pamplona - A Adolfo Baines le movió de Navarra su pasión por el fútbol. Jugó como portero en ocho clubes más y al colgar los guantes se inició como segundo entrenador en el Nástic. Tras dos años en un equipo de Argelia, cumple dos temporadas en el Inter d’Escaldes de Andorra. En diciembre fue nombrado mejor entrenador de la pasada campaña por la Federación Andorrana.

¿Cómo llega un entrenador de Isaba a la Liga del Principado de Andorra?

-Después de varios años como segundo entrenador en varios equipos, me brindaron la oportunidad de ser primer entrenador. Estoy muy agradecido a Toni Lima, que actualmente está en la secretaría técnica del Alavés, porque fue quien me propuso para venir al Escaldes. La temporada pasada fue un año de transición y quedamos a un punto del campeón, por lo que este año aspiramos a cotas mayores.

En su debut como primer entrenador ha sido galardonado por la Federación Andorrana como mejor técnico.

-En un deporte colectivo como el fútbol los premios individuales hay que relativizarlos. Sin la complicidad de un vestuario, el trabajo de un entrenador no luce. Afortunadamente, aquí tengo un gran respaldo por parte de la directiva y un gran compromiso por parte de mis futbolistas. Gozo de una estructura sólida para lo que es el fútbol andorrano que es la que nos permite seguir creciendo.

Tras una larga trayectoria como segundo entrenador, ¿en qué momento uno decide dar el paso a primer entrenador?

-Tuve la suerte de trabajar dos años con Vicente Moreno en el Nástic de Tarragona y posteriormente desarrollé la misma labor con Josep María Nogués en una experiencia un tanto exótica en Argelia. Ahí el míster delegaba buena parte del trabajo en mí y me empezó a picar el gusanillo y sentí la necesidad de ponerme yo al volante. Me veía capacitado y el Inter d’Escaldes me brindó la oportunidad y Toni Lima apostó por mí aun cuando no tenía experiencia como primer entrenador.

Es difícil tener esa primera oportunidad en el mundo del fútbol.

-Efectivamente. Hay mucha gente y muy bien preparada. Somos miles de entrenadores en este país y lo que hace falta es que te den la confianza para entrenar y aquí he encontrado el ecosistema ideal para desarrollarme como entrenador. Un entrenador se hace desde abajo, picando mucha piedra, y es lo que estoy haciendo yo aquí. Cada día intento mejorar y trato de subir peldaños en esta escalera tan apasionante que es la de entrenador de fútbol.

Este año se ha puesto el objetivo de entrar en competiciones europeas.

-El gran aliciente de la Liga andorrana es que el campeón juega las previas de la Champions y el segundo clasificado, la Liga Europa. Además, el campeón de Copa también tiene billete para Europa. En España no todo el mundo puede acceder a competiciones europeas.

Actualmente son terceros.

-Hemos estado primeros muchas jornadas, pero un tropezón inesperado nos llevó al tercer puesto, a un punto del primero, al que nos enfrentamos dentro de poco.

Son ocho equipos y se juega una Liga de tres vueltas.

-Así es. Nos vemos las caras muchas veces los mismos equipos, pero es la forma de igualar la competición al resto de ligas. Tras las tres vueltas, los cuatro primeros jugamos un play off por el título. Ahí se decide el campeón, así que este segundo tramo de competición se presenta apasionante.

¿En Andorra los equipos tienen jugadores locales o hay fichajes?

-Aquí el presupuesto es muy reducido, quitando el Santa Coloma, que ha ganado las últimas seis Ligas. Es un club que ingresa dinero por sus participaciones europeas y eso le permite hacer fichajes de fuera. No es nuestro caso, porque no hemos tocado Europa y el nivel de ingresos no es el mismo. Nuestro objetivo es clasificarnos para Europa para ingresar las subvenciones que otorga la UEFA y a partir de ahí ir creciendo. Así que todos los jugadores son andorranos y somos amateurs, cada jugador tiene su propio trabajo. Entrenamos por las tardes. En función de los ingresos que generemos podemos ir cambiando.

