundial (le faltó aprovechar para saludar a su familia); y hasta quien habló para elogiar a Florentino y explicar que siempre pide “a la Virgen de la Milagrosa que le dé una larga vida”. Todo ello, en una asamblea en la que se debatía un presupuesto de 822 millones de euros. Ver para creer.