La diferencia la marca jugar previa de Liga Europa o Champions

-Eso es. Si uno repasa las Ligas menores en Europa, hay un ejemplo del Dudelange de Luxemburgo, que es un principado, como Andorra, y entró en fase de grupos de Europa League. Son referentes a los que nos agarramos para seguir creciendo.

Desde que salió de Osasuna, ¿cuál es su vinculación con Navarra?

-Soy de Isaba y Navarra se lleva en el corazón. Por circunstancias tuve que salir muy joven y me tuve que labrar mi trayectoria futbolística lejos de casa tras mi paso por los juveniles de Osasuna. Tengo unas imágenes muy nítidas de lo que fue mi estancia en Osasuna. Navarra es mi casa y siempre que puedo vuelvo al pueblo, donde están mi familia y mis amigos. Nunca sabes. Uno se ha labrado toda la trayectoria fuera, pero tampoco se descarta volver a la tierra y dedicarse a lo que más le gusta, que es el fútbol.

Supongo que seguirá a Osasuna.

-Sí, claro. Celebro que haya recuperado los valores que siempre le han caracterizado, o al menos es la percepción que tengo desde fuera. Me la agresividad con la que juegan, la presión alta que manda el entrenador... Actualmente Osasuna juega en El Sadar con 12 jugadores. Es tremendo. Sigo a Jagoba Arrasate y me gusta mucho su discurso y el planteamiento que hace de los partidos, especialmente en El Sadar. Es una fuente de inspiración. Me gusta que Osasuna haya recuperado su identidad. No lo percibía desde el último ascenso con Enrique Martín.

¿Cómo fue su periplo en Osasuna?

-Jugué en aquel juvenil sub-19, que me encantaba. Viajábamos por toda España y nos enfrentábamos a los mejores equipos. Posteriormente pasé al Promesas, pero no debuté y a mitad de temporada me desvinculé. En aquel juvenil me entrenaban Andrés Sesma y el Tigre (Sánchez Rubio), y de entrenador de porteros tenía a Nemes Esparza. En el equipo estaba Mikel Elizondo, un lateral izquierdo que llegó a ser internacional, J.J. Pascual, un centrocampista de Irurtzun que era un fenómeno y llegó a debutar en el primer equipo, Puado, Conget, Íñigo... Aquello era como una familia, lo que siempre ha sido Osasuna, donde respirabas valores desde el momento en el que pisabas Tajonar. Me ha marcado mucho.

Cogió la maleta y siguió su pasión por el fútbol en otros clubes.

-El fútbol es como un edificio. Si no puedes entrar por la puerta, tendrás que intentar colarte por las ventanas. Así fui haciendo mi carrera, modesta, y ya me hubiera gustado tener más talento para llegar más arriba. El fútbol siempre quise que fuera mi medio de vida, y hasta día de hoy así sigue siendo y espero que continúe siéndolo muchos años.

¿Cómo se vive en Andorra?

-Me encanta Andorra. Tanto en verano como en invierno es espectacular. Vengo de Isaba, que es el corazón del Pirineo, y aquí levantas la persiana y verte rodeado de montañas a mí me inspira. En verano tiene un atractivo brutal, con unos parajes espectaculares, y en invierno el atractivo del esquí es irrefutable. Reúne muchos de los condicionantes que a uno le gustan. Estoy feliz.

Es el ejemplo de que el fútbol no tiene fronteras.

-La globalización ha llegado a todas partes y uno tiene que buscarse los garbanzos donde puede. Afortunadamente ya hace tiempo que nos desprendimos de esa mochila de prejuicios que muchas veces eran los que nos impedían arriesgar y emprender aventuras. Cada día es más frecuente encontrar entrenadores y jugadores en todas las partes del mundo. Hoy en día no hay fronteras. La tecnología ayuda a estar más cerca de los tuyos y las distancias no parecen tan grandes.